El ChatGPT gana la beca de creaci¨®n
?Deber¨ªa devolver los 6.000 euros que he ganado para una investigaci¨®n art¨ªstica porque us¨¦ la inteligencia artificial para redactar el proyecto?
Querido lector, estoy hecha un l¨ªo. Este verano me present¨¦ a una convocatoria de investigaci¨®n art¨ªstica de la Generalitat. El jueves pasado salieron los resultados y soy una de las ganadoras. La beca consiste en 6.000 euros, s¨¦ que no parece mucho, pero es m¨¢s de lo que he llegado a acumular en mi cuenta bancaria.
Escribo para confesar que redact¨¦ toda la propuesta con el ChatGPT. Lo siento. S¨¦ que todo el mundo lo hace, pero eso no justifica nada. Podr¨ªa decir que la culpa es de la burocracia, que con tan poco tiempo no se puede redactar un dosier decente, que piden una cantidad absurda de documentaci¨®n y que los criterios de evaluaci¨®n son rid¨ªculos: feminismo, sostenibilidad, diversidad funcional. As¨ª, escritos en fila, parecen un anuncio de TMB o el t¨ªtulo de un festival de pensamiento joven del CCCB.
Podr¨ªa encontrar mil excusas para justificar mi fraude, aceptar la beca y seguir adelante. Siempre odi¨¦ a la ni?a repelente que tapaba el examen con el codo para que nadie le copiara, y me r¨ªo del miedo de los mileniales a las inteligencias artificiales.
Me considero una persona con valores, preocupada por la cultura y el pensamiento cr¨ªtico. Dicho as¨ª, sueno como los criterios de evaluaci¨®n de una beca, pero es verdad. Siento que todas las palabras que un d¨ªa hicimos nuestras han perdido el sentido, y ahora no sabemos c¨®mo explicarnos para no sonar como la friqui moralista de la clase.
Creo que deber¨ªa renunciar a la beca. No es solo por una cuesti¨®n de principios. Tambi¨¦n lo pienso porque demasiado a menudo me lleno la boca de lo absurdo que me parece hablar de arte en t¨¦rminos morales. Critico vehementemente la precariedad art¨ªstica que nos obliga a blanquear nuestro discurso; a seudopolitizarlo con un lenguaje llano para que encaje en una industria con la actitud de unos padres demasiado mayores, cansados y miedicas a quien tienes que enga?ar para salir de fiesta.
Y t¨², querido lector, estar¨¢s pensando que con este discurso seguro que tengo entre manos un proyecto superinteresante. Pues no. Hace d¨ªas que lo leo y lo releo y de lo ¨²ltimo que tengo ganas es de ponerme a trabajar en ¨¦l. No queda ni rastro de las primeras ideas, de esa chispa que un d¨ªa me pareci¨® motivo m¨¢s que suficiente para buscar ¡°Convocatorias de investigaci¨®n art¨ªstica¡± en Google y aprender a utilizar el ChatGPT. Estaba convencida de que, si le hac¨ªa cuatro retoques a mi proyecto, el mundo lo querr¨ªa tanto como yo. Pero, ?oh!, sorpresa, las operaciones est¨¦ticas son adictivas y encajar en la norma todav¨ªa m¨¢s. Y, en el fondo, supongo que es lo mismo. El caso es que yo quer¨ªa hacer un proyecto art¨ªstico y ahora tengo un esplai.
Le explico todo este l¨ªo a una amiga y decide citar a Cristina Morales ¨Dgenial, la que faltaba¨D: ¡°Nuestras ideas y su modo de llevarlas a cabo sufren sistem¨¢ticos intentos de violaci¨®n por nuestros editores (...). A veces nos libramos tras un forcejeo quedando nosotras y nuestros textos magullados¡±.
Ya basta de autocompasi¨®n, me digo, renuncia a la beca y empieza de nuevo. Pasa del fantasma de tendencias, censuras y algoritmos que sobrevuela la industria art¨ªstica de nuestro pa¨ªs y busca nuevas palabras que representen aquello en lo que seguimos creyendo pero ya no sabemos c¨®mo nombrar.
Pero 6.000 son mucho m¨¢s de lo que he llegado nunca a acumular, y si yo no los acepto, siempre habr¨¢ otra dispuesta a tatuarse en la frente: feminismo, sostenibilidad y diversidad funcional¡ y eso me revienta.
Qu¨¦ opinas, querido lector, ?deber¨ªa devolver la beca?
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