Celebrar la vida, en recuerdo de Antonio Jim¨¦nez Mill¨¢n
Cuando muere un hombre sabio, regresamos a sus reflexiones. Y queremos seguir escuchando. Cuando muere un poeta, recurrimos inevitablemente a sus palabras
[Antonio Jim¨¦nez Mill¨¢n falleci¨® el pasado s¨¢bado, en M¨¢laga, a los 71 a?os de edad, v¨ªctima de un c¨¢ncer diagnosticado hace algunos a?os]
Cuando muere un poeta, recurrimos inevitablemente a sus palabras. Es una manera de alargar una conversaci¨®n que en otros ¨®rdenes sabr¨ªamos finita. En Biolog¨ªa, Historia ya nos hablabas de esa muerte que te rondaba ¡°como una vieja enamorada y sola¡±. Pero hoy queremos que nos hables de otras cosas. Y son tantas las cosas de las que puedes hablarnos. Cu¨¦ntanos sobre el tiempo, sobre su extra?o oscilar entre el pasado y el presente, sobre su implacable huella en una ciudad, en un carnet o en la terca y traicionera memoria que somos. Cu¨¦ntanos sobre el deseo, como intento de detener la fragilidad que nos acecha. ¡°No hay nada m¨¢s profundo que la piel, / dec¨ªa Nietzsche. / Eso le salva¡±.
Cuando muere un hombre sabio, regresamos a sus reflexiones. Y queremos seguir escuchando. Comparte con nosotros la idea de que la sabidur¨ªa debe ir de la mano de la moderaci¨®n, de la honestidad, del equilibrio. Expl¨ªcanos, desde tu mirada de hombre bueno, que ¡°en la vida y en la literatura / hay que saber guardar las distancias, / no creerse los fuegos de artificio¡±.
Cuando muere un buen profesor, guardamos sus ense?anzas y el arte se extiende ante nosotros como un vendaval que abre todas las ventanas. La m¨²sica, la pintura, la filosof¨ªa, el cine se enriquec¨ªan con tu lucidez. ¡±Quise decirles / que el arte no es distinto de la vida / y a veces nos reserva, / en medio de la noche m¨¢s cerrada, / una pasi¨®n antigua, un gesto c¨¢lido / igual que el sol de octubre / a principio de curso¡±.
Cuando muere un amigo, uno recuerda por encima de todo, la sonrisa amable, el gesto calmado, la timidez seductora, el humor afinado, la acogedora cercan¨ªa. Aquella an¨¦cdota que nos ampara en la tristeza. Viniste a Barcelona a presentar Biolog¨ªa, Historia. Tras tantos a?os de libros y presentaciones, me sorprendi¨® tu nerviosismo. ¡°Juego fuera de casa¡±, me dijiste, ¡°Luis no puede venir, suerte que estar¨¢ Joan. ?Crees que ir¨¢ gente?¡± Y ¨¦ramos muchos. Para escuchar al poeta, al hombre sabio, al profesor. ¡°?s un dels poetes castellans que m¨¦s en sap de Literatura catalana¡±, me dijo Joan aquel d¨ªa. Admirabas a Joan y ¨¦l te admiraba a ti. Tambi¨¦n te admiraba Luis. Y todos los j¨®venes poetas de los que te rodeaste los ¨²ltimos a?os, que aminoraban su paso para acompasarlo a tus palabras. Y eso solo pasa cuando uno es generoso con la vida.
Antonio, tu generosidad hac¨ªa que siempre jugaras en casa. En Granada, porque el azar as¨ª lo quiso, en M¨¢laga que seguro celebr¨® tu elecci¨®n, en Lleida, donde los poetas catalanes se rindieron a tu sensibilidad, en Barcelona, donde te recib¨ªamos con los brazos abiertos y con un equipo que hiciste el tuyo. Jugabas en casa en todas las ciudades que visitaste y le¨ªste, porque ¡°leer una ciudad es seguir una vida, recorrer lentamente las im¨¢genes que el tiempo fue dejando de nosotros¡±.
Necesit¨¢bamos de tu compromiso y de tu ¨¦tica. El mundo se nos est¨¢ poniendo un poco feo y t¨² sab¨ªas buscar la belleza por escondida que estuviera. Pero como escribiste en recuerdo de Juan Carlos Rodr¨ªguez: ¡°Es tu herencia, y no renunciamos a esa lucidez, /aunque t¨² ya no est¨¦s entre nosotros / y a nosotros nos cueste tanto hablar de ti en pasado.¡±
Y a pesar de la tristeza ¡°hoy s¨®lo queremos celebrar la vida¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.