¡®Longlegs¡¯: un Nicolas Cage sat¨¢nico se desata en el decepcionante nuevo cuento de terror de Osgood Perkins

En Gretel y Hansel, su anterior pel¨ªcula, Osgood Oz Perkins convert¨ªa el c¨¦lebre cuento para ni?os de los hermanos Grimm en una oscura pesadilla adulta en la que Gretel emerg¨ªa como una solitaria hero¨ªna tocada por poderes paranormales. Aquella ni?a lista y triste parece conectada con el personaje principal de Longlegs, la pel¨ªcula que Perkins (La enviada del mal, 2015; Soy la bonita criatura que vive en esta casa, 2016) ha estrenado cuatro a?os despu¨¦s y que aterriza en Espa?a avalada por la respuesta del p¨²blico en Estados Unidos, donde esta producci¨®n independiente se ha convertido en todo un fen¨®meno de taquilla, llegando a compararla con lo que supuso hace 25 a?os El proyecto de la bruja de Blair.

Longlegs ha superado, al menos en cifras, la sorpresa que supuso H¨¢blame, ¨®pera prima de los youtubers australianos Danny y Michael Philippou, que se estren¨® en Espa?a el verano pasado y que, pese a ser m¨¢s elemental y moralista (unos adolescentes adictos a un t¨¦trico juego paranormal), resultaba mejor construida y m¨¢s tremebunda.

La nueva pel¨ªcula del hijo del actor Anthony Perkins conecta con su anterior ¡ªy m¨¢s logrado¡ª filme porque a su manera tambi¨¦n es un cuento (a¨²n m¨¢s oscuro) sobre una ni?a enfrentada al mal. En Longlegs esa ni?a ha crecido y es una agente del FBI con poderes para ver m¨¢s all¨¢, detalle fundamental que el guion firmado por el propio Perkins ¡ªpata de la que cojea la pel¨ªcula¡ª olvida demasiado r¨¢pido dejando un reguero de preguntas sin contestar o mal respondidas en el ¨²ltimo minuto.

Interpretada por Maika Monroe, esta mujer extra?a y retra¨ªda es en buena medida un destilado de la agente Clarice Starling de El silencio de los corderos que se enfrenta a un asesino en serie amigo de esos juegos de adivinanzas y jerogl¨ªficos que retrotraen al suspense de David Fincher en Seven y Zodiac. Todo lo que tiene que ver con la investigaci¨®n policial, anclada en estas referencias, es demasiado impreciso y, sobre todo, poco intrigante. Esa vaguedad estructural, que se intenta solventar con una sobreexplicaci¨®n final, condena el gran potencial de una pel¨ªcula brillante en su tono y atm¨®sfera, con un imaginario de carreteras rurales nevadas e interiores malsanos que conducen al retrato de un loco sat¨¢nico que inocula el mal a trav¨¦s de un muy inquietante y demon¨ªaco caballo de Troya.

El personaje maligno est¨¢ interpretado por un desatado Nicolas Cage, que despu¨¦s de su impresionante trabajo en Dream Scenario vuelve a demostrar su inclasificable instinto histri¨®nico. Aqu¨ª la caracterizaci¨®n es loqu¨ªsima y no juega a su favor que se desvele tan pronto: el tiro alto de los pantalones por aquello de las piernas largas del t¨ªtulo, una peluca canosa imposible, la cara de rasgos porcinos maquillada tambi¨¦n de blanco y, sobre todo, una pavorosa mueca de boquita de pi?¨®n que da grima y asco.

Osgood Perkins demuestra su talento en el suspense que generan los turbios interiores, todos inquietantes a trav¨¦s de su distorsionado ojo: del hogar afectado por el s¨ªndrome de Di¨®genes de la madre, pavoroso en sus detalles; a otro, en un suburbio, forrado de asfixiantes pl¨¢sticos donde se esconde un asesino; o la casa de cuento de la propia agente, una caba?a de madera demasiado expuesta en la que los pasillos, puertas y ventanas generan algunos de los mejores momentos de tensi¨®n de la pel¨ªcula. Como en Gretel y Hansel, la infancia vuelve a ser el im¨¢n de una nube negra en la que caben todas las pesadillas posibles. Ese lugar muy solitario donde es mejor crecer sin fiarse de nadie.