¡®Testament¡¯: Denys Arcand se despide con una s¨¢tira reaccionaria contra lo ¡®woke¡¯

M¨¢s sabe el diablo por viejo, que por diablo. Denys Arcand, canadiense de 82 a?os, director de las s¨¢tiras sociales, pol¨ªticas y culturales El declive del imperio americano, Las invasiones b¨¢rbaras y La ca¨ªda del imperio americano, compuestas entre 1986 y 2018, y ejes de una carrera de nada menos que 60 a?os, siempre tuvo algo de diablo. Ahora tambi¨¦n lo tiene de viejo. Y en su ¨²ltima obra, Testament, con aspecto de herencia definitiva ya desde su t¨ªtulo, muestra ambas cosas con indisimulado vigor. Tambi¨¦n sin freno.

Nada tiene que demostrar a estas alturas, pero esta vez, como tambi¨¦n le ocurri¨® en la desencantada y sin gracia La edad de la ignorancia, en la que no quedaba claro si se mostraba como un concienzudo analista de los males de la sociedad o como un trasnochado viejo verde, se ha pasado de frenada. En su pel¨ªcula, y quiz¨¢ tambi¨¦n en la vida: su nueva obra, estrenada en exclusiva en Movistar, vuelca todo su ideario actual. Su protagonista, un anciano culto que ha pasado su existencia laboral trabajando como archivero, alrededor de todas las fuentes del conocimiento, es un claro alter ego de Arcand. Ahora habita una lujosa residencia de ancianos de car¨¢cter p¨²blico, sobre la que recae uno de esos debates contempor¨¢neos que tanto parecen enturbiar su mente: las protestas de un grupo de activistas en defensa de las comunidades ind¨ªgenas de Qu¨¦bec, a causa de un mural del siglo XIX en una pared de la instituci¨®n, que para ellos refleja ¡°un genocidio¡±.

En el mismo tono de comedia ir¨®nica y de s¨¢tira contracultural de algunas de sus mejores pel¨ªculas, Arcand dispara contra todo tipo de correcci¨®n y contra no pocos colectivos m¨¢s o menos desfavorecidos. Y Testament es un serm¨®n. Un cat¨¢logo contra lo woke en muy diferentes direcciones, en las que hay dardos para muchos. A saber, y sin orden ni concierto, como en la pel¨ªcula: el lenguaje inclusivo, los videojuegos, el cine social quebequ¨¦s, la incultura de los pol¨ªticos, el control del cambio clim¨¢tico, la defensa de las culturas ind¨ªgenas por parte de j¨®venes blancos, las personas que se declaran no binarias, los fan¨¢ticos de la salud, la grandilocuencia en la concepci¨®n de ciertos debates morales (¡°la intersexualizaci¨®n de las identidades¡±, ¡°la menstruaci¨®n del pensamiento¡±, el llamado slut shaming, o culpar a mujeres y homosexuales por su conducta sexual no convencional), el deporte en la tercera edad, y el ¨¦xito de la literatura feminista ¡°radical¡±, en una secuencia en la que el personaje acude a una gala de premios en la que triunfan t¨ªtulos como Vaginas en llamas, Presi¨®n y venganza, y Rebelde y violenta, una autobiograf¨ªa.

¡°Morir¨¦ ante la indiferencia general¡±, dice el protagonista, interpretado por uno de sus actores fetiche, R¨¦mi Girard, cabeza de cartel de un reparto que incluye una broma privada: el prestigioso dramaturgo Robert Lepage, que en 2018 vio canceladas dos pol¨¦micas obras sobre las relaciones entre blancos y nativos, Slav y Kanata, a causa de la ausencia de int¨¦rpretes del segundo grupo, interpreta aqu¨ª a un iracundo viceministro de Cultura en defensa de la pervivencia del mural de la residencia de ancianos.

Queda claro que el director de la magn¨ªfica Jes¨²s de Montreal no se siente part¨ªcipe de la sociedad de su tiempo, a la que considera una vez m¨¢s en decadencia, o m¨¢s all¨¢, en el definitivo declive a causa de la correcci¨®n pol¨ªtica. Sin embargo, aunque pueda tener raz¨®n en algunos de sus planteamientos, todos juntos, y sin un solo matiz, lo revelan menos como un viejo sabio que como un vulgar reaccionario. Testament, que podr¨ªa ser la reflexi¨®n cr¨ªtica de un anciano que se las sabe todas, es la gruesa diatriba de un diablo carca.