Del hartazgo a la seducci¨®n: las extra?as criaturas de Marie Chouinard bailan el desconcierto
En ¡®M¡¯, el nuevo espect¨¢culo de la core¨®grafa canadiense, conviven el hecho de querer irse y no poder dejar de mirar
El ¨²ltimo espect¨¢culo de la Compagnie Marie Chouinard transcurre por el contraste y la dualidad. De mundos: lo irreal y su opuesto; de conceptos coreogr¨¢ficos: la repetici¨®n y la novedad; e incluso de estados de ¨¢nimo en el patio de butacas: el aburrimiento y la seducci¨®n. A partes iguales. Todo junto y al mismo tiempo. Un estado fascinante en el que convive el hecho de querer irse, por hartazgo, y al mismo tiempo, no poder dejar de mirar y querer seguir haci¨¦ndolo durante a?os. Porque cuando ...
El ¨²ltimo espect¨¢culo de la Compagnie Marie Chouinard transcurre por el contraste y la dualidad. De mundos: lo irreal y su opuesto; de conceptos coreogr¨¢ficos: la repetici¨®n y la novedad; e incluso de estados de ¨¢nimo en el patio de butacas: el aburrimiento y la seducci¨®n. A partes iguales. Todo junto y al mismo tiempo. Un estado fascinante en el que convive el hecho de querer irse, por hartazgo, y al mismo tiempo, no poder dejar de mirar y querer seguir haci¨¦ndolo durante a?os. Porque cuando la planicie en la que descansa la obra se hace demasiado evidente, algo nuevo, aunque no novedoso, sucede.
Se titula M y se estren¨® anoche en los Teatros del Canal de Madrid y tiene programada otra funci¨®n este jueves, dentro del festival Madrid en Danza. En escena, 11 bailarines ataviados con pelucas y pantalones fosforescentes deambulan durante una hora por una estructura narrativa de repetici¨®n marcada por la voz, la respiraci¨®n y el cuerpo. Son extra?as criaturas, algo habitual en la core¨®grafa canadiense, que en su compleja e interesante investigaci¨®n sobre el lenguaje coreogr¨¢fico gusta de presentar a los int¨¦rpretes como seres indefinibles y descontextualizados. En esta obra, los bailarines pueden ser ninfas de un planeta reci¨¦n descubierto, mu?ecos de un videojuego, dibujos animados de manga fl¨²or o oompa-loompas de cuerpos perfectos. Desnudos de cintura para arriba, lo que acent¨²a la importancia de la respiraci¨®n en la propuesta casi como algo tangible, con esos torsos de m¨²sculos y costillas tan presentes, mujeres y hombres desprovistos de cualquier indicio que acucie el g¨¦nero o el sexo, se deslizan en bucle por una partitura vocal de sonidos, gru?idos y c¨¢nticos singulares que acompa?an y decodifican con el cuerpo. La danza, basada en acciones en serie de gestos exigentes, deja al descubierto un elenco espl¨¦ndido, uniforme en su diversidad.
El uso de la voz y la respiraci¨®n como banda sonora y material de trabajo tambi¨¦n es algo habitual en las coreograf¨ªas de Marie Chouinard, lleva d¨¦cadas haci¨¦ndolo. En M, ¨²ltima obra estrenada hace solo unos meses, alcanza el sumun, micr¨®fono incluido en escena, y viene a remarcar una de las ideas de su legado art¨ªstico formado por m¨¢s de 50 obras: que el cuerpo, y todo lo que sucede en ¨¦l, es materia prima para la exploraci¨®n formal y lo que venga.
En una atm¨®sfera de suspense narcotizado, que se podr¨ªa eternizar hasta el infinito, como si Chouinard hubiera creado la obra inacabada o perpetua (el final es clave y subraya esta idea), se podr¨ªa decir que el resultado de M genera un desconcierto tan cargante como atractivo. Y ah¨ª reside, por supuesto, una de sus fortalezas.