?Es este un edificio en el que me sentir¨ªa mejor?
Los arquitectos Herzog & de Meuron llevan dos d¨¦cadas haci¨¦ndose esta pregunta para transformar la arquitectura hospitalaria
La pregunta es muy sencilla: ?Es este un edificio en el que me sentir¨ªa mejor? Sin embargo, resulta absolutamente cr¨ªtica. Me la plante¨® el neurocirujano Herny Marsh explicando que ¡°El problema de la mayor¨ªa de hospitales es que no est¨¢n construidos para cuidar a los pacientes sino pensados a partir de la eficacia de la gesti¨®n. Eso hace que muchos m¨¦dicos est¨¦n distanciados de la realidad de los pacientes y centrados en temas de sangre, log¨ªstica, horarios y operaciones¡±. As¨ª, la propuesta de Marsh parte de otra idea sencilla, no siempre f¨¢cil de conseguir: un jard¨ªn contribuye a la cura. ?C¨®mo? El neurocirujano autor de Ante todo no hagas da?o (Salamandra) no s¨®lo habla de los pacientes, se refiere a recordar a diario el cambio que lleva impl¨ªcita la vida. Y por eso recuerda que el di¨¢logo, el conocimiento cotidiano, entre los m¨¦dicos y los pacientes es esencial para ponerse en la piel del otro.
Los arquitectos suizos Herzog& de Meuron llevan d¨¦cadas d¨¢ndole vueltas a esa misma idea. Lo hacen desde que construyeron su primer hospital en Basilea el Rehab-Clinic para pacientes con tratamientos de paraplejias y enfermedades neurodegenerativas. Levantaron ese inmueble justamente en torno a un jard¨ªn. A varios.
?Es este un edificio en el que me sentir¨ªa mejor? La pregunta del doctor Marsh la contestaron los clientes del Rehab Centre con un encargo: no quer¨ªan que su edificio pareciera un hospital. Eso llevo a los proyectistas a estudiar qu¨¦ funcionaba y qu¨¦ hab¨ªa dejado de hacerlo en los mejores hospitales del mundo. La respuesta lleg¨® del exterior. Justo lo que apuntaba Henry Marsh: se hab¨ªa perdido el contacto con la vida para favorecer la eficacia.
La eficacia es esencial para que los edificios funcionen, vital en el caso de un hospital, pero la vida no es necesariamente eficaz y un centro de rehabilitaci¨®n es un lugar donde muchos pacientes, que sufren un accidente, permanecen buena parte de su vida ¡ªla mayor¨ªa m¨¢s de un a?o¡ª. Durante ese tiempo, el hospital no es s¨®lo su lugar para las curas. Es el espacio donde viven, donde ven a sus amigos, donde los visitan sus familias y donde empiezan a afrontar un futuro inesperado. Es importante que se domestique el cuidado para que la ilusi¨®n regrese a la vida de muchas personas.
El Rehab de Basilea, levantado hace dos d¨¦cadas, tiene hoy todav¨ªa luz natural en todas las estancias. Llega de los patios ajardinados sobre los que se vuelcan las vistas. Y los accesos: se llega al hospital pasando por el jard¨ªn.
El centro tiene espacio para la vida en com¨²n y rincones para la intimidad para conversar en privado o aislarse de la vida en com¨²n. Los arquitectos hablan de un edificio permeable, de un inmueble que respira construido con diversos tipos de madera. Y es cierto que una estructura delicada, rodeada de terrazas, que son tambi¨¦n pasillos con suficiente holgura como para que circulen pacientes en silla de ruedas, sustenta el edificio. Esas terrazas permiten incluso llevar la cama hasta el exterior durante el verano. El edificio ha sufrido varias reformas (nuevas habitaciones en la planta baja y media ocupaci¨®n de un patio interior) pero esos cambios, lejos de afectar negativamente al inmueble, demuestran lo flexible que puede ser una arquitectura que funciona con m¨¢s ambici¨®n de ser amable que de ser estrictamente funcional.
Estas ideas curativas: la cercan¨ªa con la naturaleza, la b¨²squeda de la luz natural, los espacios de circulaci¨®n holgados o la amabilidad de los materiales que han ido trabajando los arquitectos con los paisajistas August+Margrith K¨¹nzel ¡ªque idearon los huertos y jardines del Rehab y han seguido colaborando con Herzog&de Meuron¡ª est¨¢n, multiplicadas, en su pr¨®ximo proyecto hospitalario. En Hillerod (Dinamarca) el nuevo inmueble de los suizos supondr¨¢ un paso m¨¢s. El Hospital North Zeland no llevar¨¢ la naturaleza a los pacientes sino que trasladar¨¢ a los pacientes hasta la naturaleza. Alvar Aalto lo hizo hace un siglo en el Sanatorio de Paimio, cuando no se hab¨ªa descubierto otra cura para la tuberculosis que el contacto con la luz, el sol y la naturaleza. En un mundo con exceso de tratamientos con antibi¨®ticos y escasez de cuidado por la sanidad p¨²blica, algunos edificios recuerdan y agradecen, sin exhibicionismo y poni¨¦ndose al servicio del paciente, lo que significa poder permanecer en el mundo.
Babelia
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