El hombre que resucit¨® a Dylan
El ¡®manager¡¯ Jeff Rosen ha inspirado iniciativas que han potenciado el perfil del cantante y complacido a sus muchos fans
Es, casi literalmente, el hombre invisible. En la monumental biograf¨ªa ilustrada oficial, Bob Dylan. Mixing Up The Medicine (Libros C¨²pula, 2023) ni se le menciona. Pero el manager de Dylan tiene bastante que ver con el hecho de que sus a?os oto?ales hayan resultado tan triunfales.
Jeff Rosen se hizo cargo de sus asuntos en 1989, tras una mala racha del cantante. Ven¨ªa d...
Es, casi literalmente, el hombre invisible. En la monumental biograf¨ªa ilustrada oficial, Bob Dylan. Mixing Up The Medicine (Libros C¨²pula, 2023) ni se le menciona. Pero el manager de Dylan tiene bastante que ver con el hecho de que sus a?os oto?ales hayan resultado tan triunfales.
Jeff Rosen se hizo cargo de sus asuntos en 1989, tras una mala racha del cantante. Ven¨ªa de tres discos (Empire Burlesque, Knocked Out Loaded, Down in the Groove) que conten¨ªan algunas canciones soberbias, maltratadas en el estudio, tras una nebulosa idea de ¡°sonar moderno¡±. Hab¨ªa intentado reconectar con el gran p¨²blico del rock girando con el acompa?amiento de The Grateful Dead o Tom Petty & the Heartbreakers; su mayor ¨¦xito fue como parte del supergrupo los Traveling Wilburys, que no lleg¨® a actuar.
Rosen no da declaraciones, aunque se muestra cort¨¦s cuando responde a correos electr¨®nicos. Sospecho que tiene mentalidad de periodista musical, por su visi¨®n panor¨¢mica y sentido del legado de los artistas. Imagino que fue suya la idea del acto de pleites¨ªa generacional celebrado en el Madison Square Garden en 1992, treinta a?os despu¨¦s de su primera grabaci¨®n, con figuras previsibles (Clapton, Neil Young, Roger McGuinn) y sorpresas (Stevie Wonder, los O¡¯Jays, Pearl Jam). Tambi¨¦n convenci¨® a Dylan de que su aparici¨®n en el programa MTV Unplugged (1994) no se pod¨ªa limitar a canciones folcl¨®ricas, como inicialmente planeaba.
Aunque nuestro artista muestre fobia a indagar en su pasado, Jeff Rosen sab¨ªa que hab¨ªa un tesoro en su monta?a de cintas in¨¦ditas. La apabullante Bootleg Series, iniciada en 1991, ha cubierto hasta el a?o 1997, con los descartes de las sesiones para el ¨¢lbum Time Out of Mind. A la vez, ha rescatado numerosas grabaciones en directo: el pasado a?o sal¨ªa The 1974 Live Recordings, caja de ¡ªatenci¨®n¡ª 27 ced¨¦s, cubriendo sus conciertos con The Band.
Algunos intuyen la mano de Rosen en la venta del inmenso archivo de Dylan a una fundaci¨®n de Tulsa, ciudad de Oklahoma que ten¨ªa entonces 400.000 habitantes y cuya ¨²nica conexi¨®n con el artista era la presencia del Woody Guthrie Center. Muchas urbes mayores pudieron aspirar a alojar el Bob Dylan Center, pero gan¨® el empuje de George Kaiser, fil¨¢ntropo local que hizo su fortuna con los pozos de petr¨®leo y suficientemente sincero para confesar que, en realidad, prefer¨ªa a Joan Baez.
La visi¨®n a larga distancia de Rosen se advierte en su capacidad para iniciar, de forma circunspecta, grandes proyectos. Film¨® conversaciones con personas cercanas a Dylan, desde Allen Ginsberg a Suze Rotolo, antes de someter al protagonista a 10 horas de entrevistas a fondo. Ese material ¨²nico, junto a una asombrosa videoteca adquirida discretamente, fue entregado a Martin Scorsese, que lo metaboliz¨® en las tres horas y media del apasionante No Direction Home: Bob Dylan.
Igual con A complete Unknown. Rosen compr¨® los derechos de Dylan Goes Electric!, el libro de Elijah Wald sobre el Newport Folk Festival de 1965. M¨²sico y erudito, Wald ha sido lo suficientemente elegante para no quejarse de que el guion resultante se tome abundantes libertades con los cinco primeros a?os de Dylan en Nueva York. Al modo de John Ford, en El hombre que mat¨® a Liberty Valance, sabe que se impone la leyenda.