Un c¨®mic para honrar la memoria de los ni?os vascos exiliados en la Guerra Civil
¡®Memorias del exilio¡¯ recupera las historias en primera persona de los menores obligados a abandonar Espa?a en 1937
En 2019, Bego?a Garrido (Bilbao, 40 a?os) se encontraba haciendo su tesis, becada por la universidad brit¨¢nica de Reading, sobre la vida cotidiana de las mujeres vascas durante el franquismo. Hizo m¨¢s de 30 largas entrevistas presenciales a mujeres de edad, y junt¨® a varios grupos de discusi¨®n. Entre caf¨¦ y caf¨¦, entre recuerdo y recuerdo, un tema recurrente se iba colando en las conversaciones: el exilio tras la guerra, el desplazamiento forzoso en su infancia. La separaci¨®n de la familia, ...
En 2019, Bego?a Garrido (Bilbao, 40 a?os) se encontraba haciendo su tesis, becada por la universidad brit¨¢nica de Reading, sobre la vida cotidiana de las mujeres vascas durante el franquismo. Hizo m¨¢s de 30 largas entrevistas presenciales a mujeres de edad, y junt¨® a varios grupos de discusi¨®n. Entre caf¨¦ y caf¨¦, entre recuerdo y recuerdo, un tema recurrente se iba colando en las conversaciones: el exilio tras la guerra, el desplazamiento forzoso en su infancia. La separaci¨®n de la familia, el viaje obligado a un pa¨ªs extranjero, la nueva lengua, el retorno a?os despu¨¦s¡ Garrido se iba encontrando con una historia y aunque no pudo incluir nada de eso en su tesis, que ya ten¨ªa el tema adjudicado, al terminar su investigaci¨®n se encontr¨® con un mont¨®n de historias que apuntaban en una misma direcci¨®n. Unas historias que se empe?¨® en preservar.
¡°Todas las familias del Pa¨ªs Vasco tienen alg¨²n caso de ni?os exiliados en la guerra¡±, cuenta Garrido. Ella misma no le hab¨ªa dado mucha importancia, porque su abuela materna lo vivi¨® con toda la familia y, si en su momento fue traum¨¢tico, poco a poco se fue convirtiendo en un recuerdo familiar m¨¢s. ¡°Pero durante mi investigaci¨®n comprend¨ª hasta qu¨¦ punto el exilio era una experiencia que hab¨ªa marcado profundamente a esas personas¡±. Y comenz¨® a recopilar las partes de las entrevistas que narraban el exilio al que tantos ni?os vascos se vieron forzados, abocados a dejar sus hogares y familias durante la guerra, cuando los bombardeos se intensificaron en el frente norte. Esos testimonios, con la ayuda del ilustrador Oskar Gorro?o, toman cuerpo ahora en forma de c¨®mic: Memorias del exilio. Los ni?os vascos del 37.
El c¨®mic es la traslaci¨®n a imagen de los testimonios reales de varios ni?os de entonces. Como Martina, que acab¨® en Francia a los 18 a?os; Antonio, que con 11 a?os se fue a Reino Unido; o Luc¨ªa, que a los 12 tuvo que irse a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Esas tres son las principales, ¡°pero podr¨ªan ser 50 o 1.000¡å, puntualiza Garrido, que reconoce la dificultad para saber el n¨²mero exacto de ni?os desplazados. El historiador Xabier Irujo, recuerda Garrido no obstante, habla de 32.000 ni?os exiliados solo en el Pa¨ªs Vasco entre abril y junio del 1937.
