Alfonso Armada, escritor: ¡°El prestigio de la tristeza es un error adolescente porque tiene que ver con el narcisismo. Es muy reaccionario¡±
El periodista dispara sobre los viajes (¡°Si puedo no cojo m¨¢s aviones, el maltrato es cada vez peor¡±), la adolescencia (¡°El amor era un sufrimiento espantoso¡±) y el periodismo (¡°Somos agentes peligrosos¡±)
Alfonso Armada (Vigo, 65 a?os) es periodista, poeta, dramaturgo, fundador y director de FronteraD (revista digital), presidente honor¨ªfico de Reporteros sin Fronteras y acaba de publicar Cuaderno de viaje al pa¨ªs natal (Libros de la Umbr¨ªa y La Solana) que recoge cr¨®nicas gallegas publicadas por el Faro de Vigo. Reci¨¦n jubilado, espera en una terraza del Retiro de Madrid una ma?ana soleada de finales de marzo. Sigue escribiendo, lee m¨¢s que nunca, viaja y observa.
Pregunta. ?Qu¨¦ hizo el primer d¨ªa despu¨¦s de su jubilaci¨®n?
Respuesta. Caminar, supongo. Yo estaba muy mal acostumbrado: toda mi vida he trabajado para EL PA?S o el Abc.
P. ?Por qu¨¦ mal acostumbrado?
R. Porque te convierte casi en un funcionario. Y los cuatro a?os que llevo de aut¨®nomo me han ayudado a comprender c¨®mo buena parte de los colegas se las ven y desean para llegar a fin de mes; yo hab¨ªa meses que no llegaba.
P. Ahora viaja.
R. Siempre viajo. Me voy ma?ana a Canarias en barco.
P. Cu¨¦nteme.
R. Voy en tren de Madrid a Huelva. Duermo en Huelva. Y despu¨¦s cojo un barco, un ferri que lleva coches y que tarda 36 horas en llegar a Las Palmas. De repente es otro viaje completamente distinto. Imag¨ªnate ir a Canarias en un barco. Tienes tiempo de mirar por la borda, de pensar en suicidarte, de dormir, de leer.
P. ?Por qu¨¦ as¨ª?
R. Porque he decidido que, si puedo, no cojo m¨¢s aviones. Primero porque el maltrato en los aeropuertos es cada vez peor. Del maltrato dentro de los aviones ya no digo nada: te hacen sentirte ganado, un horror, no te dan ni agua. Y luego est¨¢ lo de la velocidad.
P. ?Qu¨¦ pasa con la velocidad?
R. Estos viajes que son como rel¨¢mpagos a m¨ª no me gustan nada. Yo prefiero el tiempo del viaje, el tiempo que dura un viaje, el viaje en s¨ª. Y, adem¨¢s, esos viajes contaminan mucho. El problema es que cuando quieres hacer un viaje m¨¢s ecol¨®gico sale car¨ªsimo.
P. Habla del tiempo. Su concepto de ¨¦l ha sido fundamental en su trabajo. Su manera de escribir, de mirar el mundo, incluso en las cr¨®nicas m¨¢s urgentes, encuentra un momento de pausa, de reflexi¨®n. El tiempo es una se?a de identidad suya.
R. Es curioso, porque yo soy hiperactivo. Hablo muy deprisa y, sin embargo, cuando escribo, necesito la pausa. A m¨ª me parece que andamos todos con la lengua fuera, con un desasosiego permanente, y nuestra profesi¨®n contribuye a eso. Somos agentes peligrosos. Los periodistas de la agitaci¨®n, el desconsuelo, la polarizaci¨®n. Nosotros somos culpables de este desorden generalizado.
P. ?Porque nos interesa para vender peri¨®dicos?
R. ?Pero si tampoco vendemos porque hemos espantado a los lectores! Hemos avivado la sensaci¨®n de que el mundo se ha vuelto incomprensible.
