La profunda crisis que cobija al golpe de Estado de Guinea-Conakry
La corrupci¨®n, el mal gobierno, el bloqueo pol¨ªtico y la represi¨®n dan cobertura a una asonada militar a¨²n llena de inc¨®gnitas, pero acogida con esperanza
Antes del amanecer del pasado 5 de septiembre, el teniente coronel Mamady Doumbouya, comandante de las Fuerzas Especiales de Guinea-Conakry, sali¨® al frente de unos 500 hombres de su base en Forecariah, en el interior del pa¨ªs. En apenas un par de horas, la columna militar integrada por camiones y blindados se plant¨® en la capital y lleg¨® hasta el Palacio Presidencial de S¨¦khoutour¨¦ya. All¨ª, doblegaron a los guardias que trataron de hacerle frente tras un intenso tiroteo y capturaron al presidente del pa¨ªs, Alpha Cond¨¦, de 83 a?os. Fue un golpe r¨¢pido que dio la puntilla a un r¨¦gimen de 11 a?os que ya daba muestras de agotamiento, esclerotizado por la corrupci¨®n, perpetuado gracias a la violencia e incapaz de mejorar la vida de sus ciudadanos. Una semana despu¨¦s, la vida sigue su curso.
¡°Estaba durmiendo y me llam¨® uno de mis colaboradores sobre las ocho de la ma?ana¡±, recuerda Cellou Dalein Diallo, l¨ªder de la oposici¨®n y gran rival de Cond¨¦ en todas las elecciones celebradas desde 2010, ¡°no me sorprendi¨® por la profundidad de la crisis pol¨ªtica, econ¨®mica y social en la que estamos inmersos. Un golpe de Estado era la ¨²nica alternativa posible, no hab¨ªa ninguna forma de cambiar un r¨¦gimen ileg¨ªtimo en el que todo estaba a su servicio, los comicios ama?ados y la justicia instrumentalizada. Nadie dentro del pa¨ªs lo ha condenado, todos est¨¢n contentos¡±, asegura Diallo, quien ha pedido a los organismos regionales que no impongan sanciones a los golpistas.
A media ma?ana del domingo 5, la imagen de un Cond¨¦ abatido en un sill¨®n, descalzo, vestido con pantalones vaqueros y camisa mal abrochada y rodeado de soldados comenz¨® a circular por los tel¨¦fonos m¨®viles, redes sociales y grupos de WhatsApp. Antes incluso de ir a la televisi¨®n p¨²blica, un cl¨¢sico en toda asonada militar, los golpistas grabaron su primera declaraci¨®n y la enviaron a trav¨¦s de sus m¨®viles a periodistas y actores pol¨ªticos y sociales. Conscientes de la importancia de mostrar su victoria lo antes posible se apoyaron en el medio m¨¢s r¨¢pido que ten¨ªan a mano, mientras el teniente coronel Doumbouya, hablaba con los oficiales del Ej¨¦rcito para asegurarse de que no habr¨ªa resistencia. El golpe triunf¨®, primero que nada, en los m¨®viles de los guineanos. Y pronto le salieron amantes.
¡°El ambiente era propicio¡± asegura un exministro de Cond¨¦ que ante la volatilidad del momento prefiere guardar el anonimato, ¡°hab¨ªa una batalla feroz incluso en el interior del partido en el poder. La corrupci¨®n era totalmente escandalosa igual que la mala gesti¨®n. Guinea-Conakry ha vivido un boom minero multiplicando por cuatro de sus exportaciones minerales. Nada ha llegado al pueblo, ni en mejoras sociales ni en mejores infraestructuras. Mientras en esas zonas mineras la miseria era galopante, los que robaban se pavoneaban con arrogancia. Muchos se lo dijimos al presidente, pero ya no escuchaba¡±.
Las explotaciones guineanas, segundo exportador mundial de bauxita tras Australia, pero tambi¨¦n productor de oro y cobre, est¨¢n en manos sobre todo de compa?¨ªas rusas y chinas, mientras que el capital turco ha desembarcado en los ¨²ltimos a?os en sectores como el puerto, la agricultura y el transporte. Fruto de estas excelentes relaciones, el presidente Recep Tayyip Erdogan visitaba Conakry en 2016. Durante un acto p¨²blico y tras sobrevolar la ciudad, Cond¨¦ tuvo que escuchar de boca de su nuevo amigo turco palabras que no le gustaron. ¡°Se?or presidente, esto no es una capital¡±, le espet¨®, seg¨²n relataron fuentes presentes en el encuentro. Si Conakry estaba mal, el interior del pa¨ªs es como un viaje al siglo XIX.
Yacouba Barry tiene 30 a?os y es licenciado en Derecho P¨²blico. Vive con sus padres cerca de la Cementera, un barrio a la entrada de la ciudad. Cada ma?ana se levanta temprano, coge su motocicleta y baja al centro para llevar clientes de un lugar a otro. Es su medio de vida. ¡°En un buen d¨ªa puedo ganar unos 180.000 francos guineanos (unos 15 euros) de los que tengo que descontar la gasolina¡±, asegura mientras sortea los innumerables charcos de las agujereadas carreteras de la capital y los constantes embotellamientos. No es el ¨²nico. Miles de guineanos, algunos universitarios como Barry, surfean como pueden en una econom¨ªa tan atascada como la ciudad. ¡°El Estado no empuja. En 2020 solo se ejecut¨® un 5% del gasto p¨²blico previsto en el presupuesto¡±, afirma Diallo.
