El lugar de Gran Canaria en el que nadie se acuerda del mar
La caldera de Tejeda, en el centro de la isla, ofrece una alternativa al turismo de sol y playa apoyada en productos locales, pueblos escarpados en la monta?a y el parador de Cruz de Tejeda, desde donde parten rutas de senderismo interpretativo que recorren esta zona volc¨¢nica
Se cuece mucho en la caldera de Tejeda, una formaci¨®n volc¨¢nica de 17 kil¨®metros de di¨¢metro en el centro de Gran Canaria. Esta cuenca, desbordada por roques y riscos y vaciada por barrancos y degolladas, atrapa a paseantes y senderistas, que se olvidan de la playa ¨Chay quien solo ve el mar por la ventanilla del avi¨®n¨C. La isla cuenta con 1.250 kil¨®metros de senderos, 300 de ellos caminos reales, destinados antes al transporte de mercanc¨ªas y habitantes entre pueblos, algunos escarpados en la monta?a. Muchas de estas rutas parten del parador de Cruz de Tejeda, un hotel inaugurado en 1945, cuando todav¨ªa se cultivaba m¨¢s el tomate que el turismo, y que hoy plantea una alternativa al sol y la playa. El sol est¨¢ pero no se toma; sirve para entender por qu¨¦ los primeros asentamientos humanos hallados en la localidad de Artenara se ubicaron en la m¨¢s c¨¢lida ladera sur, en cuevas, a 1.270 metros de altitud, y sirve para iluminar el sector primario, garante de la autenticidad del lugar, lo que buscan los visitantes m¨¢s considerados. La playa sigue en su sitio.
Dentro del parador
Toda esta zona interior de altura, donde se ubica el parador, se conoce como la Cumbre ¨Cse tarda una hora en coche desde Las Palmas de Gran Canaria; un paseo para los de fuera, una excursi¨®n para los canarios¨C. Es la cima de la isla, una cima hundida por una erupci¨®n violenta hace 14 millones de a?os que es lo que la convierte en una caldera ?o una cuenca, pues tiene salida al mar?. La terraza del parador, un punto de encuentro, ejerce como un mirador, una forma de ver con perspectiva lo que m¨¢s tarde se descubrir¨¢ sobre el terreno.
El leon¨¦s Gonzalo Alejo es su director desde hace 10 a?os. Delante de un plato de quesos de cabra y de oveja, un producto identitario de la zona, enumera algunos fen¨®menos que van a aparecer en el carrete de fotos de noruegos y peninsulares, alemanes e ingleses, y grancanarios, porque el 35% de los clientes proceden de la isla: ¡°El mar de nubes que se forma, el cielo de tonos rojizos, la puesta de sol, las cascadas de los barrancos, el roque Nublo, los riscos¡¡±. Alejo se lamenta por el d¨ªa nublado que ha salido, inc¨®modo para la contemplaci¨®n: ¡°?Ay!, el Teide deber¨ªa verse al fondo. Y La Gomera se ve en algunas ocasiones¡±. Atisbar las islas vecinas, una simp¨¢tica y divertida obsesi¨®n de los habitantes del archipi¨¦lago.
Existen senderistas solventes que caminan por su cuenta, como Jos¨¦ Blanco, un gallego jubilado que est¨¢ completando una ruta de 25 kil¨®metros en ocho horas con tres amigos. ¡°Para conocer bien la isla hay que caminarla¡±, afirma en la Degollada de las Palomas, un balc¨®n desde el que observar casi todos los accidentes geogr¨¢ficos que un d¨ªa se estudiaron en el colegio. ¡°Gran Canaria es un peque?o continente. Es abrupta, llana, seca, frondosa, tiene costa, monta?as¡¡±, enumera, protegido por un sombrero t¨¦cnico de ala ancha.
