La mejor escuela del mundo
En su ensayo ¡®Palacios para el pueblo¡¯, el soci¨®logo Eric Klinenberg defiende los colegios que se pueden controlar y organizar de manera colectiva: desde el profesorado hasta el alumnado y la direcci¨®n
El profesor de Harvard Richard Dober dise?¨® campus universitarios por todo el mundo. Y concluy¨® que, de igual forma que los griegos ten¨ªan el ¨¢gora y los romanos, el foro, el campus universitario era la contribuci¨®n norteamericana a la arquitectura c¨ªvica, esto es: la que fomenta la comunidad, la lealtad y la urbanidad. ?C¨®mo lo hac¨ªan las escuelas por definici¨®n elitistas? Seg¨²n ¨¦l, estimulando la diversidad del discurso y los puntos de vista. Es decir: top¨¢ndose con lo diferente y ...
El profesor de Harvard Richard Dober dise?¨® campus universitarios por todo el mundo. Y concluy¨® que, de igual forma que los griegos ten¨ªan el ¨¢gora y los romanos, el foro, el campus universitario era la contribuci¨®n norteamericana a la arquitectura c¨ªvica, esto es: la que fomenta la comunidad, la lealtad y la urbanidad. ?C¨®mo lo hac¨ªan las escuelas por definici¨®n elitistas? Seg¨²n ¨¦l, estimulando la diversidad del discurso y los puntos de vista. Es decir: top¨¢ndose con lo diferente y sembrando las dudas. Esos encuentros, y desencuentros, ten¨ªan una traducci¨®n de la pluralidad de los libros a la variedad del patio. El encuentro con la duda es clave para el soci¨®logo Eric Klinenberg. ¡°Altera nuestra vida, nuestras oportunidades laborales e incluso nuestras redes sociales. Favorece la mezcla, incluso los matrimonios mixtos, explica en su ensayo Palacios para el pueblo (Capit¨¢n Swing). Los palacios para el pueblo son, es, el espacio p¨²blico¡±.
Sin embargo, un campus universitario es un micromundo, una especie de gueto acad¨¦mico. Al contrario que universidades europeas como Bolonia, Par¨ªs, Barcelona o Salamanca, que formaban parte de la ciudad, en Norteam¨¦rica, salvo excepciones como la Universidad de Nueva York, uno se a¨ªsla para estudiar. Hasta el siglo XX, en Europa uno estudiaba viviendo en la ciudad, conviviendo con la familia y con los ciudadanos. Y aun as¨ª ¡°muchas de las primeras universidades europeas estaban pensadas para robustecer las barreras sociales y no para derribarlas¡±. El que habla es Paul Turner, catedr¨¢tico de la Universidad de Stanford y autor de un libro sobre la historia de los campus (Campus: An American Planning Tradition) que Klinenberg cita para recordar que fue en la Universidad de Oxford donde se levant¨® el primer patio interior cerrado ¡ªno por casualidad a la manera de los monasterios¡ª y que ese jard¨ªn privado contribuy¨® a cerrar y aislar los colleges brit¨¢nicos. El jard¨ªn privado reforz¨® el control sobre los estudiantes y, en realidad, separ¨® la sociedad del conocimiento. Corr¨ªa el siglo XIV. Y fue la ciencia la que abri¨® esos campus, dos siglos despu¨¦s, para ventilarlos y sanearlos.
Con la apertura de los edificios, Klinenberg cuenta que fue entonces cuando los colleges trataron de incorporar, paulatinamente, alumnos locales no provenientes de la aristocracia. Sucedi¨® as¨ª que, para contrarrestar una decisi¨®n arquitect¨®nica err¨®nea, el n¨²mero de estudiantes provenientes de la poblaci¨®n no privilegiada fue mayor que en ning¨²n otro momento ¡ªsalvo el siglo XX¡ª de la historia de esa universidad. La relaci¨®n entre la arquitectura y la sociedad quedaba demostrada no solo en el ejercicio del poder, tambi¨¦n en las posibilidades de la apertura de los edificios.
Las primeras universidades norteamericanas ¡ªHarvard College (1636), Yale College (1701) o College of New Jersey (Princeton, inaugurada en 1746)¡ª se alejaron de los centros urbanos para ¡°distanciarse de las distracciones y disfrutar de los entornos puros¡±. Pero Klinenberg traduce que se estaban alejando, en realidad, de ¡°los peligros de la urbe¡±: el laicismo urbano y lo inesperado que uno puede encontrar en las urbes m¨¢s cosmopolitas. As¨ª, fue con la llegada de estudiantes cuando los campus se abrieron por una mera cuesti¨®n log¨ªstica: no pod¨ªan acogerlos a todos. En Norteam¨¦rica aparecieron los clubs: sociedades gastron¨®micas que derivaron en la sociedad Phi, Betta, Kappa, una fraternidad universitaria creada en 1776 por cinco hombres del William and Mary College que varios centros intentaron prohibir (Princeton o Brown) y que construy¨® un contrapoder con el 10% de los universitarios matriculados asociado a uno de esos hermanamientos que, ¡°como quien ingresa en cualquier club, renuncia a la posibilidad de formar parte de algo m¨¢s grande¡±, explica Klinenberg.
Hoy esas fraternidades est¨¢n cuestionadas. En lo que va de siglo acumulan m¨¢s de 60 muertos entre humillaciones, novatadas, actos sexuales, alcoholismo y suicidios. La historia demuestra que los muros pueden proteger o aprisionar. Creerse superior priva de aprender de los otros. La universidad de Chicago intent¨® abrirse a sus vecinos de barrio afroamericanos, pero para 1950 su director habl¨® de una ¡°invasi¨®n negra¡±. ?C¨®mo contrarrestarla? Comprando terrenos en el barrio de Hyde Park, ese cintur¨®n ser¨ªa la manera de rehacer y proteger el vecindario. El resultado fue que construyeron un gueto. Hoy, el 10% de los estudiantes de la Universidad de Chicago es negro. Ese porcentaje aumenta hasta al 85% entre los vecinos del barrio. Solo en 2005 se dej¨® de aconsejar a los estudiantes que buscaran alojamiento lejos de las comunidades vecinas. Tal vez entendieron que la mejor escuela del mundo pod¨ªa estar en la calle.
En su ensayo, Klinenberg se plantea si el campus virtual puede ser un lugar social. Y cuenta el caso de Minerva, un intento de universidad online, global, que utiliza como recursos las principales ciudades del mundo. Hay ventajas: todo el mundo est¨¢ al mismo nivel: ¡°No hay ¨²ltima fila¡±, apunta. Y, como se graban todas las clases, se pueden volver a ver. Pero¡ se graba tambi¨¦n a los alumnos asistiendo a la clase. Esto, que puede ser una intromisi¨®n en la libertad de los estudiantes, es visto por Klinenberg tambi¨¦n como una posible ventaja ¡ªel profesor puede ver d¨®nde se atasca cada uno¡ª. Para las 160 plazas de la promoci¨®n de 2022 en la Universidad Minerva se presentaron 20.000 candidaturas.
?Las universidades virtuales integran y democratizan o encierran a la gente en un cuarto ante una pantalla por la que llegan a un mundo de conocimiento ¨Cpreparado y parcial- mientras son totalmente observados? El mejor colegio del mundo est¨¢, como la vida misma, en continuo proceso de cambio, correcci¨®n. Y reparaci¨®n.