?Pesadez¡!
Miguel ?ngel Perera emborron¨® con la espada una entonada faena al ¨²nico toro de calidad del muy largo festejo
La corrida dur¨® tres horas y cinco minutos, algo menos que ¡®Lo que el viento se llev¨®¡¯, y lo grave es que no pas¨® casi nada rese?able; quiz¨¢, por eso, m¨¢s de uno iba por la calle Alcal¨¢ arriba diciendo ¡®A Dios pongo por testigo que jam¨¢s volver¨¦¡¡¯ no a pasar hambre, sino fr¨ªo en una tarde tan fresquita y tan aburrida como la que han protagonizado los dos toros de Jos¨¦ V¨¢zquez y los cuatro de El Parralejo, a pesar de ese cuarto que derroch¨® calidad en la muleta, y tres toreros con ambici¨®n pero sin sentido de la medida.
No se sabe muy bien la raz¨®n, pero, a veces, un festejo se tuerce, el tiempo se detiene y todo se vuelve lento, y el ¨¢nimo se derrumba mientras el fr¨ªo se cuela por las entra?as, a?oras que todo acabe pronto y sue?as con una taza de caldo humeante.
El festejo empez¨® mal. El primer toro de Jos¨¦ V¨¢zquez huy¨® de los capotes, recorri¨® el anillo un par de veces y no hab¨ªa manera de pararlo. El tercio de varas fue un desorden absoluto, y la ceremonia de la confirmaci¨®n larga y cansina. Isaac Fonseca, que era el confirmante, lo intent¨® de veras con ese primer oponente que embest¨ªa con la cara alta, sin clase y sin gracia. Toda su labor transcurri¨® en silencio, a la expectativa, pero no pas¨® nada. Bueno, pas¨® que el torero mexicano escuch¨® avisos, prueba de que no ten¨ªa prisa por acabar.
C¨®mo ser¨ªa el asunto que cuando su padrino tom¨® la espada y la muleta para iniciar la faena al segundo de la tarde -la ceremonia de devoluci¨®n de trastos tambi¨¦n se retras¨® porque T¨¦llez andaba despistado- el reloj marcaba las ocho menos diez minutos, y ?el festejo hab¨ªa comenzado a las siete en punto¡! Pero Perera no apret¨® el acelerador, no; su toro tambi¨¦n era ins¨ªpido y anodino, tanto como el ambiente que, poco a poco, iba tomando forma en la plaza. Otros dos avisos al veterano maestro, y el reloj segu¨ªa adelante.
A T¨¦llez no tuvieron que avisarlo en su primero, un noble ¡®parralejo¡¯, soso, sin nervio y plomizo con el que anduvo sin saber qu¨¦ hacer, y, al final de su inocua labor escuch¨® palmas de tango para animar la tristeza reinante.
El festejo se vino un poco arriba con la llegada de Camillero, un toro del hierro titular, que hizo una desigual pelea en varas, se dio dos costaladas, una en banderillas y otra en el inicio del ¨²ltimo tercio, pero cuando vio la muleta de Perera la consider¨® una buena amiga y la persigui¨® con tanto af¨¢n como buena fe, de modo que su calidad fue la taza de caldo caliente que los tendidos necesitaban.
Perera estuvo a su altura por ambas manos, con oficio, seguridad, temple y buen gusto; alarg¨® la faena como suele ser habitual en estos tiempos y se empe?¨® en dar una bernadinas finales que no aportaron nada. Mat¨® mal, y la obra qued¨® desdibujada.
Lo intent¨® T¨¦llez en el quinto, pero ese animal era un marmolillo moribundo. Y lo grave es que el torero sale de la feria sin un caramelo que llevarse a la boca. Quiz¨¢ pudo estar mejor, solo quiz¨¢, pero su lote de hoy ha sido inservible.
Fonseca intent¨® que la interminable corrida tuviera un final feliz. Se estir¨® a la ver¨®nica sin lucimiento a causa del viento, y con la muleta en las manos se hinc¨® de rodillas en los medios y desde all¨ª cit¨® del lejos al blando y noble animal que hizo sexto. Acudi¨® al cite, a punto estuvo de llevarse por delante al torero y lo que se dio fue una costalada de a¨²pa. Volvi¨® el mexicano a la misma posici¨®n y en esta ocasi¨®n s¨ª consigui¨® su objetivo de dar un pase cambiado por la espalda, que repiti¨® a continuaci¨®n de pie, y los tendidos se animaron a la espera del milagro.
Muy dispuesto e intenso, Fonseca se separ¨® del toro y por dos veces cit¨® de nuevo de largo y se mezclaron los enganches con los muletazos estimables y una desbordante ambici¨®n. Pero el toro era un inv¨¢lido -la opini¨®n mayoritaria era que no se protest¨® para que no lo devolvieran y se alargara el suplicio- y no colabor¨® con las buenas intenciones del lidiador.
Tres toreros de plata saludaron tras el tercio de banderillas. Curro Javier, Javier Ambel y Juan Carlos Rey.
Total, tres horas y cinco minutos¡ Mucho tiempo para tan poca sustancia. ¡®A Dios pongo por testigo que no volver¨¦¡¡¯ a pasar fr¨ªo, porque el mi¨¦rcoles (ma?ana, martes, es jornada de descanso) habr¨¢ que volver bien pertrechado y con la ilusi¨®n por las nubes. Como debe ser.
El Parralejo/Perera, T¨¦llez, Fonseca
Cuatro toros de El Parralejo, bien presentados, desiguales en varas, blandos y muy descastados, a excepción del lidiado en cuarto lugar, de exquisita calidad en el tercio final; y dos de José Vázquez, -primero y segundo- bien presentados, astifinos, mansos, muy descastados y sin clase.
Miguel A. Perera: _aviso_ casi entera atravesada, cinco descabellos _2º aviso_ y un descabello (silencio); dos pinchazos _aviso_ dos pinchazos y estocada (ovación).
Ángel Téllez: pinchazo y estocada baja (silencio); media tendida y un descabello (silencio).
Isaac Fonseca, que confirmó la alternativa: _aviso_ pinchazo, estocada baja, un descabello _2º aviso_ y dos descabellos (silencio); _aviso_ casi entera que provoca derrame (ovación).
Plaza de Las Ventas. 15 de mayo. Sexto festejo de la Feria de San Isidro. Más de tres cuartos de entrada (20.457 espectadores, según la empresa). Tarde muy fría y ventosa.
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