Marisa Fern¨¢ndez Armenteros, productora de cine: ¡°Vivo en un gabinete de crisis¡±
La persona detr¨¢s de las aclamadas pel¨ªculas ¡®Cinco lobitos¡¯ y ¡®Un amor¡¯, ambas dirigidas por mujeres, reivindica las historias que incomodan y deplora la condescendencia machista que a¨²n persiste en su oficio
Llega a la cita diez minutos antes de lo convenido, se queda varada en la estrech¨ªsima acera de la calle Prado de Madrid, obligando a los apresurados transe¨²ntes a esquivarla a caderazos y, de tan absorta como se halla con el m¨®vil y los cascos, no se da ni cuenta de que la estoy observando a un metro. Al verme, casi choc¨¢ndose conmigo en su soliloquio, se disculpa, apurad¨ªsima, y admite que est¨¢ en otra pel¨ªcula. La que puede que ella misma produzca y se estrene, o no, dentro de cinco a?os. As¨ª, dice, es su d¨ªa a d¨ªa.
Nunca tengo claro qu¨¦ hace un productor/a. ?Me lo explica, por favor?
Busco guiones, historias que contar, y el dinero y las personas para llevarlas a la pantalla. Soy una facilitadora, una conseguidora, una malabarista, una gestora de emociones, una pastora de egos y una repartidora de mimos para sacar lo mejor de otros y que el engranaje funcione.
?Y usted, c¨®mo anda de ego?
Bien, gracias. Est¨¢ claro que lo tengo, pero solo lo saco a relucir cuando alguien me viene con un problemita del primer mundo un domingo por la tarde. Entonces, suelo decirle que los del cine ya no somos tan importantes como creemos, que tenemos que competir con otras formas de ocio, y no siempre ganamos. Al recordarnos que hacemos cosas maravillosas, pero ni somos m¨¦dicos ni salvamos vidas, nos calmamos todos un poco.
?Los divos le sacan su propio divismo?
Somos humanos y todos queremos mimos. Somos muy intensos, trabajamos con las emociones. Lo que pasa es que a m¨ª, despu¨¦s de 27 llamadas al d¨ªa templando gaitas, nadie me pregunta c¨®mo estoy. Esa, ahora, es una de las variables que mido al elegir una historia. Para m¨ª el cine es con qui¨¦n lo haces. Funciono por corazonadas. Con la edad solo te f¨ªas de la intuici¨®n, y, as¨ª, si te equivocas o aciertas, solo te lo reprochar¨¢s a ti mismo. Isabel Coixet, la directora de Un amor, por ejemplo, es de las m¨ªas. Tiene 27.000 cosas en la cabeza, pero, en medio de todo ese l¨ªo, es capaz de preguntarme c¨®mo estoy al final del d¨ªa.
?Y c¨®mo est¨¢, aparte de en otra pel¨ªcula? ?Duerme bien?
Honestamente, no. Lo que peor llevo de mi oficio es que no vivo en el presente, sino en el futuro. Hasta el punto de que puedo estar en una gala recibiendo un premio y no disfrutarlo porque identifico un problema y me boicoteo yo misma. Yo, ahora, estoy proyectando qu¨¦ pel¨ªcula voy a hacer en 2024. Vivo en un gabinete de crisis permanente y mi reto, ahora, es saberme re¨ªr de ello.
?Qu¨¦ quer¨ªa ser de ni?a?
De cr¨ªa, arque¨®loga. De adolescente, en Santander, ve¨ªa mucho cine, ten¨ªa cerca el festival de San Sebasti¨¢n y me di cuenta de que quer¨ªa estar cerca de ese mundo. Tambi¨¦n me fascinaba el ?Hola!, la vida de los ricos, de las clases altas, contadas desde dentro, sin complejos. Con mi padre, en casa, le¨ªa el Diario monta?¨¦s, para ver los funerales y las bodas de los vecinos. Luego estudi¨¦ Literatura en Salamanca, queriendo contar historias, y acab¨¦ trabajando para que otros las contaran. Hay algo de aspiracional en ello.
?Por qu¨¦ historias se la juega e invierte dinero propio y ajeno?
Me interesan las contradicciones del ser humano, las grietas que tenemos todos. En este pa¨ªs se nos mete en cajones demasiado estrictos y est¨¢ticos. Lo miramos todo desde el punto de vista de nuestra clase social. A m¨ª, por ejemplo, que tuve una educaci¨®n absolutamente cat¨®lica, en un internado cercano al Opus, que llev¨¦ babi hasta los 18 a?os, me interesa producir historias que me incomoden. Ni todas las historias ni todas las mujeres son luminosas. Sacarnos las verg¨¹enzas es terap¨¦utico. No hago pelis con tema, no tengo relato. Eso s¨ª, me gustan las pel¨ªculas que, al salir de verlas, dan para una charla de sobremesa.
?Ha dicho que llev¨® babi hasta los 18 a?os? ?C¨®mo se sobrevive a eso?
