Muere Maurizio Pollini, monstruo sagrado y gran humanista del piano, a los 82 a?os
El legendario m¨²sico milan¨¦s hab¨ªa cancelado sus pr¨®ximas actuaciones en Espa?a. Deja inolvidables discos de Beethoven y Chopin, pero tambi¨¦n una f¨¦rrea reivindicaci¨®n de Sch?nberg y la m¨²sica contempor¨¢nea
¡°En una ocasi¨®n una se?ora me pregunt¨® a qu¨¦ tendencia pertenec¨ªa, a los que tocan como est¨¢ escrito o a los que lo hacen como sienten¡±. El pianista Artur Schnabel recoge esta famosa an¨¦cdota dentro de su libro p¨®stumo My Life and Music (1961). Su respuesta representa la mentalidad del pianista moderno que encarn¨® idealmente Maurizio Pollini (Mil¨¢n, 1942): ¡°?No puedo pertenecer a los que sienten como est¨¢ escrito?¡±.
El pianista italiano ten¨ªa una destreza legendaria que permit¨ªa a unos escuchar, en un mismo recital, profundidad intelectual y a otros fr¨ªa pirotecnia. A pesar de ello, siempre defendi¨® el valor intr¨ªnseco de la composici¨®n por encima de la interpretaci¨®n. Un humanista del piano y un insigne ¡°lector¡±, tal como lo retrat¨® el historiador del piano Piero Rattalino, que falleci¨® la madrugada del pasado s¨¢bado, 23 de marzo, en un hospital de Mil¨¢n, a los 82 a?os.
Rattalino tambi¨¦n defini¨® a Pollini como un ¡°monstruo sagrado¡±. Un pianista de excepcional calidad art¨ªstica que, adem¨¢s, ejerc¨ªa una considerable influencia sobre el p¨²blico. Lo segu¨ªa haciendo en los ¨²ltimos a?os, a pesar de sus limitaciones f¨ªsicas y sus crecientes problemas de salud. No por casualidad, se hab¨ªan anunciado recitales suyos en Madrid, Zaragoza y Barcelona durante el mes de abril, que fueron cancelados a finales de febrero como consecuencia de una grave afecci¨®n respiratoria.
Pollini no fue simplemente un pianista admirado y querido por el p¨²blico. Su influencia renov¨® la interpretaci¨®n del gran repertorio pian¨ªstico, de Beethoven a Debussy, y apost¨® por su ampliaci¨®n. Nunca faltaron en sus recitales la reivindicaci¨®n de la m¨²sica para piano de Sch?nberg o las propuestas m¨¢s innovadoras de Boulez y Nono.
Pero el compositor que vertebr¨® toda su carrera como pianista fue Chopin. Tras estudiar con Carlo Lonati y Carlo Vidusso, y graduarse en el Conservatorio de Mil¨¢n, en 1960 gan¨® el Concurso Chopin de Varsovia. Lo hizo con tanta autoridad que hasta Arthur Rubinstein, que presid¨ªa el jurado, reconoci¨® que ese joven de 18 a?os era t¨¦cnicamente superior a todos ellos. Podemos escuchar esa mezcla de poes¨ªa y perfecci¨®n del joven Pollini en su grabaci¨®n, de 1960, del Concierto para piano n¨²m. 1, de Chopin (EMI/Warner Classics).
Tras ello, Pollini opt¨® por retirarse de la escena internacional para seguir su formaci¨®n. Comenz¨® a estudiar F¨ªsica en Mil¨¢n y asisti¨® a las clases magistrales de Arturo Benedetti Michelangeli. En esos a?os fortaleci¨® su inter¨¦s hacia la Segunda Escuela de Viena y la m¨²sica serialista de Boulez y Stockhausen. Una pasi¨®n musical que le acerc¨® a dos grandes amigos: el director Claudio Abbado y el compositor Luigi Nono. Los tres compartieron militancia pol¨ªtica de izquierda y varios proyectos para acercar la m¨²sica contempor¨¢nea al p¨²blico obrero.
Su regreso internacional, en 1968, caus¨® sensaci¨®n y, poco despu¨¦s, firm¨® un contrato exclusivo con Deutsche Grammophon. Empez¨® su relaci¨®n con el sello amarillo, en 1971, grabando los Tres movimientos de Petrushka, de Stravinski, junto a la S¨¦ptima sonata, de Prok¨®fiev. Y prosigui¨® con sus m¨ªticos registros de las dos series de estudios de Chopin (1972), la Fantas¨ªa op. 17 de Schumann (1973), la obra completa para piano de Sch?nberg (1974) y las cinco ¨²ltimas sonatas de Beethoven (1975-77). Pero tambi¨¦n registr¨® la Segunda sonata, de Boulez (1976), y realiz¨® varios discos inolvidables con orquesta como el Concierto para piano n¨²m. 4, de Beethoven, con Karl B?hm, en 1976, y el Concierto n¨²m. 2, de Bart¨®k, con Claudio Abbado, en 1979.
Todas estas grabaciones reflejan su maestr¨ªa para combinar la finura t¨¦cnica con un hipn¨®tico poder¨ªo musical y una admirable lucidez intelectual. Siguieron muchas otras, siempre en DG, como las ¨²ltimas sonatas de Schubert (1983-85), la Sonata en si menor de Liszt (1990), estudios y preludios de Debussy (1993 y 1999) o los scherzos y baladas de Chopin (1999), a los que sum¨® tambi¨¦n Brahms y Mozart e incluso regrab¨® en sus ¨²ltimos a?os, como sucedi¨® con las ¨²ltimas sonatas de Beethoven. En todas ellas late un mismo rechazo hacia la exhibici¨®n virtuos¨ªstica y un acercamiento alejado de los manierismos. Un planteamiento que aplic¨® con id¨¦ntico rigor a las composiciones de Boulez, Manzoni, Nono, Sciarrino y Stockhausen.
Pollini tambi¨¦n coquete¨® con la direcci¨®n musical a comienzos de los ochenta. Incluso dej¨® una grabaci¨®n de La donna del lago, de Rossini, en el Festival de P¨¦saro (Sony Classical). Pero termin¨® limit¨¢ndose a la direcci¨®n de Mozart desde el teclado. Su personalidad t¨ªmida y retra¨ªda le alej¨® de los focos y no era pr¨®digo a las entrevistas. En la ¨²ltima que public¨® en Espa?a la revista Scherzo, en septiembre de 2021, reconoci¨® lo que le hab¨ªa afectado el par¨®n de la pandemia y su necesidad del concierto en directo: ¡°una experiencia irrepetible durante la cual siempre ocurre algo especial¡±. Su capilla ardiente ha sido instalada en el Teatro de La Scala de Mil¨¢n, donde dio tantos recitales inolvidables, y deja un heredero musical en su hijo Daniele, de 45 a?os, que tambi¨¦n es pianista
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