¡®Chistes contra Franco¡¯: el reverso tenebroso del humor clandestino en la dictadura
Un espect¨¢culo en el Teatro del Barrio de Madrid, pone en contexto, entre la risa y la tragedia, las bromas que se hac¨ªan sobre el dictador durante el fin del R¨¦gimen y la Transici¨®n
Francisco Franco llega al infierno y observa ese lugar lleno de dolor y torturas. Y sale el Diablo, que le dice: ¡°?Pero usted con cada tortura ni siquiera se queja!¡±. A lo que el dictador responde: ¡°Bueno, es que me parece que sigo estando en Espan?a¡±.
Era uno de esos chistes, graciosos pero tristes, que circulaban, entre susurros y risas nerviosas, durante el franquismo. Hac¨ªa referencia a la Brigada Pol¨ªtico Social, la siniestra polic¨ªa secreta encargada de la represi¨®n, asesorada por agentes de la Gestapo sobre los mejores m¨¦todos de tortura. Algunos torturados se ¡°ca¨ªan por la ventana¡± y era com¨²n o¨ªr gritos en los alrededores de la sede en la Puerta del Sol. Pero esa realidad cruel se convert¨ªa en humor en los populares ¡°chistes de Franco¡±. Algunos, por cierto, eran mal¨ªsimos.
El espect¨¢culo Chistes contra Franco, del artista Eugenio Merino y el humorista Dar¨ªo Adanti, que se estren¨® este mi¨¦rcoles en el Teatro del Barrio de Madrid (¨²ltimo Premio Nacional de Teatro), muestra c¨®mo el humor popular de la dictadura y la Transici¨®n ten¨ªa un correlato en la m¨¢s dura realidad del R¨¦gimen: la tortura, pero tambi¨¦n las sentencias de muerte, la persecuci¨®n del colectivo LGTBI, el fanatismo nacionalcat¨®lico o el exilio. Todo eso que los nost¨¢lgicos de los pantanos olvidan, o que no olvidan pero que les da igual. Tambi¨¦n la falta de libertad de expresi¨®n:
Un espa?ol regresa a Espa?a y charla con un familiar. ¡°?Y por aqu¨ª c¨®mo est¨¢is?¡±, pregunta. ¡°No nos podemos quejar¡±, le responde. ¡°Entonces, bien ?no?¡±, dice. ¡°No, no: que no nos podemos quejar¡±.
As¨ª que la cosa transcurre entre chispazos de hilaridad que nos llevan a territorios m¨¢s sombr¨ªos: ¡°Usamos los chistes para acentuar el drama, m¨¢s que para hacer comedia¡±, explica Merino, quien, por cierto, meti¨® a Franco en una nevera de Coca-Cola en la feria Arco de 2012, en la obra Always Franco, que caus¨® esc¨¢ndalo y le sent¨® frente a los tribunales. Fue ¨¦l quien tuvo la idea para este espect¨¢culo, tras dar con varios libros de chistes de finales de los setenta.
Aqu¨ª se reivindica el car¨¢cter pol¨ªtico de estos chistes, aunque algunos de ellos se blanquearon hasta hacerles perder su potencial subversivo, hasta acabar pareciendo naif. Pero aqu¨ª se les pone el contexto necesario. ¡°Estos chistes son como una polaroid documental¡±, a?ade Adanti, que quiere desmitificar eso de que la derecha sea ahora el adalid de la incorreci¨®n pol¨ªtica: ¡°Incorrecci¨®n pol¨ªtica era hacer chistes de Franco durante la dictadura¡±.
Planean llevar el espect¨¢culo por diferentes lugares de Espa?a, tambi¨¦n a lugares de memoria. Y editar un libro, y un casete con el audio, al modo de los que vend¨ªan en la gasolinera con chistes de Ar¨¦valo, por poner un ejemplo. Aunque no saben, entre risas, si hoy ser¨ªa posible comercializar este producto en las ¨¢reas de servicio ?Qui¨¦n tiene casete en el coche? Es m¨¢s, ?qui¨¦n tiene casete? El show se estren¨® con motivo del 20 de noviembre, efem¨¦ride de la muerte del dictador. Que, por cierto, con lo que tard¨® en producirse, tambi¨¦n gener¨® r¨ªos de chistes.
