Un inapelable concierto de The Killers cierra un (por fin) bien organizado Mad Cool
Avril Lavinge, que provoc¨® un delicioso karaoke milenial, tambi¨¦n triunf¨® en la ¨²ltima jornada de un festival madrile?o que enmend¨® errores del pasado
El d¨ªa que The Killers decidan tomarse un par de a?os sab¨¢ticos van a provocar, involuntariamente, el cierre de alg¨²n que otro festival, ya que algunos dependen de su presencia para vender miles de entradas. No existe una banda m¨¢s eficaz que la estadounidense para protagonizar la ¨²ltima jornada de un festival. Anoche lo volvieron a demostrar con un concierto inapelable e infalible donde siempre estuvieron propulsados por ese atractivo maestro del escenario que atiende al nombre de Brandon Flowers. Su recital supuso el colof¨®n a cuatro d¨ªas de un Mad Cool (celebrado en el espacio Iberdrola Music, en el distrito de Villaverde, sur de Madrid) sin sobresaltos que por fin, y despu¨¦s de siete ediciones, estuvo razonablemente bien organizado. El ¨²nico deseo ahora es que se escuche al aficionado que paga un dinero elevado y que se siga trabajando para completar una experiencia lo m¨¢s agradable posible; porque, como en todo, existe margen de mejora.
Pero ahora toca hablar de The Killers, ¡°de Las Vegas, Nevada¡±, como recalc¨® en varias ocasiones su cantante e incontestable cabecilla. Flowers debe ser el tipo m¨¢s aseado y terso del pop de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. Casi se pod¨ªa oler la fragancia de su perfume anoche desde la distancia. Le mirabas a ¨¦l, con ese figur¨ªn adornado con una chaqueta blanca (morada en la fase final), el pelo con un tup¨¦ afilado, la dentadura n¨ªvea y un refinamiento viril a sus 43 a?os... Y luego te mirabas a ti, y volv¨ªas r¨¢pidamente a posar los ojos en el escenario. Cuida tanto su lustrosa lozan¨ªa este hombre que no permite que los fot¨®grafos profesionales osen dispararle con sus c¨¢maras, no vaya a ser que le saquen el diminuto grano que le ha provocado la picadura de un mosquito que burl¨® la vigilancia del hotel de cinco estrellas donde pas¨® la noche. El grupo lleva a su propio fot¨®grafo de gira y las im¨¢genes que se distribuyen a los medios (como las de esta cr¨®nica) son milim¨¦tricamente estudiadas y retocadas para su posterior distribuci¨®n. As¨ª funcionan los elegidos por el se?or para dar lustre a este mundo lleno de sujetos corrientes. Para uno que disfruta de la belleza eterna, cuid¨¦mosle.
The Killers ofrecieron un espect¨¢culo que da sentido a estas concentraciones masivas. Los festivales se montaron para ver a este grupo tocar sus canciones perfectamente estudiadas para provocar un efecto bomb¨¢stico. Ya en el primer tema, My Own Soul¡¯s Warning, se dispar¨® confeti, y el jefe dijo en espa?ol: ¡°Ser¨¦ vuestro anfitri¨®n esta noche¡±. No minti¨®. Flowers se movi¨® con elasticidad por la tarima, flexion¨® su pierna izquierda sobre un monitor y se puso a lanzar temones como soles: Spaceman, When You Were Young, Human o Somebody Told Me. Cuando crees que no puedes cantar m¨¢s estribillos ¨¦picos, vienen otros que los superan: Human, Runaways, Read My Mind o All These Things That I¡¯ve Done. Y cuando ya no puedes m¨¢s, cierran con Mr. Brightside, y te vas a casa con el ¡°ooooooooh¡± rebotando en tu cerebro.
Antes, el cantante hizo el numerito de elegir entre la audiencia a alguien que supiese tocar la bater¨ªa. Se fij¨® en Daniel, que (oh, sorpresa) se desenvolv¨ªa con las baquetas pero que muy bien. Toc¨® el joven un tema entero, For Reasons Unknown. Evidentemente el chico hab¨ªa sido seleccionado con anterioridad, pero The Killers son de Las Vegas, donde todo tiene trampa.
Aparte del magnetismo de Flowers, destacan Dave Keuning, que propone un estilo guitarr¨ªstico alejado del lucimiento y a favor de la canci¨®n, y el bater¨ªa, Ronnie Vannucci, que sostiene la arquitectura himn¨ªstica con robustez. Se sumaron al jolgorio tres estupendas coristas, que confirieron lustre a las notas altas del l¨ªder. The Killers arrollaron en Mad Cool, coreamos sus canciones y nos lo pasamos de f¨¢bula; ahora estaremos todo el a?o sin escucharlos¡ hasta coincidir con ellos en otro festival veraniego.
