El estricto protocolo de seguridad de los ¡®stradivarius¡¯ reales: nada de anillos, siempre a la vista
El Cuarteto Palatino y el violonchelo 1700 llevaban siete a?os sin tocar juntos y lo hacen ahora con dos conciertos en el Palacio Real
En la sala de los stradivarius hay varias decenas de visitantes que observan cinco urnas vac¨ªas casi con el mismo inter¨¦s que si estuvieran llenas. Las estrellas de esta habitaci¨®n del Palacio Real de Madrid no pueden verse, pero se las oye cuando se abre por un par de segundos una de las puertas laterales. Un curioso asoma la cabeza y se topa de sopet¨®n con el personal de seguridad. Al otro lado de esa puerta, en el comedor de diario, el grupo Concerto 1700 y el chelista Marco Testori resucitan el sonido de los cinco hermanos de madera...
En la sala de los stradivarius hay varias decenas de visitantes que observan cinco urnas vac¨ªas casi con el mismo inter¨¦s que si estuvieran llenas. Las estrellas de esta habitaci¨®n del Palacio Real de Madrid no pueden verse, pero se las oye cuando se abre por un par de segundos una de las puertas laterales. Un curioso asoma la cabeza y se topa de sopet¨®n con el personal de seguridad. Al otro lado de esa puerta, en el comedor de diario, el grupo Concerto 1700 y el chelista Marco Testori resucitan el sonido de los cinco hermanos de madera que construy¨® Antonio Stradivari hace m¨¢s de 300 a?os. El mi¨¦rcoles dieron el primer concierto juntos en siete a?os y este jueves volver¨¢n a sonar en un evento que tiene las entradas agotadas desde hace meses.
El protocolo de estos cinco stradivarius, el Cuarteto Palatino y el violonchelo 1700, es riguroso. Lo ide¨® Sonsoles Castillo, conservadora y jefa de traslados de Patrimonio Nacional, en los a?os 90 y desde entonces, explica, se sigue a rajatabla: ¡°Es el m¨¢s estricto de todas las obras de arte que tenemos. Ten en cuenta que se los est¨¢s dando a un m¨²sico que va a manipularlo continuamente. Un cuadro, por m¨¢s importante que sea, no se lo das a una persona cada cierto tiempo para que lo ponga boca abajo, boca arriba y lo toque. Hay que tener en cuenta que es una obra de arte, pero tambi¨¦n un instrumento y si no lo tocas, se muere¡±.
A las ocho y media de la ma?ana, antes de que empiecen las visitas, Castillo abre cada urna con llave para meter, con ayuda de un peque?o equipo de personas y ante la mirada atenta del personal de seguridad, cada instrumento en su estuche. Todos los movimientos se reflejan en un acta y se suben a una base de datos para tener controlados cada uno de los traslados.
De aqu¨ª, y solo cuando lo ordena Castillo, van de uno en uno al comedor de diario, una sala cercana, a la espera del primer ensayo de los m¨²sicos. Pero ser¨¢ en unas dos horas, as¨ª que, hasta que lleguen, la habitaci¨®n permanecer¨¢ cerrada con llave y bajo la vigilancia de una c¨¢mara de seguridad. En 2022 se cumplieron 250 a?os de la llegada del Cuarteto Palatino al palacio. Stradivari quiso ofrec¨¦rselos a Felipe V a su paso por Cremona, pero la entrega no lleg¨® a efectuarse. Fue Carlos III el que acab¨® compr¨¢ndolos para su hijo, Carlos IV, gran aficionado a la m¨²sica. ¡°El buen trato que han tenido a lo largo de los a?os es lo que nos permite decir que este cuarteto y el violonchelo 1700 tienen una sonoridad excepcional y nos hace tener unas piezas ¨²nicas en patrimonio¡±, explica Mar¨ªa Jos¨¦ Su¨¢rez, conservadora de instrumentos de Patrimonio Nacional. Ella se encarga de abrir los estuches a los m¨²sicos cuando llegan para que no toquen m¨¢s que el instrumento. Les pide que se quiten los pendientes, colgantes o anillos que lleven. No puede haber nada susceptible de rozar los stradivarius.