¨D?C¨®mo llaman a la carretera de El Pardo?
¨DLa feria.
¨D?Por qu¨¦?
¨DPorque al final est¨¢ el tiovivo.
Dentro de un a?o se cumplir¨¢n 50 a?os del deceso del dictador. ¡°Creemos que hay personas, como los dictadores, de cuya muerte s¨ª te puedes alegrar¡±, dice Adanti, ¡°as¨ª que nosotros lo vamos a estar celebrando todo el a?o con estas funciones¡±. La pr¨®xima ser¨¢ el 20 de diciembre.
Acabar con la ¡®dictablanda¡¯
En escena Adanti comparece con la actriz y periodista Ana Alonso (directora de exitosas ficciones sonoras como Guerra 3 o El gran apag¨®n), detr¨¢s de sendos atriles. Todo oscuridad, ropa negra, dos ca?ones de luz. El humorista cuenta los chistes, m¨¢s de veinte, ante las risas del personal; la cosa se pone seria cuando Alonso se ocupa de narrar los textos documentales que ponen el contexto, fragmentos de obras de Pedro Alc¨¢ntara P¨¦rez, Fernando Olmedo, Rebeca Quintans, Pedro Oliver Olmo o Paul Preston, entre otros, adem¨¢s de informaciones de hemeroteca. ¡°Se trata tambi¨¦n de acabar con la idea de la dictablanda: los textos documentan los horrores del R¨¦gimen¡±, dice Alonso, ¡°son textos de historiadores que se han pasado la vida investigando, no se trata de un panfleto o nuestras opiniones. Sus palabras son el veh¨ªculo para que el p¨²blico entienda la realidad que acompa?a¡±.
¡°Queremos hablar de Franco no solo para contar lo que pas¨®, sino tambi¨¦n c¨®mo se transforma en lo que hay hoy¡±, dice Merino, es decir, el auge global de la ultraderecha, desdiabolizada y creciente. Pasando tambi¨¦n por el relato de una supuesta Transici¨®n mod¨¦lica, en contraposici¨®n al de un proceso violento que muchos consideran que no supuso una verdadera ruptura con el R¨¦gimen. Un texto de Luis Miguel S¨¢nchez Tostado enumera la herencia de la dictadura: 150.000 desaparecidos en fosas comunes, la ley electoral, las bases militares estadounidenses, la trama de grandes familias que dominan empresas del Ibex-35, un buen n¨²mero de pol¨ªticos que continuaron en activo o la jefatura del Estado hereditaria: la monarqu¨ªa. ¡°Ahora tenemos a Vox, a la extrema derecha y a los historiadores que blanquean la historia: algunos relatos est¨¢n copando la historia¡±, dice Merino. ¡°Est¨¢n contando El se?or de los amigos, pero con Franco¡±.
La revista sat¨ªrica Mongolia, uno de cuyos art¨ªfices es Dar¨ªo Adanti, ha conocido la reacci¨®n virulenta de la ultraderecha en algunos de sus shows. ¡°Lo que veo es una diferencia entre un bando y otro: cuando hemos tenido cr¨ªticas desde la izquierda se han quedado en trolear en redes por hacer un chiste de mal gusto: me han llamado de todo. Pero desde la ultraderecha hemos recibido amenazas reales, y hemos hecho cuatro shows con protecci¨®n policial¡±, concluye Adanti. Y eso ya no es un chiste.
El show (y la dictadura) terminan cuando cuentan lo de aquel que va a una oficina de Correos:
¨DBuen d¨ªa, vengo a Juancarlear esta carta.
¨D?C¨®mo que Juancarlear? ¨Dle responde el empleado¨D. Querr¨¢ decir ¡°franquear¡±.
¨DYa me parec¨ªa a m¨ª que las cosas no iban a cambiar tanto como esper¨¢bamos¡
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