P. Redes sociales.
R. Generan la ansiedad de que est¨¦n pasando cosas constantemente. Yo no soy antitecnolog¨ªa, me encanta, pero creo que nos estamos convirtiendo en esclavos de ella. A m¨ª me gustaban los peri¨®dicos. Tienes un d¨ªa entero para elaborar un art¨ªculo, trabajarlo, comentarlo con tus compa?eros, pensar el t¨ªtulo, hacer y elegir la foto, buscar otras fuentes, dejarlo reposar y venir al bar de la esquina, volver y hacer un peri¨®dico. Y al d¨ªa siguiente ten¨ªas un resumen del d¨ªa anterior: una fantas¨ªa. Porque resumir el mundo en 60 o 40 p¨¢ginas es una fantas¨ªa, pero es una fantas¨ªa racional y muy bonita. Me parece que todo eso creaba cierto sosiego y que ahora estamos todos en una carrera contrarreloj. Para qu¨¦, si la muerte va a estar esperando a la vuelta de la esquina.
P. Me gusta eso de tratar de hacer desde los peri¨®dicos un mundo m¨¢s comprensible.
R. Que es una idea un poco melanc¨®lica porque a fin de cuentas el mundo es incomprensible, y no tiene sentido. Pero este af¨¢n de intentar entenderlo, de preguntarle a la gente por qu¨¦ hace las cosas, o de tratar de ver qu¨¦ hay detr¨¢s de una palabra o de una decisi¨®n, necesita tiempo. Y muchas veces no hay respuestas. Esta obsesi¨®n nuestra de ¡°por qu¨¦, por qu¨¦, por qu¨¦¡±. Hay cosas que no tienen explicaci¨®n.
P. ?Por qu¨¦ se hizo periodista?
R. Porque pens¨¦ que me gustar¨ªa vivir de algo que me permitiera usar las palabras. Me parec¨ªa una f¨®rmula no demasiado indecente. Despu¨¦s he visto que el periodismo puede ser muy indecente, pero era el af¨¢n tambi¨¦n de intentar contar las cosas entonces. De que la gente comparta contigo algo, conf¨ªe en ti, te lo cuente y t¨² puedas contarlo. Por eso necesitas tiempo: para que las palabras que elijas no sean banales.
P. En EL PA?S fue, sobre todo, reportero.
R. Pero hice de todo. En una ¨¦poca me dedicaba a seleccionar cartas al director. Un d¨ªa me dijo [el exdirector Joaqu¨ªn] Estefan¨ªa: ¡°Oye, que esto no es Ajoblanco¡±. Yo buscaba las cartas m¨¢s ca?eras, m¨¢s divertidas. Me gustaban las cartas m¨¢s corrosivas.
P. Y luego trabaja en Abc. No es habitual el salto entre uno y otro.
R. All¨ª ten¨ªa un cargo simb¨®lico, fui adjunto al director, algo decorativo. Yo no ten¨ªa ning¨²n poder. De hecho, nunca me quedaba el fin de semana porque sab¨ªan que iba a hacer algo inconveniente.
P. Un cargo de confianza en el que no se conf¨ªa.
R. Bueno, eres una especie de consejero ¨¢ulico: te pueden hacer caso o no. Pero yo recuerdo que con Bieito [Rubido, exdirector de Abc] ten¨ªa broncas constantes porque no le gustaba lo que dec¨ªa. Me nombr¨® para que le dijera lo que no quer¨ªa escuchar hasta que me acab¨® despidiendo. Normal.
P. Se tom¨® en serio su contrato
R. Demasiado en serio. Ya me hab¨ªa sacado antes del suplemento cultural. Me dijo que era muy elitista. Y un a?o despu¨¦s me ech¨®. Me dio pena porque yo estaba muy a gusto. Un d¨ªa el consejero delegado, Jos¨¦ Manuel Vargas, me advirti¨®: ¡°Estamos pensando en que no tienes el gen de Abc¡±.
P. ?Qu¨¦ echa de menos de la juventud?
R. Estoy leyendo un libro que se titula Tu sonrisa sin temblar, de V¨ªctor Colden. Habla de la adolescencia. Hay un personaje que dice que la decadencia empieza a los 17. A m¨ª el libro me ha hecho recordar muchas cosas. Por ejemplo, lo que sufr¨ªa con el amor, que era un sufrimiento espantoso. Primero el miedo al rechazo, despu¨¦s los fracasos amorosos: todo el mundo se hac¨ªa pedazos.
