Roma restaura la escena del crimen pol¨ªtico m¨¢s famoso de la historia
La ciudad reabre el yacimiento arqueol¨®gico de Largo Argentina, zona sagrada con cuatro templos donde se produjo la conjura y asesinato de Julio C¨¦sar en el 44 a.C
Aqu¨ª podr¨ªa haber nacido la pol¨ªtica italiana. O la pol¨ªtica en general, si atendemos a la idea extrema de supervivencia que rige la capacidad de gestionar el aforo limitado que constituye el poder. En este lugar se llev¨® a cabo la conspiraci¨®n y el magnicidio m¨¢s famoso de la historia ¡ªcon permiso de JFK¡ª, al ritmo sincopado de las 23 pu?aladas que los colaboradores de Julio C¨¦sar le asestaron la ma?ana de los idus de marzo. El episodio precipit¨® el final de la longeva etapa republicana romana y el principio del imperio que instaur¨® su sobrino y heredero, C¨¦sar Augusto, tras ganar la guerra civil a Marco Antonio en el siglo I a.C. Un momento fundamental ¡ªtambi¨¦n para la literatura, el cine y el teatro¡ª que durante siglos permaneci¨® enterrado en el subsuelo de la Roma moderna y que, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, hab¨ªa sido preso del abandono y convertido en el hogar de una enorme colonia de gatos. Ahora, 2.067 a?os despu¨¦s de aquel incidente, podr¨¢ visitarse.
El Ayuntamiento de Roma acaba de inaugurar la remodelaci¨®n del yacimiento arqueol¨®gico de Largo Argentina. Uno de esos muchos lugares en esta ciudad que, inexplicablemente, permanecen durante a?os en un estado semiabandonado y que son peque?as piedras de Rosetta para descifrar una parte de la historia de Occidente. Se trata de un ¨¢rea con cuatro templos sagrados de la ¨¦poca republicana ¡ªel periodo precedente a Augusto y poco documentado¡ª que emergi¨® con las excavaciones para la construcci¨®n de un nuevo barrio en 1926-29. Cuando aparecieron las ruinas, el estado italiano, que entonces encabezaba Benito Mussolini, decidi¨® parar la obra en ese punto y conservarlas. Lo raro de este yacimiento es que los templos que se conservan de la antigua Roma se reutilizaban como iglesias, en cambio aqu¨ª tres de los cuatro que se conservan en alzado, no lo son. ¡°Y que hayan permanecido as¨ª es casi un milagro¡±, explica el superintendente de Bienes Culturales de Roma, Claudio Parisi.
Una pasarela permite ahora recorrer las ruinas a la altura del pavimento original que se usaba entonces: unos 20 metros por debajo del nivel actual. ¡°Eso es uno de los grandes valores de esta intervenci¨®n, porque permite observar much¨ªsimos detalles como la superposici¨®n de los planos. Los distintos materiales hablan tambi¨¦n de esos periodos que en algunos lugares van del siglo II a.C hasta finales del primero¡±, insiste Parisi, mientras se?ala el lugar que atrae todas las miradas en este yacimiento.
Los cuatro templos del yacimiento esconden al fondo lo que fue el Teatro de Pompeyo, el lugar del crimen. ¡°Esa era la pared que cerraba el aula del teatro de Pompeyo donde se deb¨ªa reunir ese d¨ªa el Senado romano. Estamos seguros de que es as¨ª porque las fuentes de la ¨¦poca nos dicen que hab¨ªa unas letrinas a los lados. Sabemos que fue asesinado a los pies de la estatua de Pompeyo [una vez su enemigo]. C¨¦sar hab¨ªa recibido malos presagios, pero decidi¨® ir igualmente, para su desgracia¡±. Un mal fario compartido por Calpurnia, su esposa, que aquella noche hab¨ªa tenido un sue?o premonitorio el que, fundamentalmente, ve¨ªa la escena que luego tuvo lugar. Se supone que el dictador tuvo en cuenta la advertencia, ya que su esposa no era muy dada a ese tipo de fabulaciones supersticiosas. Dud¨®. Pero sigui¨® adelante con sus planes. ¡°Solo hay que temerle al miedo¡±, proclam¨® mientras se encaminaba al matadero.
La Curia de Pompeyo el Grande (106 al 48 a. C.) era un edificio casi cuadrado, de 24 por 27 metros de base, donde se reun¨ªa el Senado durante la Rep¨²blica romana. Se ubicaba junto al llamado Teatro de Pompeyo y estaba unida a ¨¦l por un p¨®rtico. El lugar lo presid¨ªa una gran estatua de Pompeyo (106-48 a. C.). El Senado oficial, la curia, est¨¢ remodel¨¢ndose en ese momento por voluntad del propio Julio C¨¦sar. De modo que esa ma?ana del 15 marzo, ¨¦l y sus senadores se reunieron en el lugar que hoy ocupa el yacimiento recuperado. Ah¨ª fue atacado, primero por Servilio Casca, que lo roz¨® con su pu?al en el cuello. Luego, por una treintena m¨¢s de senadores y conspiradores, incluyendo a Marco Junio Bruto (cuya madre era amante de Julio C¨¦sar). De ah¨ª la famosa frase: ¡°Tu quoque, Brute, fillii mi! (T¨² tambi¨¦n, Bruto, hijo m¨ªo!).
El complot para asesinar a C¨¦sar fue un ¨¦xito, pero sus consecuencias fueron exactamente las contrarias de las que quer¨ªan los asesinos. Un cl¨¢sico tambi¨¦n en la pol¨ªtica actual. Roma nunca recuper¨® su libertad y el hijo adoptivo del dictador, Octavio, instaur¨® una monarqu¨ªa imperial bajo el nombre de Augusto. La historiadora Mary Beard explica en su libro SPQR (Cr¨ªtica) que aquellos idus de marzo ¡ªel d¨ªa 15¡ª fueron la culminaci¨®n de un periodo durante el que Roma vivi¨® ¡°una progresiva degeneraci¨®n del proceso pol¨ªtico y una sucesi¨®n de atrocidades que durante siglos poblaron la imaginaci¨®n de los romanos¡±.
El yacimiento de Largo Argentina forma ahora parte de los lugares clave para entender la historia de Roma. Pero ha sido as¨ª solo despu¨¦s de que la marca de lujo Bulgari costease la restauraci¨®n de la escalinata de Trinit¨¤ dei Monti y sobrase parte del mecenazgo que decidieron invertir en abrirla al p¨²blico. Con ese mill¨®n de euros se acometi¨® el acondicionamiento de un ¨¢rea tan alucinante como el hecho de que no se hubiera rehabilitado antes. Parisi se encoge de hombros al escuchar la incr¨¦dula pregunta y recuerda que solo en Roma hay unas 230 ¨¢reas arqueol¨®gicas. En una ciudad en la que la unidad de medida es el siglo, no hay tiempo ni dinero siempre para todo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.