Los ¨²ltimos cartuchos de la nostalgia
La desaparici¨®n definitiva de las pel¨ªculas Polaroid cierra una p¨¢gina en la historia de la fotograf¨ªa - Un movimiento espont¨¢neo reclama su salvaci¨®n
El ritual era sencillo: se apuntaba al objetivo, se disparaba apretando al bot¨®n y la pel¨ªcula, acompa?ada por una ruidosa arcada, sal¨ªa como una lengua negra de las tripas de la c¨¢mara. Luego, llegaban los 60 segundos de espera, que a veces resultaban eternos, en los que parec¨ªa brotar de la nada la imagen que hab¨ªa captado la Polaroid. Un momento que tambi¨¦n se perder¨¢ en el tiempo.
En 2009 se enterrar¨¢n definitivamente los ¨²ltimos cartuchos de una c¨¢mara que cambi¨® el curso de la historia de la fotograf¨ªa, del arte y de la vida cotidiana de millones de personas de todo el mundo. "Polaroid invent¨® la primera t¨¦cnica que se saltaba el cuarto oscuro, ofrec¨ªa una imagen inmediata y totalmente documental", dice el artista Joan Fontcuberta, cuya obra ha estado estrechamente ligada a una t¨¦cnica que supuso una revoluci¨®n por dos motivos: "el aspecto l¨²dico de la c¨¢mara: es un juego de manos. Y por otro, la gran privacidad que permiti¨® al hacer fotos ¨²nicas que nadie m¨¢s ten¨ªa por qu¨¦ ver".
La c¨¢mara naci¨® en 1944 por el capricho de la hija del fabricante
"Fue la primera en saltarse el cuarto oscuro", dice Joan Fontcuberta
Warhol tomaba hasta 60 instant¨¢neas para hacer sus famosos retratos
Fue el capricho de una ni?a lo que en 1944 cambi¨® el rumbo de la historia de la fotograf¨ªa. La hija de Edwin Land, el creador de las c¨¢maras Polaroid, se quejaba de que en verano ten¨ªa que esperar demasiados d¨ªas para ver las fotograf¨ªas de sus vacaciones. El invento no se hizo esperar. "Fue como si todo nuestro trabajo hasta entonces s¨®lo hubiese sido una preparaci¨®n para lograr el proceso de una fotograf¨ªa seca en un solo paso", escrib¨ªa Land.
El modelo m¨¢s popular, la S-X 70, lleg¨® en los setenta. En 1972 la revista Life le dedicaba una portada. El t¨ªtulo: "La c¨¢mara m¨¢gica". El dise?ador Charles Eames escribi¨®, rod¨® y film¨® una pel¨ªcula de 11 minutos en los que se explicaba el sencillo uso del aparato. Los actores m¨¢s populares la anunciaban, era una c¨¢mara alegre. Y hasta el Museo del Vaticano la utilizaba para mostrar sus trabajos de restauraci¨®n en las estancias de Rafael, tambi¨¦n era una c¨¢mara seria. En definitiva, era algo que nadie pod¨ªa perderse. A mediados de la d¨¦cada ya se hab¨ªan vendido m¨¢s de seis millones. S¨®lo era el principio. En manos de Andy Warhol (que realiz¨® miles de retratos con ella) se convertir¨ªa en otro icono pop.
Polaroid dej¨® de fabricar en 2007 su c¨¢mara instant¨¢nea ante el auge de las digitales. A partir de mediados de los a?os noventa las ventas millonarias de la empresa hab¨ªan empezado a caer, hasta que en 2001 se declar¨® en bancarrota. En 2008 vino el anuncio del cierre de las f¨¢bricas de sus carretes. Ante la oleada de foros (de www.savepolaroid.com a p¨¢ginas especiales en Facebook y otras redes sociales) que ped¨ªan salvar la vida de los cartuchos, la empresa dej¨® abierta la posibilidad de vender la licencia. Hace unas semanas present¨® su nuevo producto: la impresora de revelado instant¨¢neo de bolsillo PoGo.
Rafael Doctor, director del Museo de Arte Contempor¨¢nea de Le¨®n (MUSAC) y destacado experto en fotograf¨ªa, cree que el fin de la vieja Polaroid est¨¢ enmarcado dentro de la desaparici¨®n de la fotograf¨ªa anal¨®gica, reflejo de un mundo "en el que desaparece la magia del objeto cotidiano. Y supongo que la gente de mi generaci¨®n, los que rondamos los cuarenta, no est¨¢bamos acostumbrados a enterrar algo tan cotidiano". Doctor tambi¨¦n tuvo su Polaroid: "Con ella particip¨¢bamos de la magia de la fotograf¨ªa, la sorpresa de lo instant¨¢neo, era un laboratorio en una peque?a caja". Como el cineasta Ivan Zulueta, que en una exposici¨®n en La Casa Encendida en 2005 reun¨ªa 2.000 de sus 10. 000 polaroids. El cineasta comparaba el efecto de la c¨¢mara con el del S¨²per 8. Trabajar sin pretensiones comerciales, rodando por rodar y fotografiando por fotografiar. Zulueta dijo entonces: "Aquella maquinita ten¨ªa unas posibilidades enormes. S¨®lo hab¨ªa que leer el prospecto: No haga esto que entonces pasar¨¢ aquello. Yo lo hice todo".
