Un fil¨®sofo atado como los botones a una blusa
Si hay algo que me fascin¨® de ¡®La sociedad de la nieve¡¯, fue que el humor entre los supervivientes del accidente siempre aguant¨® hasta el ¨²ltimo aliento y en circunstancias inhumanas
Siempre que la palabra muerte ronda cerca, pienso en Warren Zevon. Ahora, desde que vi en el cine La sociedad de la nieve, tambi¨¦n pensar¨¦ en los chicos del avi¨®n estrellado en Los Andes.
Warren Zevon, m¨²sico estadounidense nunca lo suficientemente reivindicado, tuvo un c¨¢ncer pulmonar que lo fulmin¨® en cuesti¨®n de meses. Cuando el m¨¦dico le comunic¨® que no hab¨ªa cura para su enfermedad, decidi¨® grabar el gran disco de su vida: The Wind. Y decidi¨® otra cosa igual de importante: no perdi¨® su humor. Un humor negro y afilado, personal¨ªsimo, que palpitaba en sus canciones desde los a?os setenta, cuando se dio a conocer con ¨¢lbumes tan sobresalientes como Excitable Boy.
De las muchas an¨¦cdotas de ese a?o que luch¨® contra el c¨¢ncer, hay una que sucedi¨® en el estudio con el resto de la banda. En pleno proceso de grabaci¨®n de The Wind, dijo a sus m¨²sicos: ¡°Chicos, ?record¨¢is que me muero? Vamos muy lentos, as¨ª no acabaremos a tiempo. Por si acaso, ?sab¨¦is si todav¨ªa se publican EPs?¡±. Llegaron a tiempo, pero justos: el disco de larga duraci¨®n ¨CLP-, formado por 11 composiciones, se public¨® una semana despu¨¦s de su fallecimiento.
Si hay algo que me fascin¨® de La sociedad de la nieve, fue que el humor entre los supervivientes del accidente siempre aguant¨® hasta el ¨²ltimo aliento y en circunstancias inhumanas. Personas atrapadas en lo alto de la monta?a, abandonadas, fam¨¦licas, heridas y desesperadas que se permitieron bromear en mitad del infierno helado, antes del fin que lleg¨® a muchos.
En una de las escenas m¨¢s simb¨®licas, los supervivientes, apilados como desechos dentro de un trozo de avi¨®n en el que las maletas se usaban como pared contra la nieve, se pon¨ªan a jugar a las payadas, una tradici¨®n de los pastores uruguayos en la que se improvisan frases que riman. Como explic¨® J. A. Bayona en un did¨¢ctico v¨ªdeo en diario.es, esta tradici¨®n ser¨ªa una especie de rapeo. Justo antes de ponerse a rodar, el director les oblig¨® a improvisar las payadas, con el fin de conseguir m¨¢s espontaneidad en una situaci¨®n, que, una vez m¨¢s, acabar¨ªa con la monta?a descargando su terror. Quer¨ªa un humor m¨¢s real. La risa les salvaba de apagarse. Al igual que comer carne humana, mantener la llama del humor era otra forma de sobrevivir. Quiz¨¢ la forma m¨¢s humana.
El sentido del humor siempre ha sido una de las virtudes que nos diferencia de los animales, un rasgo de la inteligencia humana que nunca deber¨ªa perderse, incluso en situaciones adversas. No creo que pueda existir una gran relaci¨®n de amistad sin humor, como tampoco deber¨ªa faltar bajo el techo de un hogar. Si una pareja pierde la capacidad de bromearse, seguramente est¨¢ en estado cr¨ªtico. Puede que s¨®lo sean zombies cumpliendo el expediente de una relaci¨®n. La risa, la broma, la complicidad de hacer al otro m¨¢s fuerte y confiado por el chascarrillo se puede entender como un tipo de cuidado afectivo esencial. Un cuidado que tambi¨¦n debe fomentarse entre padres e hijos. Una de las cosas que admiro de mi hijo, todav¨ªa un ni?o, es que le sale por s¨ª mismo bromearme en todo tipo de situaciones.
Hay un momento bastante cr¨ªtico en La sociedad de la nieve en el que el humor vence al miedo. Arturo, uno de los supervivientes que est¨¢ a punto de morir, dice:
- ¡°Creo en el Dios que tiene Roberto en la cabeza cuando viene a curarme las heridas. En el Dios que tiene Nando en las piernas para salir a caminar sin condiciones. Creo en las manos de Daniel cuando corta la carne y Fito cuando la reparte¡ Y en los amigos muertos¡±.
A lo que replica Rafael:
- ¡°Sos, un fil¨®sofo, Arturo. Monaguillo y fil¨®sofo¡±.
Rafael lo dice con una sonrisa, a la que Arturo responde con una risa, surgida de un cuerpo magullado y d¨¦bil como el de Numa, que tambi¨¦n r¨ªe cuando a sus 25 a?os apenas pesa m¨¢s de 25 kilos y tambi¨¦n le queda poco para morir.
El humor es otro Dios en el que creer. Incluso cuando se pierde conviene recordarlo. No caer en el temor ni el pesimismo. No hay sociedad que pueda existir sin ¨¦l. Como dej¨® escrito Warren Zevon en la ¨²ltima canci¨®n que compuso, Keep Me in Your Heart: ¡°A veces, cuando est¨¦s haciendo cosas sencillas en casa, podr¨ªas pensar en m¨ª y sonre¨ªr, eso quiere decir que todav¨ªa sabes que estoy atado a ti como los botones a tu blusa¡±.
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