Instrumentos que viven si se tocan
¡°Lo que he notado con este viol¨ªn es que todo funciona haciendo muy poco esfuerzo. Estos instrumentos viven si se tocan. Son muy bonitos, pero adem¨¢s hay que tocarlos. Adem¨¢s, cada d¨ªa notas que se va despertando. Yo lo comparo con hacer deporte, el primer d¨ªa no est¨¢s en forma, necesitas tiempo. Ellos est¨¢n un poco dormidos y al tocarlo varios d¨ªas vas viendo c¨®mo se abre el sonido¡±, explica Daniel Pinte?o, violinista de Concerto 1700. ¡°No te lo pongas bajo el brazo¡±, advierte Castillo varias veces a uno de los m¨²sicos durante el ensayo. Si no lo est¨¢ tocando, solo puede apoyar la base del instrumento sobre su rodilla. Cuando termina el ensayo se vuelven a guardar en los estuches, donde esperar¨¢n a ser trasladados, a una sala contigua al sal¨®n de columnas, donde ser¨¢ el concierto.
Aqu¨ª habr¨¢ un segundo ensayo poco antes del evento. Su¨¢rez, que est¨¢ coloc¨¢ndose un micro para una entrevista de televisi¨®n, ve movimiento cerca de la sala donde est¨¢n los cinco instrumentos y advierte: ¡°?Que no los toque nadie hasta que no vaya yo!¡±. Y as¨ª se hace. Cuando llega la conservadora va llamando uno por uno a los m¨²sicos. De nuevo les abre ella misma el estuche, retira los pa?os protectores y, ahora s¨ª, el int¨¦rprete puede acercarse a cogerlo. Ya en medio del ensayo general, el violinista Andr¨¦s Murillo quiere comprobar la ac¨²stica de la sala mientras sus compa?eros tocan. El tiempo que dedicar¨¢ a escuchar es apenas un minuto y no llegar¨¢n a 20 los pasos que debe dar desde su silla hasta el centro de la sala. ¡°?Lo puedo llevar en la mano?¡±, pregunta. La respuesta es no. Su¨¢rez le hace dejar de nuevo el viol¨ªn en la habitaci¨®n donde esperan los estuches y volver a por ¨¦l cuando haya terminado de comprobar la sonoridad para continuar el ensayo.
Una hora despu¨¦s arranca el concierto. Salen los cinco stradivarius agarrados del pescuezo por sus respectivos m¨²sicos y se colocan en sus posiciones. Rompe el silencio el Quinteto de cuerdas en re mayor L206 Op.1 No. 5 de Gaetano Brunetti. El cuarteto es elegante, precioso. Todos ellos con cenefas de marfil tanto en la tapa arm¨®nica como en la tapa del fondo (las partes delantera y trasera) y dibujos zoomorfos en el aro (la parte lateral del instrumento). El chelo 1700, al lado de estas cuatro joyas, parece solo un humilde instrumento de madera. Sencillo y simple a la vista. Pero cuando suena, brilla m¨¢s que ninguno porque fue concebido para ser solista. Y se nota sobre todo en la segunda pieza del concierto, tambi¨¦n de Brunetti. Se nota porque falta, porque para esta obra, el Cuarteto de cuerdas en sol menor L150 Op. 2 No.1, son solo necesarios cuatro stradivarius.
En la tercera y ¨²ltima de las piezas, ya con los cinco instrumentos juntos de nuevo, es donde se percibe que, aunque el sonido del Cuarteto Palatino resulta espectacular, juntos alcanzan un nivel celestial. El tipo de sonido que cosquillea el pecho y eriza el vello. De esos que dejan nudo en la garganta. Y m¨¢s si lo que suena en ellos es la m¨²sica de Luigi Boccherini. ¡°Uno de los mayores compositores de la historia¡±, asegura Pinte?o en una breve intervenci¨®n a mitad del concierto. Y todo lo que suena, comenta tambi¨¦n, fue muy probablemente tocado en el siglo XVIII por estos instrumentos.
Al terminar el concierto, un lutier destensa las cuerdas para que la tensi¨®n no los da?e, examina que no tengan da?os, los limpia de sudor y resina y se guardan en los estuches para llevarlos a las vitrinas donde dormir¨¢n a la vista de nuevo de los visitantes. Y all¨ª esperar¨¢n a que las manos de un m¨²sico los vuelvan a despertar.