Y daba clase solo con chicas, porque, aunque el centro era mixto, a las que ¨¦ramos buenas estudiantes nos juntaban chicas con chicas. Todos mis amigos pertenec¨ªamos a la misma clase social y a la misma ideolog¨ªa, y entonces no lo ve¨ªa tan raro. Lo bueno es que luego, en Salamanca, me relacion¨¦ con otra gente muy distinta. Nunca he tenido unos postulados muy firmes. Mi padre nos dec¨ªa que no fu¨¦semos posesos de la verdad, y en las derechas y en las izquierdas estamos llenos de posesos de su verdad. Eso lo he visto en las distintas vidas que he llevado y me ha ayudado mucho a decidir qu¨¦ cojo de unos y qu¨¦ de otros. Pero, s¨ª, es cierto que esa educaci¨®n me ha pesado. He crecido en la culpa, en el tener que decir siempre que s¨ª, en tener que ser siempre una dama. He pedido permiso y perd¨®n muchas veces sin tenerlo que haber pedido. Sobre todo en el trabajo.
?Cu¨¢ndo empez¨® a decir ¡°no¡±?
Hace solo tres a?os, cuando fund¨¦ mi productora, Buenapinta. El cine es un sector muy masculinizado, donde el poder estaba en manos de hombres. Claro que hay mujeres en el cine, pero la productora es quien decide qu¨¦ proyecto se va a hacer, y yo depend¨ªa de otros. Hace tres a?os, me lanc¨¦. Us¨¦ mis miedos a m¨ª favor, porque cuando fundas algo, el miedo es tu mejor aliado. Pens¨¦: ?qu¨¦ es lo peor que me puede pasar? ?Que tenga que volver a pedir trabajo? S¨¦ hacerlo. Ahora me quedo con la culpa, pero no con las ganas.
?Sigue notando el machismo, ahora que es la jefa del cotarro?
Micro, macro y mediopensionista. Pero, seamos claras. Volvemos a los estereotipos de las ideolog¨ªas y de las clases sociales. No est¨¦s pensando en el tipo del puro y la chequera, esos ya se han muerto. Ahora, muchos se?oros poderosos van con zapatillas Golden Goose o Nike y votan a la izquierda, pero en el fondo son igual de machistas, y ejercen.
?Qu¨¦ cree que hay detr¨¢s de la eclosi¨®n de productoras y directoras de ¨¦xito de los ¨²ltimos a?os?
Eso ha tenido que ver con la pol¨ªtica de cuotas. Con que, para recibir una subvenci¨®n o participar en festivales, en los proyectos tenga que haber un porcentaje de mujeres. Si no, no habr¨ªa habido esa eclosi¨®n. A¨²n hay mucha condescendencia con nosotras. Y nosotras hemos estado tambi¨¦n algo perdidas. Los t¨ªos dominan ese relato ¨¦pico y heroico de que hay que ver lo que me ha costado levantar este proyecto. Nosotras siempre hemos sido de primero hacerlo y luego quitarnos importancia.
?Como cuando te alaban un vestido y respondes que lo compraste en rebajas para no ofender?
Exacto. Las mujeres seguimos rodando por mucho menos dinero que los hombres. Tenemos que enfocar el relato de c¨®mo nos construimos. Con Isabel Coixet he hablado de que vamos a dejar de decir en las entrevistas que hemos rodado Un amor en cinco semanas y con tan poco dinero. Nosotras lo valemos, s¨ª, pero lo tenemos que valer con dinero, no con migajas.
Un amor es una pel¨ªcula dura, con sexo y grietas humanas por un tubo. ?La ha visto su padre?
Mi padre tiene 90 a?os y es muy bueno y mucho m¨¢s flexible que mucha gente que conozco. Bromea con que los hijos les hemos salido rojos. Por su bien, creo que no la ver¨¢. Desde luego, no conmigo. O si la ve, sufrir¨¢ en silencio y no me dir¨¢ nada, porque en el norte nos queremos sin decirnos nada. As¨ª somos.
CINE CON 'BUENAPINTA'
Cuando, hace tres años, Marisa Fernández Armenteros (Santander, 47 años), Marisín para su familia, decidió liarse los miedos a la cabeza y montar su propia productora, no tuvo dudas. La llamó Buenapinta. Porque detesta la grandilocuencia, porque le gustan las películas de las que se dice que tienen buena pinta y porque es un término que se entiende igual de bien en España que en Latinoamérica, mercado que le encanta como productora y como espectadora. Después de más de dos décadas eligiendo proyectos y trabajando para terceros -en Euroimages y Mediapro-, Marisín, la pequeña de tres hermanos, empezó a jugarse los propios cuartos y el propio prestigio y, si se equivoca, que le pidan cuentas a ella. Sus dos primeros largometrajes, Cinco lobitos, dirigido por Alauda Ruiz de Azúa, y Un amor, por Isabel Coixet, han recogido un gran éxito de crítica y, el primero, de público. Mientras el segundo se estrena próximamente en cines después de triunfar en San Sebastián, Marisín ya está a otra película.
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