La Academia de Espa?a en Roma, un motor para el ¡°genio nacional¡± en el exterior
Destacados artistas y directores ilustres como Valle-Incl¨¢n han pasado por la instituci¨®n cultural nacional m¨¢s longeva en el exterior a lo largo de sus 150 a?os de historia
La Real Academia de Espa?a en Roma lleva siglo y medio promocionando el ¡°genio espa?ol¡± en Italia y formando a generaciones de artistas e intelectuales. Es la instituci¨®n cultural espa?ola m¨¢s antigua que existe en el exterior, aunque entre los espa?oles no sea muy conocida. En el Museo de Bellas Artes de Valencia podr¨¢ visitarse hasta el 11 de febrero La huella de Roma, la primera gran muestra que da a conocer la labor de la Academia. La exposici¨®n recorre la enorme diversidad de la instituci¨®n, que cumpli¨® 150 a?os en 2023 y que une Italia, Espa?a y el arte, y fomenta la formaci¨®n human¨ªstica en disciplinas diversas, como la pintura, la escultura, la m¨²sica, la moda, la arquitectura, la filosof¨ªa, la literatura o la gastronom¨ªa.
Desde 1873 han pasado m¨¢s de mil becarios por el centro, un lugar de cruce, de mezcla, enclavado en la espectacular colina del Gianicolo en Roma, que forma parte de un complejo monumental, junto a tesoros como la iglesia de San Pietro in Montorio (San Pedro en el Monte de Oro) y el extraordinario Templete de Bramante, construido en torno al a?o 1500 por orden de los Reyes Cat¨®licos. La sede de la Academia est¨¢ en los antiguos claustros del convento de San Pietro in Montorio.
Con la Unificaci¨®n de Italia consolidada, hace 150 a?os, Emilio Castelar, defensor de los ideales de la Ilustraci¨®n, entonces ministro de Estado de la primera Rep¨²blica, y m¨¢s tarde su presidente, redact¨® el pre¨¢mbulo del decreto con el que se instituy¨® la Academia, con el siguiente objetivo: ¡°Fomentar el genio nacional ofreciendo a nuestros artistas alg¨²n campo de estudio, alg¨²n lugar de recogimiento y de ensayo, en la ciudad que ser¨¢ eternamente la metr¨®poli del arte¡±.
La idea surgi¨® en el contexto del Grand Tour, el viaje por Europa que hac¨ªan los j¨®venes europeos de las clases altas, entre finales del siglo XVII y comienzos del XIX, con Italia como meta particular. Roma, la ciudad que en s¨ª es una gran academia para el arte y la creaci¨®n, donde Miguel ?ngel hab¨ªa pintado la Capilla Sixtina, Bernini hab¨ªa tallado la fuente de los cuatro r¨ªos de la plaza Navona o el Baldaquino de la bas¨ªlica de San Pedro, fue elegida como sede de la Academia por aclamaci¨®n. ¡°Roma te pone en una situaci¨®n de estr¨¦s cultural en la que uno se repiensa y vuelve a reinterpretarse¡±, resalta ?ngeles Albert, actual directora de la Academia.
El centro ha ido evolucionando con el paso del tiempo, pero en la actualidad, ?sigue teniendo sentido mantener una instituci¨®n del siglo XIX? ¡°Es un espacio de acogida, un centro de producci¨®n y de creaci¨®n art¨ªstica y cultural, es un elemento de prestigio. Ser¨ªa interesante que tuvi¨¦ramos m¨¢s instituciones de este tipo, centros de producci¨®n impulsados por el sector p¨²blico. Ning¨²n pa¨ªs se plantea acabar con estos centros, que tienen la tarea de innovar y de producir¡±, defiende Albert. Y destaca que la instituci¨®n ¡°se ha mantenido a lo largo de la historia tan compleja como la espa?ola y la italiana, con dos guerras mundiales¡±.
