Muere Antonio Gala a los 92 a?os, el regreso del escritor a los verdes campos del Ed¨¦n
El autor de ¡®La pasi¨®n turca¡¯ y ¡®Anillos para una dama¡¯ ha fallecido este domingo. El poeta y dramaturgo public¨® su primera novela en 1990, ¡®El manuscrito carmes¨ª¡¯, que gan¨® el Premio Planeta
El escritor Antonio Gala, poeta, dramaturgo y tard¨ªo pero exitoso novelista, ha fallecido este domingo de madrugada en el hospital Reina Sof¨ªa de C¨®rdoba, donde se encontraba ingresado desde el s¨¢bado debido a complicaciones en su estado de salud, que se hab¨ªa deteriorado mucho en las ¨²ltimas semanas. Gala naci¨® en Brazatortas, Ciudad Real, en 1936 seg¨²n unos, y en 1930 seg¨²n otros. ?l nunca quiso hablar del tema, aunque su fundaci¨®n da por buena la primera fecha.
A principios de 2015, el autor hab¨ªa hecho p¨²blico que se encontraba libre de un c¨¢ncer de colon que le hab¨ªan diagnosticado cuatro a?os antes. Era 5 de febrero y acababan de nombrarlo hijo adoptivo de M¨¢laga. Llevaba traje azul y corbata a rayas, melena de le¨®n repeinada y voz rota, e hizo lo que m¨¢s le gustaba: ense?orearse del ambiente, dibujar la media sonrisa y, ladeando as¨ª el pomo del bast¨®n, masticar suavemente las palabras y gozar escuch¨¢ndolas, escuchando sus propias palabras: ¡°Los m¨¦dicos me han declarado libre del c¨¢ncer de colon¡±.
Casi cuatro a?os antes, el 6 de julio de 2011, Gala (Brazatortas, Ciudad Real, 1936 seg¨²n unos, 1930 seg¨²n otros, ¨¦l nunca quiso hablar del tema) hab¨ªa hecho un anuncio bien distinto en La tronera, la columna que por entonces publicaba en el diario El Mundo: ¡°Padezco un c¨¢ncer de dif¨ªcil extirpaci¨®n. Y estoy sometido, para tratar de librarme, a un largo puteo, que es igual que una guerra de la que soy el campo de batalla¡±.
Entre medias, en verano de 2012, en una tarde asfixiante en El Pimpi de M¨¢laga, entre jamones colgando y una copa de fino que no prob¨®, el escritor compart¨ªa sudor y confesiones con este diario (Gala no sudaba una gota, el periodista del diario, a mares).
¡ªLa quimio cura a veces, y destroza siempre. Quita lo malo, tambi¨¦n lo bueno, ?no?
¡ªLa enfermedad ha conseguido que yo tome conciencia de la muerte. Yo no ten¨ªa ni tengo ning¨²n miedo. Uno se muere, y est¨¢ bien. Yo ya he durado bastante.
O bien:
¡ªYo he sido, ya mucho menos, muy de querer de verdad a la gente. De verdad. Y cualquier paso en falso en una amistad pod¨ªa hacerme un da?o terrible.
¡ª?Por qu¨¦ dice que ahora ya mucho menos?
¡ªPorque me morir¨¦, porque ya estoy muy aislado, porque me entrego menos. Porque me dedico a mis perrillos. Me gustar¨ªa que nos enterraran a todos juntos. Ellos han sido mi compa?¨ªa m¨¢s absoluta.
Ha muerto este domingo Antonio Gala, poeta, dramaturgo, novelista, polemista, articulista, ensayista, guionista de televisi¨®n¡ Antonio Gala fue de todos y de nadie. Quiere decirse que lleg¨® a miles y miles de mesillas de noche y otro cantar era que le leyeran o no. No lo dec¨ªa cualquiera, lo dec¨ªa ¨¦l. Una tarde all¨¢ por 1999, durante una entrevista en su casa de Madrid:
¡ªCada vez que hay un libro suyo en la Feria del Libro es el m¨¢s vendido o el segundo m¨¢s vendido¡
¨D¡ Ya, lo que no quiere decir que sea el m¨¢s le¨ªdo, claro. Soy uno de los escritores m¨¢s vendidos en este pa¨ªs, y de los menos le¨ªdos.
Antonio ?ngel Custodio Sergio Alejandro Mar¨ªa de los Dolores Reina de los M¨¢rtires de la Sant¨ªsima Trinidad y de Todos los Santos naci¨® en La Mancha, s¨ª, pero pas¨® su infancia en C¨®rdoba, la ciudad que, quiz¨¢ junto a Madrid y Alhaur¨ªn el Grande ¡ªese poblach¨®n malague?o donde los invitados de honor a las fiestas patronales son los legionarios y donde Antonio Gala ten¨ªa su refugio y el de sus perrillos, La Baltasara¡ª conform¨® el tri¨¢ngulo m¨¢gico de su vida.
Estudi¨® y obtuvo licenciaturas en Derecho, Filosof¨ªa y Letras y Ciencias Pol¨ªticas y Econ¨®micas, poderosa formaci¨®n acad¨¦mica que el interesado unir¨ªa a la otra, a la que importa, la de la intuici¨®n, las lecturas, el conocimiento de los mitos cl¨¢sicos y la f¨¢brica de pensamientos propios. La de la curiosidad sin l¨ªmite, una profunda incorrecci¨®n pol¨ªtica y de la otra y cierto af¨¢n humanista aderezado con ilimitadas dosis de mala baba cuando se lo propon¨ªa (¡°querido, esa pregunta tuya es una ordinariez, ?no te da verg¨¹enza?¡±), m¨¢s algunos accesos de ternura que desarmaban al m¨¢s pintado (¡°estoy cansado, muy cansado, pero me alegra verte, gracias por venir¡±).
