Cuando una historiadora descubre que su abuelo sirvi¨® en un comando nazi
Linda Kinstler lidia en ¡®Ven a este tribunal y llora. C¨®mo acaba el Holocausto¡¯ con los secretos que esconden las historias de los pa¨ªses, pero tambi¨¦n de las familias
El nazi Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores del Holocausto, fue capturado por un comando israel¨ª el 11 de mayo de 1960 en Buenos Aires, trasladado a Israel, juzgado y ejecutado el 1 de junio de 1962. Aquella operaci¨®n del Mosad cambi¨® la existencia de otros criminales nazis escondidos en Am¨¦rica Latina, como Josef Mengele, el m¨¦dico asesino de ...
El nazi Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores del Holocausto, fue capturado por un comando israel¨ª el 11 de mayo de 1960 en Buenos Aires, trasladado a Israel, juzgado y ejecutado el 1 de junio de 1962. Aquella operaci¨®n del Mosad cambi¨® la existencia de otros criminales nazis escondidos en Am¨¦rica Latina, como Josef Mengele, el m¨¦dico asesino de Auschwitz, que hasta entonces regresaba con cierta impunidad a Alemania. Sin embargo, es mucho menos conocida otra operaci¨®n israel¨ª en Am¨¦rica: el asesinato en Uruguay, el 24 de marzo de 1965, de Herberts Cukurs, el carnicero de Riga, miembro del llamado Comando Arajs, responsable del exterminio de los jud¨ªos letones.
La periodista e investigadora estadounidense Linda Kinstler, de 34 a?os, parte de esta historia para componer su libro Ven a este tribunal y llora. C¨®mo acaba el Holocausto (Gatopardo, traducci¨®n de Magdalena Palmer). Cuando la justicia letona inicia una investigaci¨®n para tratar de redimir a Cukurs ¡ªconsiderado un h¨¦roe nacional por una parte de la poblaci¨®n y uno de los pioneros de la aviaci¨®n en este pa¨ªs¡ª, Kinstler comienza a indagar ese caso y se topa con un hecho que cambia su vida: descubre que su abuelo Boris sirvi¨® en la misma unidad asesina que Cukurs, aunque es posible que fuera un agente doble que trabaj¨® para el KGB.
Ven a este tribunal y llora. C¨®mo acaba el Holocausto es un libro apasionante que, m¨¢s all¨¢ del relato de la Shoah en Letonia, trata temas muy cercanos para cualquier lector: la dificultad que tienen muchos pa¨ªses para lidiar con un pasado terrible, la colaboraci¨®n de los pueblos ocupados por los nazis en el asesinato masivo de jud¨ªos ¡ªalgo que ocurri¨® en Francia, Hungr¨ªa, los pa¨ªses b¨¢lticos, Polonia, Holanda¡¡ª y los secretos que encierran las familias y lo tremendamente doloroso que resulta enfrentarse a ellos.
¡°En las ¨²ltimas d¨¦cadas, muchas naciones han reconocido la complicidad de sus propios pueblos en el Holocausto, mientras que otras han seguido resisti¨¦ndose a cualquier acusaci¨®n de implicaci¨®n local¡±, explica Linda Kinstler en una entrevista por correo electr¨®nico. ¡°El reconocimiento es el primer paso, pero no es suficiente: no basta con erigir un monumento y considerar expiados los pecados nacionales. El historiador Eelco Runia escribi¨®: ¡®Cuanto m¨¢s conmemoramos lo que hicimos, m¨¢s nos transformamos en personas que no lo hicieron¡¯. Ciertamente, vemos bastante de eso en lo que respecta a la memoria del Holocausto: la conmemoraci¨®n junto a la negaci¨®n de la responsabilidad¡±.
Cukurs fue una persona extraordinariamente famosa en Letonia, antes de convertirse en un asesino despiadado de jud¨ªos. ¡°Durante la d¨¦cada de 1930, sus compatriotas siguieron con inter¨¦s sus vuelos¡±, escribe Kintsler en su libro, al narrar de las haza?as de este Lindbergh let¨®n. ¡°Con cada nuevo lugar ex¨®tico que visitaba, parec¨ªa ampliar los l¨ªmites imaginarios de la peque?a naci¨®n¡±. Sin embargo, frente a la repercusi¨®n internacional que tuvo el caso Eichmann ¡ªdurante la cobertura de su juicio Hannah Arendt escribi¨® un cl¨¢sico de los estudios del Holocausto, Eichmann en Jerusal¨¦n, que recoge sus cr¨®nicas para The New Yorker y de donde sale el famoso concepto de ¡°la banalidad del mal¡±¡ª, la muerte de Cukurs ha sido casi totalmente olvidada.
