Puerta Grande para Alejandro Chicharro

El madrile?o Alejandro Chicharro cort¨® una oreja a dos de los tres novillos que mat¨® y sali¨® a hombros por la Puerta Grande despu¨¦s de dejar sobre el ruedo una positiva imagen como torero de valor y buenas maneras.

Su compa?ero Jes¨²s Moreno tuvo peor suerte y se lo llevaron en ambulancia a una cl¨ªnica donde pasar¨¢ los pr¨®ximos d¨ªas para recuperarse de la grave cornada que sufri¨® a poco de comenzar el festejo.

Y dos notas m¨¢s: la primera, la masiva y sorprendente afluencia de p¨²blico que acudi¨® a Las Ventas, 14.627 personas, seg¨²n la empresa Plaza 1, muchos espectadores para un festejo menor, con protagonistas poco conocidos. Parece que la Comunidad de Madrid se muestra dadivosa con motivo de la Feria y regala entradas a todo el que muestra inter¨¦s. Si as¨ª se hace afici¨®n, de acuerdo, pero podr¨ªan anunciarlo y hacer gala de una transparencia nada habitual en todo lo relacionado con los toros. Y la segunda: novillos de seis ganader¨ªas, varias de ellas escasamente populares; de los seis ejemplares destac¨® el de Montealto, bravo en el segundo puyazo, encastado y muy noble en el tercio final. Y los dem¨¢s, desiguales en el juego, como la inmensa mayor¨ªa de los toros que lidian las figuras. ?C¨®mo es que no hay toros en el campo?

Sonaron clarines y timbales y Jes¨²s Moreno se dispuso a atravesar el ruedo para hincarse de rodillas en los medios, frente a la puerta de toriles. Sali¨® el primer novillo, albah¨ªo de capa, fij¨® su mirada en el muchacho y hacia ¨¦l se dirigi¨® con aviesas intenciones. El torero esquiv¨® como pudo el atropello y se ech¨® el suelo, donde el animal lo volte¨® por los pies, primero, y dos veces m¨¢s, despu¨¦s, por las hombreras y el muslo, donde acert¨® a cornearlo. Tard¨® Moreno en recuperar la verticalidad, consciente de la herida, y fue trasladado a la enfermer¨ªa, de donde sali¨® camino del hospital.

Ese p¨²blico con entrada de regalo suele ser bullicioso, aplaudidor y generoso con los toreros, y as¨ª lo demostr¨® toda la tarde.

No se le puede negar a Chicharro su magn¨ªfica disposici¨®n, -muy variado y bullidor con el capote toda la tarde-, su firmeza y el buen concepto del toreo incipiente que le bulle en la cabeza, pero estuvo por debajo de la calidad del novillo de Montealto, bravo en el caballo, y encastado y noble en los dem¨¢s tercios. Acudi¨® con presteza a los cites en un viaje largo, con fijeza y humillaci¨®n, y al novillero le falt¨® reposo, que es sin¨®nimo de mando y temple. A toda su labor le sobr¨® celeridad y le falt¨® ligaz¨®n. Mat¨® de una estocada, escuch¨® dos avisos y pase¨® la primera oreja.

Fue silenciada su labor en el segundo, descastado y parado, y dibuj¨® los mejores muletazos de la tarde en el que cerr¨® plaza, un muy noble y apocado novillo que le permiti¨® destacar en dos tandas largos naturales de buen trazo y hondura. Hab¨ªa comenzado la faena de rodillas en el tercio y calent¨® el fr¨ªo ambiental con tres limpios derechazos y un bello remate, ya de pie, que enardecieron a los tendidos.

Juan Herrero tuvo peor suerte. El que mat¨® por cogida de Moreno era una prenda con muy malas ideas y lo despach¨® con prontitud. Pudo mostrar su buena actitud con el que hizo tercero en una faena larga y desigual que mejor¨® cuando el animal perdi¨® ¨¢spera movilidad y templ¨® sus acometidas. Le pidieron la oreja, pero el presidente, generoso con su compa?ero, esta vez se puso serio y se guard¨® el pa?uelo. Y Herrero solo voluntarioso pudo estar ante su tercero, un buey que se neg¨® a embestir.