Estar dentro o fuera es una cuesti¨®n relativa
Los umbrales son un lugar de paso, pero algunos arquitectos est¨¢n convencidos de que deber¨ªan ser el lugar donde quedarse: ni dentro ni fuera; entrando pero tambi¨¦n saliendo. El escritor Mariano Peyrou observa en una novela ese espacio desde otro ¨¢ngulo. Y encuentra rincones secretos.
En su libro Lo de dentro fuera (Sexto Piso), Mariano Peyrou (1971) aborda una cuesti¨®n que, desde siempre, ha fascinado a los arquitectos: el antagonismo flexible entre el interior y el exterior. Los proyectistas la han tratado de solucionar ideando el espacio intermedio, un lugar-umbral, un espacio que no es ni dentro ni fuera. Pero Peyrou, que solo tiene que construir con palabras e imaginaci¨®n, va m¨¢s all¨¢. Y le da la vuelta al concepto antag¨®nico reflejando lo que pasa en la vida: lo e...
En su libro Lo de dentro fuera (Sexto Piso), Mariano Peyrou (1971) aborda una cuesti¨®n que, desde siempre, ha fascinado a los arquitectos: el antagonismo flexible entre el interior y el exterior. Los proyectistas la han tratado de solucionar ideando el espacio intermedio, un lugar-umbral, un espacio que no es ni dentro ni fuera. Pero Peyrou, que solo tiene que construir con palabras e imaginaci¨®n, va m¨¢s all¨¢. Y le da la vuelta al concepto antag¨®nico reflejando lo que pasa en la vida: lo extra?o se cuela dentro, y lo interno nos morimos por ventilarlo y sacarlo a pasear.
Lo de dentro fuera es un libro fascinante. E incatalogable, que es lo que se escribe cuando una no alcanza a catalogar. Recoge los di¨¢logos, consigo misma, con un novio, con su padre, con su madre y con un profesor al que llama ¡°el tipo¡±, de una joven estudiante ¨Do practicante¨D de arte dram¨¢tico de la que no averiguamos el nombre ni tampoco hasta qu¨¦ punto escenifica su vida, la vive para contarla o la cuenta para vivirla. El caso es que esa ni?a, que tiene tres a?os, o cuatro, luego 14, luego 19, luego 16, luego ocho, o de nuevo 19, en realidad siempre es peque?a porque su manera ¡°de recibir amor era ser siempre peque?a¡±. Y es tambi¨¦n anciana porque mantiene todas las edades ¨Dy en ning¨²n momento nos hace echar de menos la l¨ªnea del tiempo¨D. Por eso vive tambi¨¦n en un lugar en el que los espacios son indefinidos: ¡°Me pongo a recordar las casas en las que he vivido, las habitaciones que he tenido. No s¨¦ si la escuela es una habitaci¨®n. El colegio era una habitaci¨®n. La clase del tipo era una habitaci¨®n. El cuarto de mis padres era una habitaci¨®n y luego dej¨® de serlo. Las habitaciones est¨¢n dentro o fuera¡±. Ella misma cambia seg¨²n se mire por fuera o por dentro: ¡°Por fuera era peque?a y por dentro mayor: cuidaba a mi madre ocult¨¢ndole cosas, cuidaba a mi padre present¨¢ndome como ¨¦l quer¨ªa que fuera¡±.
¡°Nunca te permitas representar externamente algo que no hayas vivido internamente¡±, aconseja Stanislavski, el m¨¢s conocido autor de un m¨¦todo de actuaci¨®n. A partir de ese juego espacial: dentro fuera / fuera dentro, Peyrou le da la vuelta a casi todo. A la fidelidad: ¡°Quien se casa con su amante, deja libre una vacante, dijo el tipo, y mir¨® para otro lado. Esa frase es redundante, le dije yo, una vacante ya es un puesto libre, un hueco. Un vac¨ªo. El vac¨ªo siempre es por fuera¡±. Al tiempo: ¡°El siglo es viejo o joven. No es lo mismo tener 12 o 15 a?os en 1995 que en 2010, dijo el tipo. Mientras vives, una etapa est¨¢ terminando o una etapa est¨¢ empezando¡±.
Es todo tan relativo, que causas y consecuencias se dan la vuelta: ¡°En muchos momentos de la historia las propuestas revolucionarias acaban generando m¨¢s represi¨®n, dijo el tipo, pero a veces tambi¨¦n ocurre que las propuestas represoras provocan una reacci¨®n que genera una apertura¡±. Pero no todo son juegos espaciales que emplean todo tipo de palabras y conceptos. Tambi¨¦n hay reflexiones: ¡°Uno queda libre porque no le importa nada, no est¨¢s atrapado por la mirada de nadie. Yo ahora me siento libre, pero es una libertad triste¡±.
El libro de Peyrou entra y sale de los espacios y de la vida para meterse en las clases de ¡°el tipo¡±, y exponer, hacer p¨²blica, la historia de tantos papas. Aparece Juan XXIII, abriendo las ventanas de la Iglesia ¡°para que podamos ver lo que hay fuera y los fieles puedan ver lo que hay dentro¡±. O como Joseph Ratzinger, cuando, antes de convertirse en Benedicto XVI, como prefecto de la Congregaci¨®n de la Doctrina de la Fe, env¨ªa una carta a los obispos cat¨®licos estableciendo que los delitos de un cl¨¦rigo contra el Sexto Mandamiento solo pueden ser juzgados por la Iglesia. Y proh¨ªbe, bajo pena de excomuni¨®n, revelar detalles incluso a la polic¨ªa.
El papa Francisco anul¨® ese decreto pontificio para todo lo relacionado con abusos sexuales en diciembre de 2019. Y en esas estamos. Fuera pero un poco dentro. Dentro y queriendo salir fuera.