?El testimonio que m¨¢s le sorprendi¨® durante sus entrevistas? ¡°Un hombre. M¨¢s que por lo que dec¨ªa, por sus silencios. Eran unos silencios inc¨®modos, muy dif¨ªciles de interpretar. Muy duros¡±. El recuerdo del exilio hizo aflorar en los entrevistados cosas ocultas. Mucha gente se retir¨® de las entrevistas porque empez¨® a tener pesadillas, cuenta Garrido. ?Por qu¨¦ seguir? ¡°Porque muchos son mayores de 90 a?os. Para mi generaci¨®n son los abuelos, pero para las nuevas generaciones ya son sus bisabuelos, y se corre el riesgo de que la historia se olvide¡±. A Garrido se le hac¨ªa raro que no hubiera textos divulgativos sobre aquello. ¡°Hay art¨ªculos acad¨¦micos, s¨ª, hay listados en el archivo hist¨®rico, pero nada divulgativo que pueda acercar esta historia a las nuevas generaciones. Sent¨ªa que o recuper¨¢bamos ahora esas historias, o se perder¨ªan para siempre¡±.
?Y c¨®mo surge la idea de hacer una novela gr¨¢fica? ¡°A lo que yo me enfrent¨¦¡±, cuenta Garrido, era a la voz de personas mayores, pero lo que destilaban era la emoci¨®n de un ni?o. Por eso pens¨¦ en hacer un c¨®mic, que es todo emoci¨®n¡±. El encuentro con el ilustrador Oskar Gorro?o vino de sopet¨®n. Garrido entr¨® en una academia de dibujo y pregunt¨® por un ilustrador. Gorro?o, que ya hab¨ªa trabajado en varios c¨®mics y libros infantiles, acudi¨® a la llamada, escuch¨® el relato, comprendi¨®.
¡°Me parece muy interesante que se pueda hablar as¨ª de la memoria hist¨®rica, porque las nuevas generaciones no son conscientes de lo que pas¨®¡±, cuenta Gorro?o. En el Pa¨ªs Vasco, recuerda, casi todo el mundo tiene historias familiares sobre la guerra (su propio abuelo sobrevivi¨®, pero fue condenado a muerte hasta tres veces), ¡°y sobre todo, todas las familias tienen un miembro que parti¨® al exilio. Se ha normalizado en las casas¡±.
¡°He intentado, con el dibujo, ser comedido. No sobresaltar, no ser muy efectista con el uso inapropiado de bocadillos y onomatopeyas¡ es una historia muy social, y lo importante es hablar del lado humano¡±, cuenta Gorro?o, que realiz¨® una importante labor de investigaci¨®n, para sus dibujos, con muchas visitas al archivo hist¨®rico y muchas referencias sacadas de fotograf¨ªas, cartas y telegramas de la ¨¦poca. ¡°Evidentemente¡±, cuenta Gorro?o, ¡°el exilio no es tan dram¨¢tico como una muerte en el frente, pero es un hecho que repercute en toda la familia, que genera un trauma familiar y que al final propicia un trauma colectivo¡±. Gorro?o cree que durante los ¨²ltimos a?os se ha hecho m¨¢s f¨¢cil hablar de ciertos temas.
El comisario de la muestra itinerante Los temporeros espa?oles en Europa, 1948-1990, Sergio Molina Garc¨ªa, se?alaba el pasado 22 de octubre a este peri¨®dico que, en los ¨²ltimos a?os, ¡°en el estudio de la historia de Espa?a se est¨¢ poniendo ¨¦nfasis en ¨¢ngulos ciegos¡±. Se refer¨ªa a las peque?as historias que durante los ¨²ltimos tiempos han rescatado la memoria de las gentes de a pie, lejos de las grandes batallas. El c¨®mic no es ajeno a esto. Paracuellos, Contrapaso, La balada del norte, Los surcos del azar¡ son varias las obras que analizan la Guerra Civil, los a?os anteriores o los posteriores con una mirada puesta en la gente corriente que vivi¨® aquello. Ahora un c¨®mic m¨¢s se une a esa lista destinada a iluminar los rincones m¨¢s oscuros de la memoria. Destinada a, como recuerda Gorro?o, ¡°dar visibilidad a algo que no podemos dejar que se olvide¡±.