Muere a los 81 a?os el m¨²sico Sixto Rodr¨ªguez, protagonista del documental ¡®Searching for Sugar Man¡¯
El cantautor, de letras po¨¦ticas y melod¨ªas delicadas, public¨® dos discos en los sesenta y se hizo c¨¦lebre en Sud¨¢frica sin ser consciente de ello
El cantautor Jes¨²s Sixto D¨ªaz Rodr¨ªguez, conocido como Rodr¨ªguez, cuya vida cont¨® el documental Searching for Sugar Man, premiado con el Oscar en 2013, ha fallecido este mi¨¦rcoles a los 81 a?os, seg¨²n ha anunciado la web oficial del m¨²sico. ¡°Con gran tristeza, anunciamos que Sixto D¨ªaz Rodr¨ªguez ha fallecido hoy temprano. Mandamos nuestras condolencias a sus hijas, Sandra, Eva y Regan, y a toda su familia¡±.
Rodr¨ªguez, de clase obrera y origen mexicano, naci¨® en Detroit en 1942. Pas¨® por diferentes empleos extramusicales hasta que empez¨® a actuar en clubes de su ciudad (como uno llamado Sewer, alcantarilla en ingl¨¦s), en el vecindario que, hist¨®ricamente, tambi¨¦n ha sido sede de artistas de renombre como los MC5, Iggy Pop o los White Stripes, donde atrajo la atenci¨®n de varios productores relacionados con el m¨ªtico sello Motown Records: parec¨ªa que del underground de la Motor City surg¨ªa un diamante por pulir, uno que se parec¨ªa al mism¨ªsimo Bob Dylan. Pero en su breve carrera solo grab¨® dos discos, a comienzos de los sesenta: Cold Fact (1970) y Coming from Reality (1971). Pasaron sin pena ni gloria.
En el documental Searching for sugar man (que hace referencia a la canci¨®n Sugar man, ¡°hombre de los caramelos¡±, es decir, a un camello), escrito y dirigido por el sueco Malik Bendjelloul (fallecido en 2014, al a?o siguiente del Oscar, con solo 36 a?os), se cuenta la historia de c¨®mo Rodr¨ªguez descubre, tras muchos a?os, ya sexagenario, que en la lejana Sud¨¢frica (tambi¨¦n en Nueva Zelanda o Australia) es toda una estrella a la que rinden pleites¨ªa decenas de miles de personas que intercambian sus grabaciones durante los setenta y ochenta. ¡°Es una historia perfecta. Tiene el elemento humano, el aspecto musical, una resurrecci¨®n y una historia de detectives¡±, dijo entonces Bendjelloul a The New York Times.
En el pa¨ªs austral Rodr¨ªguez es tan popular como Elvis o los Rolling Stones. Hay quien se tat¨²a las portadas de sus discos. Incluso corr¨ªan rumores sobre su muerte, cometiendo suicidio sobre un escenario (por ah¨ª, por cierto, comenz¨® la investigaci¨®n del documental que rescat¨® su figura: no estaba muerto). Su m¨²sica se convirti¨® en una inspiraci¨®n para el movimiento antiapartheid.
¡°Yo me pregunto - sobre las l¨¢grimas en los ojos de los ni?os. / Y me pregunto - sobre el soldado moribundo. / Yo me pregunto - ?acabar¨¢ jam¨¢s el odio? / Y me pregunto¡ y me preocupo, amigo. / ?T¨² no?¡±, dice el estribillo de su ¨¦xito I Wonder.
Mientras, en Estados Unidos, ajeno a su ¨¦xito, en una era sin internet, Rodr¨ªguez vive con un m¨²sico fracasado: la poca aceptaci¨®n de sus discos le obligaba a trabajar como obrero de la construcci¨®n, lejos de su vocaci¨®n musical. ¡°Hice mucho trabajo pesado: construcci¨®n, demolici¨®n, ese tipo de cosas. Trabajo sucio y polvoriento¡±, explic¨® en una entrevista en el diario brit¨¢nico The Guardian. La discogr¨¢fica le hab¨ªa ocultado su ¨¦xito trasatl¨¢ntico. La pel¨ªcula, y su triunfo en los Oscar, donde obtuvo el premio a mejor documental, devolvi¨® a Rodr¨ªguez a la primera fila musical y le hizo disfrutar de su fama en Sud¨¢frica. Y, ahora, merecedor de obituarios.
De la pobreza a la riqueza
Desde entonces no fue todo de color de rosas: en 2014, Rodr¨ªguez se enfrent¨® a una demanda por la propiedad de las canciones de su ¨¢lbum Cold fact: los dos productores con los que Rodr¨ªguez hab¨ªa firmado contratos, Harry Balk y Clarence Avant, litigaron por los derechos de aquellas canciones olvidadas. Aunque Rodr¨ªguez hab¨ªa firmado un contrato con el primero en 1966 (y por cinco a?os), acab¨® publicando el disco con el segundo. El truco: firmar la autor¨ªa como Jes¨²s Rodr¨ªguez y no como Sixto. Despu¨¦s de su resurrecci¨®n, el breve cat¨¢logo de Rodr¨ªguez se hab¨ªa de pronto revalorizado notablemente y estaba por ver qui¨¦n iba a rentabilizar esa revalorizaci¨®n. ¡°La m¨ªa es solo una historia t¨ªpica de la pobreza a la riqueza¡±, bromeaba a The Guardian, ¡°pero mejor as¨ª que de la riqueza a la pobreza¡±.
Por otro lado, su condici¨®n de nuevo mito de la historia de la m¨²sica, de fen¨®meno extra?o, de enigma, le permiti¨® pisar escenarios en lugares del mundo antes inopinados para el artista. Por ejemplo, en el mismo 2013, dio un ¨²nico concierto en Espa?a en el Poble Espanyol de Barcelona. Se present¨® ante los m¨¢s de 5.000 espectadores tal y c¨®mo hab¨ªa construido su imagen esc¨¦nica: de riguroso negro, con sombrero de ala ancha, melena oscura y gafas de pasta negra, cristales tintados.
El cr¨ªtico de EL PA?S, Luis Hidalgo, destacaba de aquella noche el cari?o del p¨²blico que empatizaba con su historia de cenicienta: ¡°No todos los d¨ªas se ve a un artista querido un¨¢nimemente m¨¢s all¨¢ de su propio cancionero (...) De ah¨ª el ambiente, inusual en un concierto. Porque nadie deseaba una mala actuaci¨®n¡±. No sali¨® del todo bien. Pero ¡°no era el concierto de un artista popular, era el trabajo de una persona honesta recuperada por la justicia po¨¦tica¡±.
Babelia
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