Cuando Bob Dylan conoci¨® a Fran?oise Hardy
La francesa, que ha fallecido a los 80 a?os, siempre fue una obsesi¨®n para el autor de ¡®Blowin¡¯ In The Wind¡¯
A mediados del siglo pasado, al aterrizar en Par¨ªs, intelectuales y artistas acud¨ªan al Caf¨¦ de Flore, esperando toparse con Sartre, Beauvoir y compa?¨ªa. Los cantantes internacionales sol¨ªan tener objetivos m¨¢s carnales. As¨ª, John Lennon adoraba a Brigitte Bardot: oblig¨® a que su primera esposa, Cynthia, se convirtiera en una versi¨®n liverpooliana de la francesa. Sin renunciar, clar...
A mediados del siglo pasado, al aterrizar en Par¨ªs, intelectuales y artistas acud¨ªan al Caf¨¦ de Flore, esperando toparse con Sartre, Beauvoir y compa?¨ªa. Los cantantes internacionales sol¨ªan tener objetivos m¨¢s carnales. As¨ª, John Lennon adoraba a Brigitte Bardot: oblig¨® a que su primera esposa, Cynthia, se convirtiera en una versi¨®n liverpooliana de la francesa. Sin renunciar, claro, a intimar con la Bardot. Pero no coincidieron las agendas: en 1964, cuando los Beatles arribaron triunfales al Olympia parisino, Brigitte estaba rodando fuera.
El encuentro se produjo finalmente en Londres, en mayo de 1968. Brigitte y unas amigas se alojaban en el Mayfair Hotel. All¨ª compareci¨® un Lennon acostumbrado a las conquistas f¨¢ciles, pero inexperto en las artes continentales de la seducci¨®n. Nervioso, tuvo la mala idea de tomar LSD. En presencia de la diosa, no pudo articular palabra (John no sab¨ªa franc¨¦s y el ingl¨¦s de ella era precario). Fiasco total.
Cuando Bob Dylan rond¨® a Fran?oise Hardy, fue m¨¢s cuidadoso. Dylan ten¨ªa como embajador en Francia al cantante Hughes Auffray, traductor de su repertorio, que le explic¨® lo que representaba la int¨¦rprete de Tous les gar?ons et les filles. Dej¨® testimonio de su cuelgue en Another Side of Bob Dylan (1964), que inclu¨ªa en la contraportada ese poema que comenzaba as¨ª: ¡°Para Fran?oise Hardy / en la orilla del Sena¡¡±.
El Dylan que lleg¨® al Olympia en 1966 era una fuerza de la naturaleza, que hab¨ªa transformado el rock con su m¨²sica y su actitud. Con el mundo a sus pies, exigi¨® conocer a Fran?oise. Ella accedi¨®. Estuvo entre las bambalinas del teatro y luego en el Hotel George V, donde el estadounidense hizo sonar I Want You y Just Like a Woman, canciones de amor que hab¨ªa grabado para el monumental Blonde on Blonde. Eran mensajes demasiado directos y ella se sinti¨® inc¨®moda.
Un par de cosas que conviene saber sobre Fran?oise Hardy. Tras una infancia dura, tomaba precauciones respecto al baboseo masculino. Superviviente nata, hab¨ªa aprendido a ser observadora. No le gust¨® el circo que rodeaba a Dylan; cont¨® que el propio Dylan parec¨ªa fr¨¢gil, candidato a una muerte prematura. Con el tiempo dedujo que seguramente se cre¨ªa enamorado de ella, pero que solo estaba atra¨ªdo por su imagen. Y sigui¨® est¨¢ndolo. Se han descubierto cartas nunca enviadas de Dylan para la Hardy. Cuando actuaba en Par¨ªs, inevitablemente preguntaba por ella, que desatend¨ªa las sugerencias para presentarse.
Pudo ser diferente, si Dylan hubiera entendido que ella era una artista, seguramente abierta a colaborar. Como hizo Damon Albarn, de Blur, al grabar el emocionante dueto de La comedie en 1995. A todo lujo: en Abbey Road, con orquesta y acordeonista. Como se merec¨ªa Fran?oise Hardy.