Una ruta pone rostro a cinco siglos de esclavitud en Sevilla
El guineano Hassan Sall elabora un recorrido para visibilizar los a?os en que traficaban con africanos en la capital andaluza
Hassan Sall imagina placas conmemorativas en el aire. A sus 24 a?os, este vitalista emprendedor de Guinea-Conakry pasea por Sevilla con una mirada que radiograf¨ªa el invisibilizado pasado esclavista de la ciudad. Del siglo XIV al XIX la capital andaluza lleg¨® a registrar hasta un 14% de poblaci¨®n negra esclavizada y fue conocida como ¡°el tablero de ajedrez¡±. Pero apenas queda rastro ni recuerdo de la importante presencia de estos africanos desarraigados de sus tierras para servir en una Europa que traficaba y se enriq...
Hassan Sall imagina placas conmemorativas en el aire. A sus 24 a?os, este vitalista emprendedor de Guinea-Conakry pasea por Sevilla con una mirada que radiograf¨ªa el invisibilizado pasado esclavista de la ciudad. Del siglo XIV al XIX la capital andaluza lleg¨® a registrar hasta un 14% de poblaci¨®n negra esclavizada y fue conocida como ¡°el tablero de ajedrez¡±. Pero apenas queda rastro ni recuerdo de la importante presencia de estos africanos desarraigados de sus tierras para servir en una Europa que traficaba y se enriquec¨ªa con ellos. ?l lee para verlo. Y ahora lo difunde. ¡°Estoy orgulloso de contar esta historia¡±, reflexiona Sall, que ha dise?ado la ruta tur¨ªstica Sevilla Negra con hitos que ilustran junto a su piel oscura el lienzo en blanco de lo borrado.
Para empezar, Sall explica el s¨ªmbolo gr¨¢fico de la esclavitud, que llegaba a herrarse a fuego en las caras y los cuellos de los esclavos: ¡°Eso se lo hacen al ganado en mi pa¨ªs. Yo lo ve¨ªa en las vacas y gritaban mucho. Imagina a una persona¡±. Ese s¨ªmbolo era una letra S atravesada por una I como si fuera un clavo. Es-clavo. La S correspond¨ªa a Sine y la I a Iure, que traducido resulta ¡®sin derechos¡¯. Para Sall esto es casi una alegor¨ªa de lo que se vive hoy. ¡°Ahora somos sin papeles. En el siglo XXI no tenemos derecho a trabajar, a tener una cuenta bancaria, a alquilar una vivienda. La ley me impide ser ciudadano. Y esto hay que hablarlo ahora tambi¨¦n, somos invisibles¡±, reclama en un avanzado espa?ol aprendido en apenas cuatro a?os, pandemia mediante.
La palabra ruta, en su caso, tiene un espectro de connotaciones que oscilan entre la infame traves¨ªa que ¨¦l recorri¨® por el desierto del S¨¢hara y el Mediterr¨¢neo como migrante y el recorrido que tiene dise?ado como una yincana en tres idiomas y disponible en su web para visibilizar lo que fue y no se ve. En el itinerario entrever¨¢ historia, actualidad, racismo y desigualdad de g¨¦nero. Ilustra c¨®mo los esclavos proven¨ªan del golfo de Guinea y, sobre las gradas de piedra de la Catedral de Sevilla, junto a las cadenas que la circundan, detalla: ¡°La Iglesia tambi¨¦n participaba de la esclavitud y aqu¨ª se vend¨ªan los esclavos. Cada uno ten¨ªa su precio, aunque las mujeres no val¨ªan tanto [tambi¨¦n depend¨ªa de sus caracter¨ªsticas f¨ªsicas y cualidades]¡±.
¡°?Esto qu¨¦ es?¡±, pregunta en otro punto de la ruta. Y se?ala un monumento que simula un globo terr¨¢queo a la orilla del r¨ªo Guadalquivir con una placa en la que se lee: ¡°De aqu¨ª parti¨® Magallanes¡¡±. La respuesta parece evidente, pero ¨¦l asegura: ¡°Bueno, ocurri¨® esto, pero tambi¨¦n es el sitio al que llegaban los esclavos por primera vez a Sevilla¡±. ¡°Estar¨ªan destrozados, despu¨¦s de un largu¨ªsimo viaje en barco, enfermos, hambrientos, con un olor que molestaba a los sevillanos¡¡±, contextualiza, mientras se?ala cerca, donde habr¨ªa una nave para ser lavados, perfumados y puestos a la venta. Ah¨ª visualiza que en alg¨²n momento se pondr¨¢ una placa que recuerde este episodio: ¡°Nosotros tambi¨¦n estuvimos aqu¨ª¡±.
