Jugarse el tipo

Los tres toreros, con escasos contratos en sus respectivas agendas, vinieron a Madrid a jugarse el tipo y no defraudaron. La verdad es que la corrida era para dar un paso adelante o salir corriendo calle Alcal¨¢ arriba, pero los tres demostraron que quieren vivir de la profesi¨®n con dignidad si es que se lo permiten.

Los toros de Dolores Aguirre y Sobral, correctamente presentados los primeros, y de deslumbrantes y astifinos pitones los otros, decepcionaron por completo tanto en el caballo como en los dem¨¢s tercios. Alguno acudi¨® con presteza al peto, pero ninguno empuj¨® de verdad y humillado, y todos huyeron del picador en cuanto pudieron. Despu¨¦s, parados en banderillas y sin atisbo de clase, mansos, sosos, descastados y deslucidos en la muleta.

Miguel de Pablo y Luis Gerpe dieron sendas vueltas al ruedo. El primero, tras aguantar lo inaguantable ante su primero, una verdadera prenda, que no quer¨ªa caballo ni banderillas, que huy¨® cobardemente de los enga?os y lleg¨® al tercio final con violencia y sin recorrido. De Pablo no se amilan¨®. Le cost¨® al principio, pero hizo acopio de orgullo y consigui¨® robarle algunos muletazos por ambas manos de mucho inter¨¦s. Tras una estocada fulminante, no le concedieron la oreja que el p¨²blico pidi¨®, pero dio una merecida vuelta al ruedo. El quinto no ten¨ªa un pase, y el empe?o de De Pablo acab¨® en una voltereta aparatosa y sin aparentes consecuencias.

Otra vuelta al ruedo dio Luis Gerpe en el sexto de la tarde tras una gran estocada; ese era otro toro para el matadero que soltaba arreones y tornillazos en cada embestida. Se luci¨® en banderillas Juan Pedro Asore?o y salud¨® al respetable, al igual que su compa?ero Mehdi Savalli en el tercero, otro manso, rajado que lleg¨® a echarse en la arena antes de que el torero montara la espada.

Pepe Moral se viste poco de luces, pero mantiene el tono de buen toreo que hizo albergar esperanzas en los aficionados hace ya unas temporadas. La mala suerte o las circunstancias de la vida lo han enviado al cuarto oscuro del anonimato, pero maneja el capote y la muleta con hondura, sentimiento y oficio suficientes para estar en los carteles que ahora tiene vetados.

No cort¨® orejas porque los toros no se lo permitieron, pero dej¨® buena constancia de su decidida actitud, y destellos de calidad. As¨ª lo demostr¨® en las vistosas ver¨®nicas con las que recibi¨® a su primero, toreando con la cintura, ganando terreno en cada lance, y dos de ellos y la media resultaron primorosos; despu¨¦s, muleta en mano, buen comienzo por bajo, lucidas maneras, perfecta colocaci¨®n, siempre citando al pit¨®n contrario, pero escaso lucimiento ante un toro soso, de corto viaje y sin celo.

Recibi¨® al cuarto de rodillas en los medios con una larga cambiada; el toro, muy descarado de pitones, no hizo caso al capote y Moral qued¨® a merced de su oponente, que, por fortuna, obedeci¨® al quite de Fernando del Toro y se olvid¨® de las carnes del jefe de filas. El animal, muy deslucido, no tuvo un pase; a pesar de ello, Pepe Moral no le volvi¨® cara, insisti¨® una y otra vez, muy cerca de los pitones, y dej¨® claro que merece mejor suerte de la que ahora le acompa?a. El cuarto, como los dem¨¢s, imposible, lo que no impidi¨® que Moral se colocara muy cerca de los pitones sin m¨¢s beneficio que el reconocimiento del respetable, que no es poco.

En fin, un desaf¨ªo decepcionante, con toros de bonita fachada, en especial los de Sobral, pero sin clase alguna en las entra?as. Ojal¨¢ a los tres toreros le sirva para algo bueno su encomiable actitud.