La directora, defensora a ultranza de lo p¨²blico, cuenta con amplia experiencia en gesti¨®n de centros culturales espa?oles en Am¨¦rica Latina y Guinea Ecuatorial y fue la primera mujer directora de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio de Cultura. Bajo su gesti¨®n, como explica, la Academia se ha ido abriendo progresivamente a la vida cultural romana, m¨¢s all¨¢ de las exposiciones tradicionales en las que los becarios presentaban sus proyectos. El centro ahora forma parte del circuito muse¨ªstico en la ciudad eterna y abre con el mismo horario que la mayor¨ªa de museos romanos, de martes a domingo. Antes de la pandemia recib¨ªan 100.000 visitantes al a?o. Tambi¨¦n se ha ampliado la oferta a otras especialidades como la gastronom¨ªa.
La Academia acoge cada a?o una veintena de artistas para desarrollar un proyecto durante nueve meses, una oportunidad que cambia sus vidas. El centro ha tenido directores ilustres, como el escritor Ram¨®n Mar¨ªa del Valle-Incl¨¢n, el escultor Enrique P¨¦rez Comendador o el arquitecto, pintor y escultor Joaqu¨ªn Vaquero Palacios, as¨ª como becarios reconocidos a nivel nacional e internacional, pintores como los hermanos Benlliure, Francisco Pradilla o Guillermo P¨¦rez Villalta y los m¨²sicos Tom¨¢s Bret¨®n, Ruperto Chap¨ª, Carmelo Bernaola y Mar¨ªa de Pablos.
Agust¨ªn de Celis (1932), pintor, premio Nacional de Pintura 1971 y profesor em¨¦rito de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Madrid, es uno de los becarios m¨¢s antiguos de la Academia, donde pas¨® cuatro a?os, desde 1960 a 1964, ya que en esa ¨¦poca la residencia era m¨¢s larga. Recuerda lo que supuso para ¨¦l aquella ventana al mundo en pleno franquismo. ¡°Conseguir el Gran Premio de Roma, como se llamaba en aquel momento, era como comenzar una nueva vida. Ten¨ªa cuatro a?os por delante en un pa¨ªs democr¨¢tico, libre y que, adem¨¢s, era la cuna del arte. En la Academia aprend¨ª a pensar libremente, a ser algo m¨¢s que pintor, aprend¨ª a ser un artista comprometido con mi tiempo¡±, dice. Y evoca las amistades con escritores como Leonardo Sciascia o el entonces exiliado Rafael Alberti, entre otros, ¡°experiencias que en Espa?a eran inimaginables¡±.
De Celis ha regresado a Roma para participar en un encuentro de antiguos becarios y ha podido constatar c¨®mo ¡°han cambiado las cosas para bien¡±. El estudio de arquitectura de un alumno suyo y antiguo becario, Jes¨²s Aparicio, ha ganado el concurso para rehabilitar y modernizar las instalaciones de la Academia en los pr¨®ximos a?os.
Manuela Pedr¨®n Nicolau, experta en comisariado y mediaci¨®n, tambi¨¦n ha vuelto a Roma. Estuvo en la Academia entre 2015 y 2016 y la define como ¡°un laboratorio para que las formas de hacer sean cada vez mejores, que puede tener un papel determinante para construir un contexto cultural y art¨ªstico mejor¡±. Clara Montoya, escultora becada de la Academia en 2015, defiende esta ¡°instituci¨®n excepcional¡± y resalta que ¡°es importante cuidar las cualidades que tiene y mejorarlas¡±. Considera que el centro ¡°ha tenido un periodo de crecimiento y recuperaci¨®n importante con Albert en la direcci¨®n¡±. Y reivindica: ¡°Deber¨ªamos estar a la altura de la Academia de Francia y de la Academia Americana y tener mucha m¨¢s repercusi¨®n en la sociedad. Es una manera de generar cultura y de conseguir reputaci¨®n para los artistas y la cultura espa?ola¡±.