Era, en ese sentido, parecido a su amigo Terenci Moix, a quien visit¨® en Barcelona cuatro d¨ªas antes de que muriera, sabiendo eso, que se le mor¨ªa el amigo a pesar de sus risas y sus descojonos.
La mezcla de las dos formaciones, la oficial y la del trabajo de campo, convirti¨® a Gala, entre otras cosas, en un amante y en un especialista del mundo ¨¢rabe. A Gala le tirabas en la charla la C¨®rdoba de Averroes ¡ªaunque tambi¨¦n la del jud¨ªo Maim¨®nides¡ª y pod¨ªa largarse una tesis. Lleg¨® incluso a fundar y presidir la Asociaci¨®n de Amistad Hispano-?rabe. Y en calidad de tal se fue en 1982 a Bagdad a conocer a Saddam Hussein. Este episodio de una comida con el s¨¢trapa ¡ªtomado aqu¨ª de una certera cr¨®nica publicada por El Peri¨®dico de Arag¨®n en 2003¡ª valdr¨ªa como met¨¢fora del personaje (del de Gala, aunque bien pensado probablemente tambi¨¦n del de Saddam). ¡°Era un tirano, pero era el tirano de los Estados Unidos, que le hab¨ªan dado las armas de destrucci¨®n masiva que ahora buscan, para que las empleara contra Ir¨¢n [¡] Yo le llamaba Manolo, por su aspecto entre alba?il y camionero, con esos ojos negros y ese bigotazo, que parec¨ªa de Chamber¨ª. Y mientras yo le¨ªa mis versos, ¨¦l daba un grito: ¡®?Guahy¨¢!¡¯, y yo asustado: este me gasea. Y la int¨¦rprete dec¨ªa que eso era el equivalente de ¡®?Ol¨¦!¡¯ (que viene de Al¨¢), y era como decir: ¡®Dios te bendiga¡±.
Sin desperdicio.
Pero vamos a lo serio. Gala, que sab¨ªa lo que es ser precoz, escribi¨® una treintena de obras teatrales despu¨¦s de ganar en 1963 con la primera de ellas, Los verdes campos del Ed¨¦n, el Premio Nacional de Teatro Calder¨®n de la Barca. Luego vendr¨ªan, entre otras muchas, Anillos para una dama (1973, luego adaptada por ¨¦l mismo para TVE, donde tambi¨¦n firm¨® la serie Paisaje con figuras), Las c¨ªtaras colgadas de los ¨¢rboles (1974), ?Por qu¨¦ corres, Ulises? (1975), Petra Regalada (1980), Los bellos durmientes (1994) o el libreto que escribi¨® para la ¨®pera Crist¨®bal Col¨®n, estrenada en el Liceo en 1989.
Entre su poes¨ªa ¡ªesa tan vendida y tan poco le¨ªda por los espa?oles, seg¨²n el propio Gala¨D destacan Enemigo ¨ªntimo (1960), Testamento andaluz (1998) o El poema de Tob¨ªas desangelado (2005). ?Y qu¨¦ decir de su obra narrativa? Pues que fue una vocaci¨®n de verdad tard¨ªa. Que hasta 1990 no public¨® la novela El manuscrito carmes¨ª, pero que con ella gan¨® el Premio Planeta. Que con La pasi¨®n turca (1993) y M¨¢s all¨¢ del jard¨ªn (1995) alcanz¨® el ¨¦xito ¡ªy la pol¨¦mica, especialmente con motivo de la versi¨®n cinematogr¨¢fica que Vicente Aranda hizo de la primera de ellas, y que puso de los nervios a Gala¡ª. Que el mundo de la novela est¨¢ ante una obra tan eficaz en su capacidad de venta como limitad¨ªsima en lo literario.
En la Transici¨®n y en los a?os posteriores fue un rojo dem¨®crata de la primera hora. Pidi¨® la autonom¨ªa para Andaluc¨ªa. Presidi¨® la plataforma por el No a la OTAN. Cre¨® en C¨®rdoba la Fundaci¨®n Antonio Gala para ayudar a j¨®venes creadores y colabor¨® en medios de comunicaci¨®n como El Pa¨ªs Semanal (donde public¨® sus c¨¦lebres Charlas con Troylo) y el diario El Mundo, donde firm¨® cada d¨ªa su columna La tronera, haciendo disfrutar y exasperando por igual a sus lectores y poniendo al borde de la crisis de ansiedad a las secretarias de redacci¨®n que tecleaban sus textos, acostumbradas a la mezcla de finura e invectivas marca de la casa.
Ir¨®nico, pele¨®n, cult¨ªsimo, divertido e ingenioso, esnob como el que m¨¢s, incendiario en sus art¨ªculos, un algo impostor, clasista no confeso y extremadamente querible cuando se dejaba, Antonio Gala deja el mundo que le toc¨® vivir y se marcha a los verdes campos del Ed¨¦n. O adonde diantres est¨¦n los tales campos.
Babelia
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