¡°Cukurs fue asesinado en 1965, cuatro a?os despu¨¦s de que el juicio a Adolf Eichmann alertara al mundo sobre la espantosa realidad del Holocausto y difundiera al globo los primeros testimonios de v¨ªctimas¡±, responde la autora sobre ese largo silencio. ¡°El caso Cukurs es un sucesor directo de Eichmann ¡ªde hecho, el mismo agente del Mossad fue desplegado en ambas misiones¡ª y hubo rumores de que ¨¦l tambi¨¦n habr¨ªa sido secuestrado y llevado a juicio en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. No es tan conocido como el caso Eichmann porque Cukurs nunca tuvo un juicio, e ir¨®nicamente la ausencia de un procedimiento judicial es precisamente lo que ha alimentado el continuo negacionismo y revisionismo de su personaje¡±.
Los pa¨ªses b¨¢lticos ¡ªLetonia, Lituania y Estonia¡ª fueron anexionados por Stalin en 1940, luego ocupados por los nazis y de nuevo entraron a formar parte de la URSS hasta 1991, cuando se convirtieron en Rep¨²blicas independientes. Actualmente, forman parte de la UE y la OTAN, aunque el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, considera que haber permitido su independencia fue un error hist¨®rico. Una parte de la poblaci¨®n interpret¨® la invasi¨®n nazi como una liberaci¨®n; lo que, sumado al profundo antisemitismo, llev¨® a la colaboraci¨®n con los alemanes y a la participaci¨®n directa en el Holocausto de muchos letones.
Fueron a la vez v¨ªctimas y verdugos durante la Segunda Guerra Mundial. ¡°Todas las naciones que fueron ocupadas tanto por los alemanes como por los sovi¨¦ticos durante la Segunda Guerra Mundial comparten elementos de la historia letona¡±, se?ala Kintsler. Y a?ade: ¡°En estos pa¨ªses, el mito del doble genocidio ha hecho que las experiencias superpuestas de victimizaci¨®n compitan entre s¨ª por el reconocimiento, creando un paisaje de memoria controvertida que se filtra en todos los elementos de la vida¡±.
En el caso de la investigadora, todos esos secretos del pasado de su pa¨ªs se mezclaron con sus propios y dolorosos secretos familiares. ¡°Fue extremadamente dif¨ªcil¡±, se?ala sobre la escritura del libro. ¡°En parte porque tuve que resistirme a mi propia inclinaci¨®n a dejar que los secretos permanecieran ocultos, y tambi¨¦n tuve que pedir a los miembros de mi familia que hicieran lo mismo. Mi conexi¨®n familiar con esta historia ¡ªla complicidad de mi abuelo paterno en el Holocausto¡ª fue mi punto de entrada a la narraci¨®n, me impuls¨® el deseo de comprender c¨®mo deber¨ªa ser la justicia para los supervivientes del Holocausto y qu¨¦ debemos hacer nosotros, como herederos de esta historia, para protegerla en el futuro. Fui sabiendo que probablemente nunca averiguar¨ªa qu¨¦ le ocurri¨® a mi abuelo paterno, que pudo haber sido un agente doble del KGB y desapareci¨® repentinamente en 1949 sin llegar a conocer a su propio hijo¡±.
Ven a este tribunal y llora plantea problemas muy actuales en Espa?a. ?Qui¨¦n debe establecer la verdad hist¨®rica sobre un pasado criminal: los tribunales, los historiadores, los pol¨ªticos, los familiares? Es una de las muchas preguntas que planean sobre su investigaci¨®n, que, como ocurre en Espa?a, se produce en un momento en que las v¨ªctimas y los verdugos, los que sufrieron y mataron en aquellas guerras de los a?os treinta, est¨¢n desapareciendo por pura naturaleza. El tiempo de los testigos, de los que vivieron los horrores del siglo XX, se acaba, pero la disputa contin¨²a.
Kinstler sostiene que ha llegado el tiempo de los historiadores, que una vez los perpetradores muertos en su inmensa mayor¨ªa y las v¨ªctimas desapareciendo poco a poco, son los investigadores los que tienen que continuar el trabajo de recordar. Para ella, tratar de olvidar, de enterrar un pasado inc¨®modo, no puede ser el camino. ¡°Debemos enfrentarnos a ellos porque ignorarlos no har¨¢ que desaparezcan. Puede que sea imposible ganar una discusi¨®n contra un negacionista convencido ¡ªno hay un sentido compartido de la realidad sobre el que debatir¡ª, pero eso no significa que podamos simplemente negar su existencia. Es fundamental comprender de d¨®nde viene el negacionismo y vigilar su propagaci¨®n, porque puede tener efectos pol¨ªticos corrosivos y peligrosos en el presente¡±.
Y, precisamente, sobre ese presente, con el que cada vez se establecen m¨¢s comparaciones con los a?os treinta, cuando los grandes totalitarismos controlaban Europa, reflexiona: ¡°Es imposible no estar preocupada, ante el curso de los acontecimientos mundiales: el afianzamiento de gobiernos autoritarios, la denigraci¨®n del derecho internacional, la aceleraci¨®n de la cat¨¢strofe clim¨¢tica. Sin embargo, no creo que sea ¨²til comparar nuestro momento actual con la d¨¦cada de 1930. Puede que nos estemos precipitando hacia un cataclismo, pero ser¨¢ de una naturaleza nueva y aterradora que los del pasado¡±.