Las otras academias
La idea de tener una academia nacional en la cuna del arte cl¨¢sico no era nueva. Francia lo hab¨ªa hecho en 1666. En Roma se cuentan por decenas los institutos y academias extranjeras: de B¨¦lgica, Alemania, Rumania, Hungr¨ªa, Reino Unido, Escandinavia, Austria, Polonia... Esta proliferaci¨®n es una caracter¨ªstica ¨²nica de la ciudad. ¡°Forman una constelaci¨®n dentro de la urbe¡±, se?ala la comisaria Cecilia Canziani. ¡°En el siglo XVIII, Roma era una ciudad cosmopolita, destino privilegiado de las rutas del Grand Tour, un entorno internacional en el que completar la formaci¨®n cultural y personal. Siguiendo el modelo franc¨¦s, a lo largo del XIX se fundaron representaciones culturales de otros muchos pa¨ªses, algunas de las cuales encontraron su sede definitiva en la ciudad a ra¨ªz de la Exposici¨®n Universal de 1911¡å, agrega.
Por ejemplo, el Instituto finland¨¦s de Roma es vecino de la Academia espa?ola y desde 1954 recibe a estudiosos y eruditos en la Villa Lante, que Finlandia adquiri¨® gracias a la donaci¨®n de un mecenas. Est¨¢ gestionado por una fundaci¨®n privada, financiada por el Ministerio de Educaci¨®n y Cultura, pero tambi¨¦n recibe donaciones privadas y fondos de fundaciones finlandesas culturales y cient¨ªficas.
La Academia Americana en Roma, a diferencia de otras instituciones de este tipo, no depende del Gobierno, sino que es un organismo que se cre¨® en 1893, cuando en la Exposici¨®n Universal de Chicago un grupo de arquitectos, pintores y escultores decidi¨® fundar un centro para estudiar arte en Roma. La eligieron porque ¡°ninguna otra ciudad ofrece un campo de estudio semejante, ni una atm¨®sfera tan llena de modelos del pasado¡±. Tiene varias sedes, la principal, desde 1909, es la Villa Aurelia, donada por la heredera Clara Jessup Heyland, originaria de Filadelfia.
La Academia espa?ola en Roma depende de Asuntos Exteriores, Uni¨®n Europea y Cooperaci¨®n, como parte importante de la diplomacia espa?ola, aunque muchos de los becados reclaman la participaci¨®n del Ministerio de Cultura. Tiene un presupuesto en torno a los 650.000 euros anuales, incluyendo los gastos de las becas, frente a los m¨¢s de 10 millones de euros de los que dispone la francesa o los tres millones de la alemana.
Albert reconoce que Espa?a no cuenta con ¡°herramientas suficientes para apoyar a nuestros creadores para que desarrollen proyectos¡±. Por eso la Academia de Roma es una realidad ¨²nica, subraya, que ¡°permite que los becados se centren en la creaci¨®n de un proyecto propio, no el que les pida una galer¨ªa, un comisario o una editorial¡±. Y agrega: ¡°Los residentes buscan tiempo, espacio, libertad de creaci¨®n y de investigaci¨®n y encontrarse con una ciudad apasionante¡±.
El objetivo para el futuro es potenciar la instituci¨®n y equipararla al gran referente, la Academia de Francia, situada en la espl¨¦ndida Villa M¨¦dici, que depende del Ministerio de Cultura galo, pero que tiene personalidad jur¨ªdica propia, lo que le otorga independencia y margen de maniobra y entre otras cosas le permite presentarse a concursos internacionales o disfrutar de fondos europeos. ¡°Es p¨²blica, pero tiene total autonom¨ªa¡±, explica Albert. En el caso de la espa?ola, apunta que lo deseable ser¨ªa convertirla ¡°en una fundaci¨®n de derecho p¨²blico, para que siga siendo un ente p¨²blico, pero con m¨¢s independencia y una gesti¨®n m¨¢s ¨¢gil¡±.
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