La sonrisa de Scarlett Johansson
Cuando se transmite todo y se forma parte del misterio de las bellas maneras silenciosas
Hace mucho tiempo, Quique Gonz¨¢lez me cont¨® que le gustaba intentar meter a los actores y las actrices que adoraba en algunas de sus canciones. Un peque?o juego que seguramente pasa desapercibido para la mayor¨ªa del p¨²blico, pero que a ¨¦l le gusta mantenerlo. M¨¢s bien, tal y como me dijo aquella noche en un bar de Madrid ya cerrado, era una forma de homenajear a quien le da tanto. Quique ama el cine casi tanto como la m¨²sica, pero a¨²n m¨¢s le mueve una poderosa necesidad de mantenerse leal a un c¨®digo no escrito con aquello que admira.
A veces, los creadores se ponen esos retos insignificantes como si de esta forma pudiesen reconocerse en ellos. Por ejemplo, a Jos¨¦ Ignacio Lapido le gusta citar a un bluesman en cada uno de sus discos. Sucede tambi¨¦n fuera de la m¨²sica. Es muy conocido que a Alfred Hitchcock le gustaba hacer cameos en sus pel¨ªculas. Como tambi¨¦n har¨ªa luego Martin Scorsese, que era un gran admirador del cineasta brit¨¢nico. Tambi¨¦n es famoso que Julio Cort¨¢zar necesitaba meter alguna referencia al jazz en muchos escritos.
En su ¨²ltimo disco, Sur en el valle, Quique Gonz¨¢lez se mantiene fiel a su prop¨®sito y cita a una actriz que admira: ¡°Apareci¨® una mu?eca de pl¨¢stico / Con la sonrisa de Scarlett Johansson¡±. Me encant¨® por primera vez escucharle cantar ese verso, tanto porque esperaba su gui?o cinematogr¨¢fico en su nuevo ¨¢lbum como porque, una vez lleg¨®, conect¨¦ mucho con ¨¦l en una de las mejores canciones de Quique de los ¨²ltimos tiempos. Ambos hab¨ªamos hablado hac¨ªa tiempo de esa sonrisa. Quiz¨¢ fue el mismo d¨ªa que me dijo que estaba intentando meter a Christopher Walken en una canci¨®n, cosa que al final hizo en ¡®Clase media¡¯.
La sonrisa de Scarlett Johansson guarda esa clase de suspensi¨®n de la vida en la que no hace falta decir nada porque ya se dice todo. Es un rumor que permanece m¨¢s all¨¢ de todo ruido. Aquella sonrisa nos marc¨® a una generaci¨®n como si fuera la risa a la que escrib¨ªa Pablo Neruda en Veinte poemas de amor y una canci¨®n desesperada. Risa, ¡°repentina ola, de plata que te nace¡±.
Una sonrisa que transmite todo. Forma parte del misterio de las bellas maneras silenciosas. Como los fr¨¢giles miramientos, que cantaba Rafael Berrio. Pocas cosas m¨¢s definitivas entre dos personas conectadas por ese misterio que buscarse con la mirada en mitad de una fiesta con r¨ªos de gentes. Cuando se cruzan en una batalla campal de jolgorio, consiguen despertar el gesto improvisado, silencioso, la sonrisa.
A Scarlett Johansson le brotaba esa sonrisa imbatible en Lost in Translation. Era la mejor ancla para un Bill Murray m¨¢s naufrago en Tokio que Jack Lemmon en Nueva York. B¨¢sicamente, porque uno se siente mucho m¨¢s a la deriva en hoteles que en su propio apartamento. Pero a Scarlett tambi¨¦n le nac¨ªa esa sonrisa en Match Point. Lo hac¨ªa hasta que era traicionada por un calculador Jonathan Rhys-Meyers y todo acababa como una tragedia griega.
Hace no tanto, una amiga sufri¨® una de esas traiciones que dejan mucho en ruinas. Ahora, a veces, habla en la intimidad del miedo a trenes que a lo mejor ya no volver¨¢n y dice sentirse como en un partido al que parece que se le acaban los minutos. La pesadumbre por algunos fracasos tiende a convertirnos en pesimistas. En una sobremesa disparatada, de esas en las que el vino riega los pensamientos, afirm¨® el otro d¨ªa que le bastaba que, a estas alturas, alguien le compusiese un poema o una canci¨®n. ¡°?Por qu¨¦ un poema o una canci¨®n?¡±, pregunt¨® alguien. ¡°Porque supongo que eso s¨ª quedar¨¢¡±, respondi¨®. Mi amiga se r¨ªe de s¨ª misma porque dice que le gusta demasiado la intensidad, pero es cierto que, al final, todos queremos que algo siempre permanezca.
La vida acostumbra a traicionarnos, pero tambi¨¦n, a veces, nos sonr¨ªe. Lo hace a su manera silenciosa. Van pasando todo tipo de cosas y, de repente, te olvidas de todo lo malo. Quiz¨¢ eso no permanezca, pero sirve para ir levantando otra vez el fuerte. Y al igual que incluir un nombre en una canci¨®n puede que sea solo un juego, que te la dediquen o te la compongan puede que sea una forma silenciosa de amor. O de algo que se le parece tanto que tampoco hace falta definirlo, como la sonrisa de Scarlett Johansson, que guarda tanto que apreciarla es entender hasta el ¨²ltimo suspiro.
Esa sonrisa aparece en el verso de ¡®Alguien deber¨ªa pararlo¡¯. Es una canci¨®n que no tiene necesidad de tirar de las dos palabras m¨¢s manoseadas del universo para que se entienda que laten ah¨ª. Sobrevuelan como dos miradas que se encuentran en mitad de una fiesta. Entonces, en ese instante, surge la sonrisa de Scarlett Johansson. Y, si es este un mundo dif¨ªcil y extra?o, la actriz con los plomos fundidos, al menos, podr¨ªa quedarse con el siguiente verso de la que ya es su canci¨®n: ¡°Sabes que lo har¨ªa por ti¡±.
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