Senderismo etnogr¨¢fico
Para los menos conocedores del lugar est¨¢n los gu¨ªas oficiales como Rafa Molina, que comanda rutas interpretativas por esta zona declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 2019. ?l lo llama senderismo etnogr¨¢fico y consiste en disfrutar de la belleza natural como en cualquier caminata e incorporar explicaciones sobre la forma de vida de los pobladores prehisp¨¢nicos y de los habitantes de ahora. ¡°Cultura rural¡±, resume este diplomado en Empresas y Actividades Tur¨ªsticas.
Molina otorga relevancia al sector primario, o sea, a los agricultores, los apicultores, los pastores, los pescadores¡, ¡°lo que nos hace diferentes. Ellos son los que logran que no se pierda la identidad¡±, detalla en un discurso optimista, m¨¢s emocional que con tintes comerciales. ¡°Hemos llegado a tiempo de dar a conocer todo esto y conservarlo¡±, a?ade. El escaso vino es ¨²nico porque se elabora a partir de variedades aut¨®ctonas en suelo volc¨¢nico. La miel se obtiene de la abeja negra canaria. El bienmesabe es un postre elaborado con almendras de la zona¡ ¡°Me vienen buscando por el queso, el producto estrella¡±, destaca. Todos estos alimentos se pueden probar en el parador, junto con pescados canarios, como el cherne, o el potaje de berros con gofio y queso tierno. El hotel funciona como cruce de caminos, como una venta, una referencia para los canarios y los reci¨¦n llegados.
Yasmina, Rayco y Nisamar recomiendan
A media hora a pie del parador se encuentra el Charco de las Palomas, que en invierno se llena con el agua procedente de unas cascadas que se ven enfrente. De camino se pasa por un centro de plantas medicinales, en Tejeda, y por el barranco de casas de la huerta.
Yasmina Rodr¨ªguez
Gobernanta 15 a?os en Paradores
A Valleseco, un municipio muy frondoso que cuenta con un peque?o bosque de laurisilva, se llega caminando desde el parador en una hora. Es una zona muy verde, hace fr¨ªo y llueve. No tiene nada que ver con otras partes de la isla. Un buen lugar para ir a coger fr¨ªo.
Rayco Su¨¢rez
Cocinero 8 a?os en Paradores
Preparo un p¨ªcnic y voy con mi pareja a ver el atardecer desde el Pico de las Nieves, el punto m¨¢s alto de la isla. Ahora con la llegada del invierno son espectaculares, el cielo est¨¢ m¨¢s rosado y todo est¨¢ m¨¢s verde. Desde el parador se llega en 15 minutos.
Nisamar P¨¦rez
Ayudante de camarera 3 a?os en Paradores
Dice Molina que esta b¨²squeda de lo que hace singular a un territorio en forma de productos locales, de especies end¨¦micas (existen 70) y de forma de vida genera un turismo m¨¢s considerado y curioso que aporta valor: ¡°Se necesita personal cualificado para atender a estos visitantes, gente con idiomas, titulaciones, que conozca bien la tierra¡ Y eso hay que pagarlo¡±, asegura para referirse a que la mayor formaci¨®n deviene en salarios m¨¢s altos. ¡°La Palma y La Gomera son destinos consolidados para ir a caminar. En Gran Canaria se quedan asombrados, no se lo esperan¡±, afirma Molina. ¡°Aqu¨ª pueden venir una semana a hacer senderismo y no encontrarse a nadie. No est¨¢ masificado¡±, a?ade.
