¡®Dispararon al pianista¡¯: im¨¢genes, sonido, belleza

Fernando Trueba y Javier Mariscal demostraron en la bonita y triste Chico y Rita que sus acreditados talentos se complementaban, que hab¨ªa qu¨ªmica entre ellos para lograr arte mediante im¨¢genes y sonidos. Aquella historia pertenec¨ªa a la ficci¨®n. Pero en Dispararon al pianista su desdichado protagonista pertenece a la realidad. Le asesin¨® de forma gratuita el horror de la violencia legitimada y practicada sin prisas y sin pausas por el Estado, por la dictadura militar argentina, la que se invent¨® terror¨ªficamente el t¨¦rmino ¡°desaparecidos¡± para encubrir asesinatos masivos. O sea, si no se presentaban sus cad¨¢veres, las v¨ªctimas no exist¨ªan. Y los peces del mar, al que hab¨ªan arrojado a tantas v¨ªctimas en los vuelos de la muerte, tampoco podr¨ªan declarar en un juicio que se hab¨ªan comido a esas personas que lanzaban desde los aviones.

Aqu¨ª se han propuesto seguir las huellas de un pianista brasile?o llamado Ten¨®rio J¨²nior, que una noche sali¨® de su hotel en Buenos Aires para comprar algo de comer o una medicina para su novia, y del que durante muchos a?os no volvi¨® a saberse nada. Se lo trag¨® la oscuridad y el espanto. Un periodista musical estadounidense, que se propone escribir el libro definitivo sobre una ¨¦poca maravillosa para la m¨²sica, en la que rein¨® el estilo, las sensaciones y el arte torrencial o delicado que hab¨ªan creado los grandes m¨²sicos brasile?os a trav¨¦s de la bossa nova, se propondr¨¢ resolver el misterio. Este hombre, que se siente fascinado por el piano de Ten¨®rio J¨²nior, alguien que actuaba con la banda del inmenso poeta y m¨²sico Vinicius de Moraes y del que no se volvi¨® a saber m¨¢s, iniciar¨¢ un proceso detectivesco sobre el desaparecido, que tendr¨¢ una conclusi¨®n macabra y tr¨¢gica.

El periodista entrevistar¨¢ a gente con la que colabor¨® el superdotado Ten¨®rio y tambi¨¦n a su desolada familia, a su esposa, a sus hijos, y a la mujer que le esper¨® en vano en el hotel porte?o. Nadie tiene dudas sobre la belleza que ese hombre transmit¨ªa a trav¨¦s de su piano. Tampoco de su bondad. Y husmeando sobre su desaparici¨®n en el apogeo de las siniestras juntas militares y que estas pudieran haberle declarado su enemigo, un subversivo, un montonero, todos aseguran que era apol¨ªtico, que ten¨ªa un punto meditativo y m¨ªstico, que en su existencia las ¨²nicas cosas para las que viv¨ªa eran la m¨²sica, su familia y sus amigos. La soluci¨®n al misterio es terror¨ªfica. Torturaron y balearon al pianista (lo hizo un ejecutor s¨¢dico conocido como ?ngel de la muerte) fundamentalmente por la pinta del pianista, porque no les gustaba ni su pelo largo ni su barba, porque no necesitaban justificar su absurdo secuestro, porque era m¨¢s c¨®modo y pr¨¢ctico meterle un tiro en la cabeza e integrarlo en la pavorosa lista de los desaparecidos.

La historia desprende sufrimiento y patetismo, pero est¨¢ narrado de forma hermosa. Im¨¢genes y sonidos cantan a la vida y al arte. La banda sonora es emocionante. No solo hace un tributo a aquella maravillosa m¨²sica brasile?a. Tambi¨¦n al jazz que reinaba en Estados Unidos y concretamente al genial Bill Evans, aquel pianista al que Vinicius adoraba, lo mismo que cualquier persona con paladar. Y los dibujos animados (no s¨¦ c¨®mo se denominan ahora, yo los he conocido con ese nombre desde mi infancia) son preciosos. Todo respira vida y amor a esas personas que mediante lo que expresan sus instrumentos nos otorgan felicidad a los oyentes. Salgo contento y conmovido de esta pel¨ªcula. E indignado con las bestias que disparan a los pianistas. Voy a escuchar una y otra vez a Carole King interpretando Music.