Prosigue con otra parada en la Iglesia de la Anunciaci¨®n, donde se alzan dos esculturas de los santos Cosme y Dami¨¢n, con los que ejemplifica tambi¨¦n la presencia de los negros en la sociedad. Ellos son los protagonistas de la leyenda del milagro de la pierna negra, que narra c¨®mo trasplantaron a una persona blanca la extremidad de un africano. El Museo Nacional de Escultura recoge la siguiente descripci¨®n de un relieve de la misma historia con t¨¦rminos ya desfasados: ¡°La figura del criado es la de un hombre de color siguiendo una pauta generalizada en esta escena y de la que se encuentran muchos ejemplos en el arte espa?ol, ejemplificando, por otro lado, la presencia generalizada de los esclavos de raza negra formando parte del tejido social¡±. Tanto es as¨ª que alcanzaban tambi¨¦n puestos de confianza, y para mostrarlo Sall ilumina la calle Conde Negro, en alusi¨®n a Juan de Valladolid, quien fuera portero de c¨¢mara de la Corte de Isabel la Cat¨®lica.
Uno de los momentos m¨¢s impactantes de la ruta llega al observar, en el siglo XXI, un s¨ªmbolo como el de la esclavitud sobre la fachada de la Iglesia de los Terceros, cuya hermandad comienza llam¨¢ndose Antigua, Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad Sacramental Esclavitud de Nuestra Se?ora de la Encarnaci¨®n (...). En este caso, el icono es similar al que se marcaba a los esclavos en la cara o en el cuello, pero no carga el mismo peso. El catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa Isidoro Moreno explica. ¡°Los s¨ªmbolos son polis¨¦micos y pueden interpretarse de diversas maneras: bien de forma directa o metaf¨®ricamente. Incluso algunas entidades religiosas se autodenominan ¡°esclavitud¡± como signo de veneraci¨®n sin condiciones a una determinada virgen. El icono no se pon¨ªa en ning¨²n sitio como orgullo de ninguna asociaci¨®n ni en las casas de los nobles¡±. Fuentes de la hermandad de la Sagrada Cena, vinculada a la Iglesia, inciden en esa idea. ¡°Representa a la esclavitud espiritual de servicio a la Iglesia y a la virgen de la Encarnaci¨®n. No es de tipo humano¡±, dicen, y afirman que la vara vertical que cruza la S es de una flor de lis, ¡°que significa la pureza de la virgen¡±.
A pesar de que la Iglesia fue plenamente part¨ªcipe de la esclavitud durante siglos, en Sevilla destac¨® la labor del arzobispo Gonzalo de Mena y Roelas. En 1393 fund¨® una casa-hospital para asistir a esclavos liberados y dio origen a la hermandad de Los Negritos, una de las instituciones m¨¢s antiguas de Europa y que fue referencia para las fraternidades de negros en Latinoam¨¦rica, como recoge el documental Los Negros. Sall ha visto con inter¨¦s esta premiada pel¨ªcula y cuenta que le ha servido para documentarse junto a los escasos estudios que hay sobre este episodio hist¨®rico, por lo que, reconoce, la informaci¨®n de su ruta puede no ser todav¨ªa precisa del todo. ¡°He estudiado aqu¨ª la Educaci¨®n Secundaria de Adultos y me sorprende much¨ªsimo que aprendes el paso de los romanos y de los ¨¢rabes, pero no se ense?a en clase nada del pasado esclavista. No est¨¢ en los libros¡±, critica.
Pedro P¨¦rez, director del centro de la Universidad de Stanford en Madrid, se ha desplazado hasta Sevilla para recorrer la ruta: ¡°Nos encant¨® la iniciativa de Hassan. Tiene a¨²n mucho que mejorar, sobre todo en documentaci¨®n y narrativa hist¨®rica. Sin embargo, en un pa¨ªs donde se habla de la esclavitud como si fuera algo ajeno o una mera nota al pie de nuestra historia, el esfuerzo por visibilizar la presencia y el papel de los esclavos negros en un centro de poder tan importante como fue Sevilla es encomiable y muy necesario¡±, considera. En esta ocasi¨®n, la ruta la guio una compa?era puertorrique?a de Sall, que junto a otros dos africanos, uno de Mal¨ª y otro de Guinea Ecuatorial, fascinados con la iniciativa, lo acompa?an y ayudan para que tenga m¨¢s difusi¨®n.
El recorrido culmina bajo la escultura de Antonio Mach¨ªn, int¨¦rprete de Angelitos Negros y hermano de Los Negritos. Sall no puede cobrar por ella porque no puede trabajar. Solo acepta la voluntad. Ya gestion¨® los tr¨¢mites para solicitar asilo, pero se lo denegaron. ¡°Ahora no tengo documentaci¨®n¡±, expone. Cuenta que en Guinea-Conakry, que ha sufrido m¨¢s de una d¨¦cada de r¨¦gimen opresor y corrupto encabezado por Alpha Cond¨¦, nunca hab¨ªa estado en un colegio, y que lo ¨²nico que le¨ªa era el Cor¨¢n. ¡°Era una dictadura, all¨ª no se puede estudiar y hay muy malas condiciones de vida¡±, recuerda. Ahora cursa un ciclo medio de Carrocer¨ªa. Ya ha participado en un encuentro organizado por el Ministerio de Cultura para difundir su iniciativa y en otras actividades que visibilizan esta historia que tambi¨¦n ilustra con su rostro. Igual alg¨²n d¨ªa las placas conmemorativas que vuelan en su imaginaci¨®n puede palparlas en su ciudad andaluza.