Daniel Gonz¨¢lez, bi¨®logo y naturalista, profundiza en la labor de los pastores. Las denominadas ovejas bombero se comen la maleza (¡°un combustible¡±) en partes estrat¨¦gicas del monte, como en los cambios de vertientes. ¡°Si hay un incendio y el fuego atraviesa estos puntos cr¨ªticos se vuelve m¨¢s peligroso¡±. El Cabildo paga a los pastores para que realicen esta funci¨®n, afirma Molina, que no se olvida de los pescadores, a quienes la administraci¨®n anima a que se adapten para que los visitantes puedan acompa?arlos cuando salen a faenar. El mismo Gonz¨¢lez, experto en ornitolog¨ªa, destina un terrenito familiar a plantar avellanos, cerezos, c¨ªtricos, frutos rojos y nogales en Artenara, un pueblo troglodita, donde todav¨ªa muchos de sus habitantes viven en cuevas. ¡°Ahora tenemos que lograr venderlo caro. Mira c¨®mo en la Ribeira Sacra lo han sabido hacer, con la viticultura heroica¡±, afirma mientras ofrece un pu?ado de frutos secos de su cosecha y crema solar, camino de Artenara, donde visitar la iglesia de San Mat¨ªas, cuyo artesonado de tea recubre todo el techo, o el restaurante La Majada, para entender qu¨¦ es el gofio y saber que a los antiguos colmados se les llamaba una tiendita de aceite y vinagre.
La ¨²nica de zona de la UE en la que se cultiva caf¨¦
Por razones gastron¨®micas y por convicci¨®n, Santiago Lugo vende caro el caf¨¦ que cultiva en el valle de Agaete, en el norte de la isla. Este antiguo trabajador de una ¨®ptica en Las Palmas volvi¨® a su tierra para convertir los cuatro cafetos que desde hace un siglo cultivaba la familia para consumo propio en un cafetal de 600 ejemplares que produce 1.300 kilos de caf¨¦ al a?o. Caf¨¦ Platinium, ¡°porque est¨¢ por encima del oro¡±, afirma con una seriedad burlona, se vende a 30 euros el paquete de 250 gramos (diez veces m¨¢s que uno convencional). ¡°Cuando empec¨¦ a comercializarlo hace seis a?os [existen siete empresas en la isla], el caf¨¦ de Agaete estaba a 60 euros el kilo; yo lo sub¨ª a 100¡å, dice. Ahora est¨¢ a 120. La empresa no tiene web, solo un blog y apenas mil seguidores en Instagram. ¡°Yo no exporto, hago env¨ªos. Voy a Correos y mando un paquete si alguien de fuera me lo pide¡±, explica mientras tuesta unos granos en un recipiente de barro, para que el visitante aprenda c¨®mo se hac¨ªa antes. Su cosecha la lleva a un tostador industrial para obtener el mejor producto.
El discurso de Lugo rompe con el hast¨ªo de los que cambian la ciudad por el campo, tampoco se aproxima al predicado de un nuevo emprendedor. A Lugo, de 56 a?os, le sigue encantando ir a la ciudad a que le pasen cosas y se define como un agricultor. ¡°Cafetero yo no soy. Claro que tomaba un cortado con los compa?eros, pero no soy estudioso del caf¨¦. A m¨ª lo que me gusta es la fruta¡±, afirma mientras se?ala la flor de un maracuy¨¢. Tiene 40 frutales plantados.
¡°Yo no estoy aqu¨ª por el dinero, sino para vender Agaete¡±, asegura. Al visitante no se le va a hablar de notas de cata (conste que este untuoso caf¨¦ sabe a frutos secos) ni se va a comparar la variedad ar¨¢bica t¨ªpica que cultiva con la existente en Brasil o Etiop¨ªa. El de fuera, al que atiende por orden de llegada (¡°aqu¨ª no vienen guaguas de turoperadores, esto lo gestiono a mi manera¡±, aclara), va a visitar el ¨²nico lugar de la Uni¨®n Europea donde se cultiva caf¨¦ y va a salir sabiendo que en el valle de Agaete se sube al monte en la fiesta de las Ramas en un rito ancestral para atraer la lluvia y se regala aceite, fruta o az¨²car a los familiares de un difunto en lo que se conoce como ¡°la visita¡±... De aqu¨ª, la playa s¨ª que est¨¢ cerca, pero se ha hecho tarde.