Francisca de Pedraza, la primera mujer que obtuvo una sentencia favorable de violencia de g¨¦nero en el Siglo de Oro
El teatro recupera la lucha de una v¨ªctima de los abusos y maltratos de su esposo que logr¨® la separaci¨®n y la recuperaci¨®n de la dote en la Alcal¨¢ de Henares de 1624
No se sabe si fue una mujer especialmente ilustrada. S¨ª se sabe que era hu¨¦rfana y que debi¨® de aprender a leer y escribir en un orfanato de monjas, en el que fue recluida de ni?a en Alcal¨¢ de Henares (Madrid). Lo que tambi¨¦n se conoce son su tenacidad y valent¨ªa y sus enormes ganas de vivir, a la hora de enfrentarse al maltrato brutal que sufri¨® por parte de su marido, Jer¨®nimo de Jaras, a quien las monjas la ofrecieron, muy joven, dote incluida. Se llamaba Francisca de Pedraza y fue la primera mujer de la que se tiene noticia que logr¨® ganar una demanda de separaci¨®n por violencia machista dentro del matrimonio. No fueron los tribunales eclesi¨¢sticos, que rechazaron una y otra vez sus demandas, sino la Universidad de Alcal¨¢ de Henares quien emiti¨® una sentencia pionera que la ayud¨® a recuperar su libertad, dote incluida.
Esta historia, que dio a conocer el historiador Ignacio Ruiz en el libro Francisca de Pedraza, mujer, madre, esposa, maltratada, ha saltado al teatro en una funci¨®n escrita por Borja Rodr¨ªguez y dirigida por Fredeswinda Gij¨®n (Puertollano, Ciudad Real, 1979). Tras una larga gira por peque?as localidades y ser representada hace dos a?os en el Festival de Teatro Cl¨¢sico de Almagro, Francisca llega al Teatro Quique San Francisco (Madrid), donde estar¨¢ desde el 18 de octubre hasta el 12 de noviembre.
Fue la actriz Anabel Maur¨ªn, una de las protagonistas de la obra, quien dio la voz de alerta sobre esta mujer tras descubrir su historia en un c¨®mic de Almudena del Mazo, Mujer y media, basado tambi¨¦n las investigaciones del catedr¨¢tico Ignacio Ruiz. Empez¨® entonces un largo viaje dramat¨²rgico para llevar a escena la vida documentada de Francisca de Pedraza y servir as¨ª de ejemplo a las nuevas generaciones de mujeres. Para Fredeswinda Gij¨®n, que advierte con enorme sonrisa que su nombre se debe a su abuela, natural de La Mancha, es ¡°importante como sociedad no permanecer impasibles ante la violencia machista¡±.
¡°La desdichada vida de Francisca de Pedraza comenz¨® con el matrimonio con Jer¨®nimo de Jaras, un hombre que ya hab¨ªa pasado por la c¨¢rcel por diferentes causas. Las palizas, insultos y violaciones fueron constantes. Se sabe que tuvo dos hijos y que perdi¨® otros dos, el ¨²ltimo en un embarazo a causa de una paliza. Quiero imaginar que era una mujer que so?ara con otra vida y tuviera esperanza de escapar de esa situaci¨®n. Por ello se empe?¨®, una y otra vez, en poner demandas contra el maltrato que sufr¨ªa¡±, asegura Gij¨®n. En una sentencia ante una de las demandas de divorcio presentadas por De Pedraza, el tribunal se limit¨® a pedir al marido que la tratara ¡°bien y amorosamente¡±. ¡°Que me trate bien y amorosamente¡ ?Esto es todo? Traigo el cuerpo roto y el alma en las manos para pedir clemencia a este tribunal, y que vuelva a mi casa con ¨¦l¡±, se lamenta ella en la funci¨®n teatral.
La clemencia y la justicia llegaron a?os despu¨¦s, cuando un doctor de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares conoci¨® el caso y se empe?¨® en ayudar a esta mujer que se ganaba la vida como costurera. El 4 de julio de 1624, el licenciado don ?lvaro de Ayala, rector y juez ordinario ¡°por autoridad apost¨®lica y real¡±, fall¨® en la demanda interpuesta por Francisca de Pedraza, revocando las anteriores sentencias, autorizando la separaci¨®n del matrimonio, con la restituci¨®n de la dote y una orden de alejamiento a su marido. Para ello, tuvo vital importancia el testimonio de sus vecinas, testigos directos del maltrato sufrido por la mujer. ¡°Es un perfecto ejemplo para la sociedad de hoy. Hay que dar voz a los testigos y se?alar al maltratador¡±, apunta Gij¨®n.
¡°?C¨®mo es posible que hoy sigamos viviendo las mismas situaciones terribles que hace 400 a?os? ?C¨®mo podemos proteger hoy a las v¨ªctimas de esta violencia? ?Qu¨¦ hacemos como sociedad con estas mujeres? ?C¨®mo es posible que vecinos y amigos no denuncien conociendo en muchas ocasiones el horror en el que viven estas mujeres? ¡°, se pregunta indignada la directora. Por ello, para traer la historia al presente, la obra teatral cuenta con testimonios de grabaciones reales de mujeres maltratadas y psic¨®logos especializados en violencia de g¨¦nero, que se van insertando a lo largo de la funci¨®n. ¡°La pieza dram¨¢tica, sustentada en testimonios reales, pretende a su vez trazar el recorrido entre los lazos invisibles que anudan aquella historia con la de tantas mujeres que hoy sufren esta violencia y plantear interrogantes vitales a los espectadores como sociedad. Las v¨ªctimas de hoy, de manera an¨®nima, estuvieron a favor de participar en esta obra de denuncia. De hecho, lo m¨¢s complicado y duro para m¨ª en esta funci¨®n fue escuchar los testimonios aterradores de estas mujeres maltratadas, muchas de ellas en procesos de recuperaci¨®n y que generan mucha esperanza, porque no se dan por vencidas¡±, apunta la directora, quien se ha alejado de coreograf¨ªas de golpes o de sangre para centrarse en la voz y la palabra.
No se sabe nada de Francisca de Pedraza desde la sentencia con la que recobr¨® una libertad que nunca tuvo. ¡°En mi imaginario pienso que consigui¨® ser feliz y conocer el mar¡±, se enternece Fredeswinda Gij¨®n.
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