Empujados por la filosof¨ªa de su creador, Polaroid fue adem¨¢s una empresa que desde el principio quiso acercar su invento al arte. "Hay tantas cosas que se pod¨ªan hacer con una Polaroid, tantas posibilidades manuales", se?ala Barbara Hitchcock, una de las responsables de la Fundaci¨®n Polaroid y autora del libro que sobre sus fondos public¨® la editorial Taschen. Andy Warhol, Helmut Newton, Luciano Castelli, Robert Rauschenberg, Chuck Close, David Hockney, Walker Evans... decenas de artistas buscaron otras formas de expresi¨®n con sus polaroids. "Las manipulaban, las recortaban, las pintaban, eran capaces de inventarse mil maneras de trabajar con la pel¨ªcula. Hace unas semanas en una conferencia en Nueva York, uno de nuestros grandes fot¨®grafos, Ralph Gibson, dec¨ªa que hoy tenemos que hablar de fotograf¨ªa y de fotograf¨ªa digital porque la t¨¦cnica es determinante. Quiz¨¢ ¨¦l es mayor, pero no le falta raz¨®n".
Hitchcock recuerda como Aaron Siskind, ya anciano, encontr¨® en la Polaroid, la respuesta a sus ojos cansados: "ve¨ªa mal, no pod¨ªa enfocar con una c¨¢mara normal, y entonces descubri¨® la Polaroid, pod¨ªa fotografiar casi sin ver, sin enfocar... es algo hermoso. ?No?" Polaroid ha mantenido durante a?os un programa cultural que facilitaba material a escuelas y creadores. "Una filosof¨ªa ejemplar", dice Joan Fontcuberta. "Era un perfil de empresa que cuidaba sus productos. Yo empec¨¦ con una de bolsillo, en los ochenta, que hac¨ªa fotos tama?o cartera. Al manipularla los efectos eran muy interesantes. Luego trabaj¨¦ con la Positive/Negative 55, que era en blanco y negro y de la que sal¨ªa una copia en negativo y otra en positivo. Por aquellos a?os Polaroid hab¨ªa ganado la batalla de la patente instant¨¢nea a Kodak y con el dinero que ganaron empezaron a mover por todo el mundo las actividades de su Fundaci¨®n. Trajeron a Espa?a su c¨¢mara gigante, que sacaba unas instant¨¢neas de gran formato y con la que tambi¨¦n pude trabajar". Para Fontcuberta el fin de la Polaroid forma parte del "darwinismo tecnol¨®gico". "Lo curioso fue que al acabar con esa magia alqu¨ªmica del cuarto oscuro, la Polaroid ofrec¨ªa algo totalmente inmediato y documental. Era una imagen absolutamente carente de trampas y de trucos. Era una c¨¢mara capaz de dar el testimonio exacto de nuestra vida".
David Hockney logr¨® con la c¨¢mara instant¨¢nea un di¨¢logo con su propia pintura. Los mismos paisajes frente a frente. Andy Warhol (que tambi¨¦n adoraba el juego de otra reliquia del pasado: el fotomat¨®n) tomaba hasta 60 polaroids de sus modelos antes de retratarlos. Luego escog¨ªa cuatro de las instant¨¢neas y las mandaba al laboratorio. De ellas se quedaba con una, la recortaba y la manipulaba, hasta, finalmente, ampliarla y serigrafiarla.
En los a?os setenta, Polaroid envi¨® su popular S-X 70 y cajas y cajas de pel¨ªcula gratis a una leyenda de la fotograf¨ªa: Walker Evans. El fot¨®grafo que hab¨ªa retratado como nadie los rostros de la Gran Depresi¨®n ya era un hombre mayor, divorciado y de salud fr¨¢gil. En sus manos, las peque?as polaroids paseaban por un pastel mordido, un buz¨®n o un pobre maniqu¨ª. Evans hizo una selecci¨®n de 120 instant¨¢neas para su libro Polaroids, un elocuente ejercicio de nostalgia documental que hoy representa el viaje sin retorno de un fot¨®grafo que, obsesionado con la perfecci¨®n, prefiri¨® despedirse con un gui?o a la belleza de lo imperfecto.
Babelia
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