P. ?Y eso lo echa de menos?
R. S¨ª, porque hab¨ªa mucha emoci¨®n ah¨ª. Con las cartas, por ejemplo. Escribirla, ir a Correos, buscar un sello bonito, mandar la carta y cada d¨ªa, despu¨¦s, esperar con ansiedad al cartero para ver si hab¨ªa respuesta. Me estoy poniendo demasiado nost¨¢lgico, quiz¨¢.
P. ?C¨®mo era de cr¨ªo?
R. Repelente. Muy mani¨¢tico, muy pregunt¨®n. Me recuerdo como un adolescente bastante insoportable. ?Y lo que sufr¨ªa en los guateques! Coleccionaba fracasos cuando intentaba sacar a las chicas a bailar. Tantos fracasos que la primera chica a la que le gust¨¦ me resultaba desconcertante: ?qu¨¦ le pasar¨¢ a esta?
P. Los amores imposibles es un gran asunto art¨ªstico.
R. Me hizo escribir poes¨ªa, as¨ª las desgracias eran mucho m¨¢s nutritivas. El prestigio de la tristeza es un error adolescente porque tiene mucho que ver con el narcisismo. T¨² sufres, nadie te comprende, tus padres est¨¢n equivocados y est¨¢s solo t¨² contra el mundo. Y ese cultivo rom¨¢ntico creo que es muy reaccionario. Yo he descubierto muy tarde que la alegr¨ªa es una forma fant¨¢stica de estar en el mundo, y tenemos que dar gracias, no s¨¦ si a Dios o al diablo.
P. ?Viven sus padres?
R. Mi madre. Mi padre muri¨® antes de que pudi¨¦semos reencontrarnos. Perdi¨® la cabeza con el alzh¨¦imer, al final era imposible. Ya era un desconocido.
P. ?Se enfrentaban?
R. Mucho. Yo me escap¨¦ de casa dos veces. Primero contra el mal ambiente que hab¨ªa y despu¨¦s por mala conciencia, porque pensaba que era inmoral estar en Santiago, dedicado a todo tipo de actividades pol¨ªticas y er¨®ticas, sin estudiar. Me parec¨ªa un fraude. Y me escap¨¦ para convertirme en un obrero, para ser consecuente con mis ideas y para mostrar a mi padre mi indignaci¨®n con la atm¨®sfera que hab¨ªa en la casa.
P. ?Qu¨¦ atm¨®sfera?
R. La atm¨®sfera irrespirable entre mis padres, una tristeza de fondo imposible. De la infancia recuerdo grandes silencios.
P. Cubri¨® guerras.
R. Varias. En ?frica, en Europa. Empec¨¦ en Sarajevo, estuve tres veces all¨ª. En todas recib¨ª un consejo: ten miedo. El miedo te ayuda a no cometer imprudencias. Recuerdo a un enviado especial brit¨¢nico que se com¨ªa los bol¨ªgrafos. Estaba aterrorizado. Yo ten¨ªa miedo, pero era un miedo manejable.
P. Y ha vuelto a Galicia con Cuaderno de viaje al pa¨ªs natal.
R. Fue una propuesta de Faro de Vigo, no fue idea m¨ªa. ?Por qu¨¦ no vuelves a Galicia despu¨¦s de m¨¢s de 40 a?os en Madrid?, me preguntaron. Y fue una constataci¨®n de que el tiempo es devastador. Tambi¨¦n fue un intento de ver qu¨¦ quedaba del ni?o que hab¨ªa sido y del pa¨ªs que hab¨ªa dejado atr¨¢s. Y creo que al final del ni?o quedaba poco y del pa¨ªs no quedaba mucho, aunque reconozco algunos paisajes. Y me di cuenta de algo: en Galicia la noche ha desaparecido.
P. Hay una asociaci¨®n astron¨®mica coru?esa, ?o, que lleva denunciando eso muchos a?os, la contaminaci¨®n lum¨ªnica en Galicia.
R. Estos molinos de viento me parecen atroces. Primero porque no son tan limpios como dicen. Tienes que crear los caminos, instalar esas torres, hacer cimientos. Crean un ruido permanente cuando sopla el viento. Y despu¨¦s de noche tienen esta especie de luces de posici¨®n: de repente aparece Galicia de noche como un campo de aviaci¨®n para que aterricen los extraterrestres.
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