La Feria de Abril, entre los carteles ¡®remataos¡¯, el ombliguismo sevillano y la tradici¨®n de San Miguel
El abono de la temporada, compuesto por combinaciones bien conjuntadas y atractivas, con predominio de toreros y toros artistas, ser¨¢ un buen reclamo para la taquilla
Hay que reconocer que los carteles de la pr¨®xima Feria de Abril son la guinda del pastel, remataos, como gustan en Sevilla (pr¨¢cticamente los mismos de 2023), bien combinados, plagados de nombres reconocidos y ganader¨ªas artistas y colaboradoras con los toreros. Carteles que, sobre el papel, son un buen reclamo para la taquilla que, con seguridad, atraer¨¢ largas colas a pesar de las nubes sombr¨ªas que se ciernen sobre la econom¨ªa.
La carteler¨ªa sevillana es, sin duda, un orgullo para los espectadores de esa nueva tauromaquia que busca la diversi¨®n por encima de cualquier exigencia inherente a la fiesta de los toros.
La Feria de Abril de 2024 es, un a?o m¨¢s, una tarta bien cocinada, apetitosa y aderezada con esa otra guinda que se llama Morante de la Puebla, que vuelve a su plaza despu¨¦s de su grandioso triunfo del a?o pasado, y que le ha servido para ser el protagonista absoluto del abono de 2024. Y La Maestranza se llenar¨¢, seguro, los d¨ªas en los que el torero est¨¢ anunciado, y un p¨²blico embelesado esperar¨¢ anhelante que reaparezcan las musas del artista para vivir, qui¨¦n sabe, otro instante inolvidable.
Al lado del reconocido maestro, el joven veterano Borja Jim¨¦nez, que entra en la feria por m¨¦ritos propios y por la puerta grande de la que sali¨® en Madrid. Ya conoci¨® este torero la alegr¨ªa de la Puerta del Pr¨ªncipe en su etapa como novillero, y se le acoger¨¢ con cari?o y expectaci¨®n.
A Sevilla nunca le ha sido f¨¢cil abrazar a los toreros de fuera; nadie se acordar¨¢ de un nutrido grupo con m¨¦ritos para estar en La Maestranza
Con el mismo inter¨¦s que hubiera despertado un cartel con los dos gallos del corral, Daniel Luque y Roca Rey, imposible por rid¨ªculos y pueriles enfrentamientos personales; de cualquier modo, ambos, tambi¨¦n porque lo merecen, tendr¨¢n sobradas oportunidades para reverdecer laureles.
Morante, Jim¨¦nez, Luque y Roca estar¨¢n bien acompa?ados; en realidad, todos los actuantes acuden entre algodones porque quince de los diecisiete carteles est¨¢n integrados por figuras, y solo las corridas de los d¨ªas 7 y 9 de abril incluyen toreros que no gozan del ¡°aprecio maternal¡± de la ¡°afici¨®n¡± de esta tierra.
Carteles remataos, s¨ª, como ense?¨® el recordado Diodoro Canorea a su yerno Ram¨®n Valencia, gerente actual de la empresa Pag¨¦s, y como gustan, claro que s¨ª, a la Real Maestranza de Caballer¨ªa, propietaria de la plaza y muy interesada en el lleno de ¡°no hay billetes¡±, pues no en vano se embolsa algo m¨¢s de un 22 por ciento de la facturaci¨®n de cada festejo. Y encandilan, tambi¨¦n, a la inmensa mayor¨ªa de quienes asisten a la plaza, que a?oran el arte con artistas de cuatro patas antes que haza?as con toros.
Los carteles remataos -bien conjuntados, atractivos, con predominio de los toreros artistas y toros del mismo palo- son los que, por lo visto, apetecen en esta ciudad.
Un abono aristocr¨¢tico, -los tendidos de sombra, claro-, para gente bien, econ¨®micamente pudiente (La Maestranza es una plaza muy cara, y este a?o los precios de las entradas suben un 6 por ciento, si bien aclara la empresa que estaban congelados desde 2020), generosa de ¨¢nimo, bien maqueada, necesitada de reconocimiento social, que acude de punta en blanco y sonriente a la mejor pasarela mundana de la capital.
El templo taurino sevillano es hijo de la ciudad que lo pari¨®: ombliguista, ¡°la mejor feria del mundo¡±, ¡°despu¨¦s de m¨ª, nadie¡±, como si la tauromaquia y su larga y fecunda historia se iniciara y pusiera fin en la Puerta del Pr¨ªncipe.
Por esa raz¨®n, ni la empresa ni sus clientes suelen echar de menos a ning¨²n torero en los carteles. Est¨¢n los que tienen que estar, y se acab¨®. Porque es un abono para respetables se?oritos, un p¨²blico local o for¨¢neo sin m¨¢s empe?o que pasarlo bien con un arte que no se puede aguantar y una minor¨ªa de pacientes aficionados que carecen de capacidad para hacer o¨ªr su voz.
Nadie se acordar¨¢ de un nutrido grupo de toreros con m¨¦ritos para ver desde el albero los arcos de La Maestranza y que no est¨¢n; los menos, locales ellos, porque no han sido capaces a¨²n de escapar de la zona muy baja del escalaf¨®n, y el resto, porque no ha obtenido la vitola de gran figura y, adem¨¢s, ha nacido m¨¢s all¨¢ de las murallas de la ciudad.
Carece de sentido que en el mes de febrero se anuncie la oto?al Feria de San Miguel sin tener en cuenta a los triunfadores de la temporada
A Sevilla nunca le ha sido f¨¢cil abrazar a los toreros de fuera, los acoge, s¨ª, si aparecen por casualidad y caen en gracia, pero no m¨¢s. De este abono est¨¢n excluidos muchos toreros interesantes, pero nadie preguntar¨¢ por ellos. Como est¨¢n otros sin m¨¦ritos para ello, pero figuran por razones de apellidos o compromisos empresariales. Como la vida misma¡
?Y los toros? M¨¢s que los bravos, los colaboradores de siempre. Miura, por tradici¨®n; Victorino, por reiterados triunfos despu¨¦s de muchos, muchos a?os de ausencia, y los dem¨¢s, los que las figuras exigen, y no se hable m¨¢s. De hecho, los mismos del a?o pasado: solo sale El Torero y vuelven Juan Pedro Domecq y Alcurruc¨¦n.
Y despu¨¦s de la Feria de Abril, la de San Miguel, a finales de septiembre.
?Por qu¨¦ se anuncian los carteles de finales de temporada en el mes de febrero, se incluyen en el abono y hay que pagarlos con varios meses de antelaci¨®n? ?No parece m¨¢s l¨®gico esperar a los triunfadores de la temporada y presentar en septiembre un abono con las tres corridas del ciclo?
Pues, no; y la raz¨®n es simple: se ha hecho as¨ª desde tiempo inmemorial y nadie protesta. Y como nadie se queja, la empresa ingresa en su cuenta una determinada cantidad de dinero adelantada por sus clientes sin ventaja alguna a cambio.
Sea como fuere, no es normal, pero as¨ª es Sevilla. La tradici¨®n debe ser respetada: carteles remataos, pocos toreros y, si es posible, figuras; toros que no provoquen miedo, un p¨²blico guapo y divertido, y un palco presidencial, -no se olvide-, desorientado y al servicio inevitable del cada vez m¨¢s c¨®modo triunfo.
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