Tres sorpresas y un fracaso anunciado
Talavante cort¨® una oreja de poco peso al mejor toro de la tarde; Juan Ortega dibuj¨® muletazos primorosos ante un inv¨¢lido, y Tom¨¢s Rufo, entregado, ante una corrida mal presentada, blanda y muy descastada de El Puerto de San Lorenzo

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Tres sorpresas: una, la oreja que cort¨® Talavante ante el toro m¨¢s potable de la tarde; dos, los derechazos pre?ados de templanza de Juan Ortega a un inv¨¢lido muy protestado, y tres: la mansedumbre descarada del sexto, que sorprendi¨® a Tom¨¢s Rufo, de quien huy¨® sin verg¨¹enza alguna hasta alcanzar la puerta de toriles.
Y un fracaso anunciado: el de los toros de El Puerto de San Lorenzo, una vez m¨¢s en San Isidro, y otro petardo por su fea presentaci¨®n, y por su falta de fuerza y de casta. Solo el primero y el tercero cumplieron en varas, y todos pecaron de una nobleza descastada que dio al traste con la ilusi¨®n de la tarde.
La oreja de Talavante al que abri¨® plaza es de corto recuerdo, de poco peso, de extrema generosidad del p¨²blico, porque no hubo arrebato, ni pasi¨®n, no m¨¢s que un aroma ins¨ªpido.
En el centro del ruedo, lo recibi¨® el torero con la muleta plegada al modo del cartucho de pescao del sevillano Pepe Luis, pero pronto se arrepinti¨® y despleg¨® el enga?o metros antes de que el toro llegara a su encuentro. No obstante, esa primera tanda de naturales result¨® muy bella, al igual que la trincherilla y el pase de pecho que cerraron la pincelada inicial. Hubo otra por el mismo lado en la que el toro evidenci¨® su nobleza y clase, pero ya no esparci¨® tanto perfume; y en la tercera, con la mano derecha, el animal dijo que hasta ah¨ª hab¨ªa llegado su vida, y el encanto se fue desdibujando. Fue una labor de detalles, aseada, con esa r¨¢faga primera que no lleg¨® a levantar un clamor. Y cuando Talavante mat¨® de una estocada trasera al encuentro, los tendidos se poblaron de pa?uelos y pase¨® una oreja que ol¨ªa a facilidad injusta. ?Con lo que a otros les cuesta convencer al respetable¡!

La lidia del quinto fue un espect¨¢culo. Protestado de salida por su presentaci¨®n, pronto demostr¨® su invalidez y los gritos de ¡®toro, toro¡¯ se unieron a los de ¡®fuera del palco¡¯ dirigidos al presidente por su empe?o en mantenerlo en el ruedo. Cuando Ortega tom¨® la muleta era evidente que lo siguiente ser¨ªa una corta faena de ali?o sin m¨¢s, pero¡ Para empezar, el torero sufri¨® una fea voltereta al pasarlo por bajo que le produjo ¡°un puntazo con hematoma en el gemelo interno de la pierna izquierda y otro corrido en la regi¨®n pretibial izquierda, pendiente de estudio¡± que no le impidi¨® continuar en el ruedo. Una vez repuesto del susto, Ortega lo cit¨® con el enga?o a media altura y dibuj¨® hasta cuatro cortas tandas de derechazos que compusieron un prodigio de templanza, acompa?ada por los sentidos ol¨¦s de los tendidos. Una pena que no hubiera toro, pero los hondos muletazos supieron a gloria.
Y Tom¨¢s Rufo brind¨® a la concurrencia la muerte del manso sexto que hab¨ªa huido del caballo y acudi¨® en banderillas. Rufo se hinc¨® de rodillas y tras dos pases por alto, traz¨® hasta seis derechazos ante la codicia de un animal que hac¨ªa albergar la esperanza del triunfo. Pero no hizo m¨¢s que ponerse de pie, y el animal huy¨® de su vera como si hubiera visto a un fantasma. El resto fue una persecuci¨®n alterada con algunos muletazos robados, pero el toro acab¨® en la puerta de toriles como era su deseo. Destac¨®, eso s¨ª, la entrega del torero que no pudo hacer realidad su deseo.
El resto de la corrida careci¨® de historia. Ni Talavante con el cuarto, una birria; ni Ortega con el segundo, agotado; ni un pesad¨ªsimo Rufo con el tercero, un toro desfondado, ante el que agot¨® la paciencia de los espectadores, hicieron poco m¨¢s que justificarse ante la debacle torista.
El Puerto/Talavante, Ortega, Rufo
Toros de El Puerto de San Lorenzo, mal presentados y de feas hechuras, desiguales en varas, blandos, nobles y muy descastados.
Alejandro Talavante: estocada trasera al encuentro (oreja); pinchazo, media tendida y atravesada (silencio).
Juan Ortega: estocada que produce derrame (silencio); media caída (ovación).
Tomás Rufo: estocada baja (silencio); estocada caída (ovación).
Plaza de Las Ventas. 23 de mayo. Duodécima corrida de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).
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