Pero el Rubic¨®n de Cond¨¦ fueron la violencia y la represi¨®n. En la novela Esperando el voto de las fieras del escritor marfile?o Ahmadou Kourouma, el dictador de una rep¨²blica africana pasea junto a su invitado Koyaga por los jardines del palacio presidencial. De repente, ambos se tropiezan con unos muros coronados por alambres de p¨²as y torretas de vigilancia en las esquinas. Ante la sorpresa de su hu¨¦sped, el s¨¢trapa le explica: ¡°Esta es la c¨¢rcel de Saoubas donde encierro a mis amigos, mis seguidores, mis familiares y pr¨®ximos¡±. Con los adversarios pol¨ªticos las cosas son simples, se les tortura, destierra o asesina, razona el tirano. Pero, ?c¨®mo comportarse con los tuyos? ¡°Es una regla universalmente conocida que no podemos ser traicionados sino por un amigo. Hay que prevenir esa traici¨®n¡±.
Al igual que en la novela, Alpha Cond¨¦ ve¨ªa complots por todas partes y llen¨® las c¨¢rceles de opositores, hasta 400 seg¨²n las organizaciones de derechos humanos. Sin embargo, baj¨® la guardia con los ¨²nicos que pod¨ªan derrocarle: su propio Ej¨¦rcito. ¡°Despu¨¦s de haber hecho una reforma de las Fuerzas Armadas crey¨® que lo ten¨ªa controlado¡±, asegura una fuente diplom¨¢tica. El 2 de octubre de 2018, durante el desfile militar que celebraba los 60 a?os de independencia incluso se vanaglori¨® ante los jefes de Estado que le acompa?aban de esos recios soldados que marchaban con paso firme y los rostros cubiertos con pasamonta?as, las Fuerzas Especiales. Al frente de ellos, marcando el paso, con sus eternas gafas de sol y el pecho a reventar de medallas destacaba la imponente figura de Mamady Doumbouya, a quien el propio Cond¨¦ hab¨ªa confiado la tarea de dirigir esta unidad de ¨¦lite.
Sobre el papel, deb¨ªan defender a Guinea-Conakry de la amenaza exterior, pero para Cond¨¦ eran un as en la manga. En 2020 el presidente promovi¨® una reforma de la Constituci¨®n que le permitir¨ªa volver a presentarse a las elecciones para un tercer mandato, lo que hizo y gan¨® entre denuncias de fraude en octubre pasado. Las llamas de la insurrecci¨®n comenzaron a propagarse. Para impedir que las manifestaciones alcanzaran el barrio de Kaloum, donde est¨¢n el Palacio Presidencial, el puerto y las sedes de los principales bancos y empresas, Cond¨¦ acept¨® que su protegido Doumbouya trasladase a una parte de sus hombres al coraz¨®n de Conakry. Quer¨ªa tener cerca a los suyos, pero en lugar de construir una prisi¨®n, como el dictador de la novela de Kourouma, opt¨® por levantar una base militar.
El 5 de septiembre, quien fuera su protegido y orgullo para Cond¨¦ se meti¨® en el papel de Bruto, uno de los asesinos de Julio C¨¦sar, y asest¨® el golpe definitivo. Lo hizo, en primer lugar, por instinto de supervivencia. ¡°Su nombre estaba en una lista para ser detenido¡±, asegura el exministro, ¡°se hab¨ªa convertido en alguien peligroso para el r¨¦gimen¡±. El aire llevaba meses cargado de electricidad, solo era cuesti¨®n de tiempo que estallara la tormenta. De momento, el depuesto presidente masca su frustraci¨®n encerrado en un cuartel a la espera de que se adopte una decisi¨®n sobre su suerte: exilio o detenci¨®n y juicio en el pa¨ªs, todas las cartas est¨¢n sobre la mesa. El representante especial de la ONU para ?frica occidental, Annadif Mahamat Saleh, visita este lunes Conakry con el encargo de lograr su liberaci¨®n.
Los guineanos, mientras tanto, sue?an con una verdadera democracia y, aunque desconfiados y prudentes, saludan los primeros gestos de la junta militar, que comienza este martes encuentros con pol¨ªticos, l¨ªderes religiosos, sociedad civil y empresas mineras para negociar la creaci¨®n de un gobierno de unidad nacional. Abdoulaye Oumou, bloguero y destacado miembro del Frente Nacional para la Defensa de la Constituci¨®n (FNDC) que vertebr¨® las protestas de 2020, organiza el regreso de los activistas exiliados. ¡°Saludamos el golpe, pero queremos que el tr¨¢nsito hacia un pa¨ªs democr¨¢tico sea lo m¨¢s r¨¢pido posible. Guinea-Conakry no necesita m¨¢s hombres fuertes, sino instituciones fuertes¡±, asegura.
¡°Vamos a participar en la concertaci¨®n y en el gobierno de unidad nacional¡±, remata Cellou Dalein Diallo quien ya se ve presidente del pa¨ªs tras las pr¨®ximas elecciones, ¡°pero no es un cheque en blanco. Los militares han prometido una vuelta al orden constitucional que no rompieron ellos, sino Alpha Cond¨¦ cuando viol¨® la Carta Magna y se present¨® a un tercer mandato. De momento tienen nuestro apoyo, pero les juzgaremos por sus actos¡±.
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