Pasaron m¨¢s cosas en la cuarta y ¨²ltima jornada de la cita madrile?a. Qu¨¦ maravillosa desubicaci¨®n la de Avril Lavigne. Se present¨® con una sudadera cerrada hasta el cuello y con la capucha cubriendo su cabeza. Botas altas y unos calcetines de lana que tapaban m¨¢s arriba de la rodilla. Esto, a las 20.00, con 30 grados y el sol azot¨¢ndola en la cara. Pero ella a lo suyo. Su momento musical se pas¨® hace dos d¨¦cadas, pero est¨¢ viviendo un renacer gracias al impulso que recibe de una generaci¨®n milenial a la que su rebeld¨ªa light le pill¨® justo en la adolescencia. La m¨²sica de Lavigne convirti¨® Mad Cool en un karaoke dirigido por treinta?eros. Mirabas a un lado y a otro y solo se ve¨ªan rostros cruzados por una sonrisa.
Estuvo encantada de la vida la canadiense. Bebi¨® a morro de una botella de cava, cant¨® saludando a la gente como si estuviera en el desfile de la victoria, dibuj¨® corazones con los dedos y par¨® una canci¨®n para agradecer una pancarta donde pon¨ªa: ¡°Mother fucker princess¡±. En una hora, la canadiense empaquet¨® todos sus ¨¦xitos para demostrar que tuvo su momento de gloria: Girlfriend, Complicated, My Happy Ending, I¡¯m With You...
Y siempre con el apoyo de un coro de miles de personas. ¡°Quiero ver a todo el mundo volvi¨¦ndose loco¡±, dijo en el tramo final cuando ya la gente llevaba en ese estado de frenes¨ª un rato. Se march¨® pegando un puntapi¨¦ para acompasar con el ¨²ltimo golpe de bater¨ªa de Sk8er Boi y realizando el gesto de los cuernos con su mano alzada. Todo francamente entra?able, vintage y festivo.
Bring Me The Horizon salieron media hora tarde, quiz¨¢ porque prefer¨ªan tocar de noche para lucir escenario. Tienen su afici¨®n los ingleses, pero a este cronista su sonido sint¨¦tico y el empe?o del cantante de pasar en un segundo del canto al grito le parecen poco estimulantes. En cualquier caso, se entregaron y mucha gente disfrut¨® con ellos. Ah, y se lanzaron muchas lenguas de fuego en el escenario, que siempre gusta.
Nathaniel Rateliff & The Night Sweats plantearon el concierto sin apenas pausas. Su l¨ªder iba de un instrumento a otro (guitarra, ¨®rgano, pandereta) y ordenaba a su banda golpear al p¨²blico con rhythm and blues, soul o rock and roll. Todo trepidante, divertido y con profundidad, porque la voz de Ratelieff llega donde afloran las emociones. La inglesa Arlo Parks tambi¨¦n gust¨®. Con su pelo corto anaranjado y una entonaci¨®n a la vez dulce y rajada, desarroll¨® su original pop con matices: unas veces funk, otras soul y hasta alg¨²n desmadre grunge. Fue otra de las destacadas de la jornada.
Se cerr¨® la s¨¦ptima edici¨®n de Mad Cool, la mejor en cuanto a organizaci¨®n. El list¨®n no es que estuviera muy alto despu¨¦s de una pedregosa trayectoria desde que entr¨® en nuestras vidas all¨¢ por 2016. Pero por fin vivimos un festival sin grandes malestares m¨¢s all¨¢ de los l¨®gicos que se producen cuando se re¨²nen miles de personas. La reducci¨®n del aforo fue un acierto, la reubicaci¨®n de los ba?os tambi¨¦n y la posibilidad de contar con servicio de transporte p¨²blico es un lujo. Habr¨¢ quien tenga sus peque?as (o medianas) quejas, pero en general y teniendo en cuenta de d¨®nde venimos, hay que estar satisfechos. El aforo m¨¢ximo era de 58.000 (70.000 el a?o pasado en el mismo lugar) y estos son los datos, seg¨²n la organizaci¨®n: mi¨¦rcoles 10, con Dua Lipa como estrella, 55.000; jueves 11, con Pearl Jam, lleno, 58.000; viernes 12, con M?neskin , 50.000, y s¨¢bado 13, con The Killers, 57.000.
Queda la decepci¨®n del sonido en el concierto de Pearl Jam, que impidi¨® que miles de personas pudieran vivir con intensidad su rock visceral. Adem¨¢s, se echaron de menos grupos de peso en la segunda l¨ªnea. Ni Keane ni Bring Me The Horizon ni Sum 41 son bandas para lucir en grandes tipograf¨ªas en el cartel. No al menos en 2024. Adem¨¢s, por muy mol¨®n que nos parezca Damiano David, M?neskin no es un cabeza de cartel para un festival tan grande.
Nada, solo unos apuntes quisquillosos para finalizar, por si alguien los quiere escuchar...