Cuando el viento tambi¨¦n es belleza
La nueva compa?¨ªa de ballet moderno liderada por la donostiarra Luc¨ªa Lacarra debuta en Madrid con ¡®Lost Letters¡¯
La llegada de una nueva compa?¨ªa al magro y siempre renqueante panorama de la danza espa?ola es ¡ªy no puede ser de otro modo¡ª motivo de alborozo y de esperanza; si se trata adem¨¢s de una compa?¨ªa de ballet contempor¨¢neo que se conf¨ªa enteramente a la explotaci¨®n de la t¨¦cnica acad¨¦mica y sus infinitas y probadas posibilidades, pues dos alegr¨ªas en una. El ambiente local desprecia e ignora ol¨ªmpicamente al ballet. Un error que pagamos todos y que dobla el inter¨¦s de la propuesta, as¨ª como su trinchera.
Tanto Luc¨ªa Lacarra como Matthew Golding, artistas en su conciencia y madurez, muy hechos, han desarrollado sus carreras en grandes compa?¨ªas y con estructuras muy civilizadas, eficientes y a disposici¨®n del mejor resultado espectacular. Ese es un punto de uni¨®n importante y que se evidencia en la factura de la producci¨®n de Lost Letters, que pudo verse ayer en los madrile?os Teatros del Canal. Golding pas¨® ¡ªy bailando muy bien¡ª por Royal Ballet de Londres y Het National de Amsterdam, entre otras agrupaciones; Lacarra, lo mismo en el Ballet Nacional de Marsella Roland Petit y en el Ballet Estatal de la ?pera de M¨²nich. Esto es para dar un bot¨®n de muestra que ya justifica y premia al nuevo empe?o. La obra que presentan ahora est¨¢ muy terminada, es muy profesional en todos sus aspectos t¨¦cnicos y art¨ªsticos, agradable de ver y buscando establecer un lenguaje propio, distinto de lo que hay hoy en el corrillo dom¨¦stico donde deber¨¢n bregar y encontrar su sitio. Y de a?adidura, dest¨¢quese que ambos se sostienen en una buena forma f¨ªsica y din¨¢mica que les permite encabezar el elenco.
Las cartas como objeto y motivo siempre han estado inveteradamente en el teatro de danza; es uno de esos elementos de largo recorrido que viene de lo cl¨¢sico arcaico, pasa por el teatro isabelino (del que el ballet es deudor en tantas cosas tem¨¢ticas, estil¨ªsticas y estructurales) y llega hasta el Romanticismo primero y el siglo XX despu¨¦s.
Lost Letters [Cartas perdidas] se ancla en un sustancial po¨¦tico de largo aliento, y tanto es as¨ª, que puede verse, vivirse, como un poema largo y program¨¢tico, de jornadas de remembranza donde el espectador debe escoger y fijar las claves que culminan, neorrom¨¢nticamente, en un tr¨¢gico final (?esperanzado?). En obras como esta puede constatarse que poes¨ªa (y poema, opcionalmente) y danza no est¨¢n tan lejos, a veces maridados en secreto para lazar al p¨²blico. Eso era m¨¢s o menos lo que dec¨ªan Auden y Balanchine, que eran muy amigos y colaboraron m¨¢s de una vez; Ashbery lo resum¨ªa as¨ª: ante la emoci¨®n de la danza lo dem¨¢s palidece, y Martha Graham sac¨® el t¨ªtulo de Appalachian Spring troceando un verso de Hart Crane en su poema La Danza. En todo ello, como en Lost Letters, hay una b¨²squeda refugiada en la belleza donde incidan respiraci¨®n, instinto, formulaciones de un lirismo honesto.
Lacarra y Golding hacen hincapi¨¦ precisamente en un prolongado hasta el infinito adagio cuyo combustible es el lirismo, el acento elevado y la ilusi¨®n de lo a¨¦reo. Todo en la pieza es sobrio y est¨¢ medido. Acaso es por momento repetitiva, esto es opinable y la m¨²sica de Richter lo alimenta. Ese tono que a veces quejumbra tiene sus riesgos; 10 minutos menos ayudar¨ªan al redondeo.
El filme es como un bailar¨ªn m¨¢s. No es un decorado, sino un abrazo cin¨¦tico de color y formas que culmina en el portentoso efecto final bajo las aguas, esa soluci¨®n que anega almas dentro de una fotograf¨ªa de lugares hermosos, pero duros, nada complacientes. La dif¨ªcil sincron¨ªa que consiguen los artistas entre filmado y vivo llega a formalizar en algunos momentos un delicioso trampantojo. El viento representado se usa como vitola de la intensidad. Golding se siente influido por Cranko, Ashton y MacMillan; no lo oculta, y las figuras aparecen perfumadas por esa zona del gran ballet de nuestro tiempo.
?Casan Max Richter y Rajm¨¢ninov en la banda sonora de un ballet? En principio, no. Aqu¨ª hay esa disociaci¨®n tanto t¨ªmbrica como de empaste: dos mundos, dos ¨¦pocas, dos intenciones que ni se rozan; la cuita la resuelve la linealidad del material cor¨¦utico, sumi¨¦ndonos en ese loop que compadrea a lo extensivo de los compases con el vuelo rasante sobre el campo de amapolas: una de las mejores escenas de la velada.
La nueva compa?¨ªa est¨¢ formada por cuatro parejas de j¨®venes bailarines que cumplen y se entregan, muy concentrados, a lo propuesto por el core¨®grafo y la directora.
Ficha t¨¦cnica
Lost Letters. Coreografía. Matthew Golding, dirección escénica. Lucía Lacarra y M. Golding; música: S. Rachmaninov y Max Richter; vestuario: Gianluca Battaglia y L. Lacarra, filme: Ekaun Albite y M. Golding. Lucía Lacarra Ballet. Teatros del Canal, Madrid. Hasta el 23 de diciembre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.