El litoral que reluce cuando se vuelve gris
Esta regi¨®n del noroeste de Galicia se apoya en un luminoso parador construido en terrazas para captar visitantes que quieran acercarse a ese mar bravo y caprichoso que la domina a trav¨¦s de una visita a una lonja, un paseo a caballo por la playa y una excursi¨®n a un punto fat¨ªdico de naufragios
Tiene que llover en la Costa da Morte para que haga bueno, para que sea el mejor momento en el que ir por primera vez a esta regi¨®n costera de Galicia que vive a expensas y a merced de un mar violento. Tienen que hacer espuma las olas para entender, de la mano del gu¨ªa Bernardino Mart¨ªnez, por qu¨¦ el Atl¨¢ntico se ha tragado tantos barcos; por qu¨¦ esas aguas oxigenadas entregan pescados tan preciados como los que se subastan en la lonja de Laxe, donde el secretario de la cofrad¨ªa de pescadores acompa?a al visitante para que aprecie el ojo cristalino de un abadejo casi vivo; para que la mariscadora Jacqueline Lista muestre la dureza del oficio en su piel, en el peso del rastrillo con el que desentierra berberechos y almejas en la r¨ªa de Camari?as. Tiene que hacer viento para conocer Mux¨ªa, donde con m¨¢s inclemencia se instal¨® el chapapote que una grieta del barco Prestige dej¨® escapar en 2002. Fue este desastre ecol¨®gico el que explica la apertura en 2020 del parador de Costa da Morte, una forma de impulsar el turismo en este litoral que convierte su aspereza natural en encanto.
Dentro del parador
Julio Castro, el director del parador, reconoce que la regi¨®n ha cambiado mucho desde que abri¨® este hotel cubierto de verde encaramado al monte. Hay nuevos restaurantes y otros han modificado sus cartas, algunos han sustituido el men¨² de peregrino por otro m¨¢s sofisticado, han surgido hotelitos, casas rurales y proliferado las viviendas de alquiler vacacional; ha aumentado el turismo, en definitiva. ¡°El parador nace de una cat¨¢strofe, la del Prestige, y con su nombre hace honor a toda la Costa da Morte¡±, resume con tono cadencioso, mientras se?ala las cartas n¨¢uticas que decoran el hotel y recita nombres de cabos y de faros y de barcos. Atrapa lo mar¨ªtimo, se quiere saber m¨¢s. Y basta con preguntar.
¡°A nosotros nos parece todo normal aqu¨ª¡±, dice este gallego nacido en Fisterra, uno de los puntos m¨¢s nombrados de esta costa pespunteada que forma peque?as pen¨ªnsulas y que suma unos 350 kil¨®metros desde Cai¨®n hasta Carnota, en la provincia de A Coru?a. ¡°Pero los clientes nos dicen que lo encuentran muy diferente al resto de Galicia, que es muy salvaje. No hay apenas edificaci¨®n. Los efectos del mar que hay aqu¨ª no los ves en otras zonas¡±, abunda.
Naturaleza para los Sentidos
Actividades culturales, turismo sostenible, dinamizaci¨®n de la zona...
C¨®mo sacarle el m¨¢ximo partido al entorno del parador de Costa da Morte
El mar domina el paisaje y dirige la vida, acapara las actividades con las que el visitante interpreta la dureza del terreno. Enmudece la excursi¨®n al cementerio de los Ingleses, en Camari?as, donde est¨¢n enterrados los restos de 142 de los 173 marineros de la Royal Navy inglesa que murieron a causa del naufragio del Serpent, en 1890. Un lugar que sobrecoge no tanto por el hieratismo sino por la furia que el mar expresa a unos pocos metros de sus cuatro muros que, en un d¨ªa de lluvia y viento, con las mareas desatadas, sit¨²a al visitante muy cerquita del peligro o, como describe Mart¨ªnez, el gu¨ªa, ¡°delante de un punto fat¨ªdico¡±.
Mart¨ªnez, tambi¨¦n nacido en la zona ¨Ccuesta encontrar gentes venidas de otras partes¨C, explica que todos esos barcos que engull¨® el Atl¨¢ntico, procedentes en su mayor¨ªa del Reino Unido, navegaban a cabotaje, sin perder de vista la costa. Para protegerse del viento se acercaban; para salvarse, mor¨ªan. La niebla, las corrientes provocadas por el encuentro del Atl¨¢ntico y el Cant¨¢brico y los por entonces impredecibles cambios de profundidad de las aguas los hac¨ªan encallar. Hubo tantos naufragios en el ¨²ltimo cuarto del siglo XIX y el primero del XX que surgi¨® el oficio de desguazador de barcos en la zona. ¡°Culpaban a los gallegos de provocar los hundimientos. Nosotros tambi¨¦n tenemos nuestra leyenda negra¡±, afirma Mart¨ªnez mientras sostiene una foto de los ¨²nicos tres supervivientes del Serpent en la tr¨¢gica punta do Boi. El investigador Rafael Lema cuenta 1.800 siniestros mar¨ªtimos en el litoral gallego, casi la mitad de ellos, en la Costa da Morte.
A caballo tambi¨¦n se llega al mar
Brais Mart¨ªnez, de 33 a?os, puso en marcha hace dos a?os la empresa Acabalodabeiramar, con la que organiza paseos a lomos de yeguas que viven en semilibertad en Leis de Nemancos (Mux¨ªa). Se transita por una zona boscosa de pinos, casta?os y robles que desemboca en la playa de ?rea Grande. No hace falta haber montado a caballo para disfrutar de este paseo de dos horas en el que el herrero y tambi¨¦n domador equino insiste al visitante que tome las riendas, que no es momento de que el caballo se pare a comer, que ahora est¨¢ trabajando. ¡°Es un lujo llegar a una playa donde no ves a nadie¡±, cuenta en manga corta, ajeno a una humedad m¨¢s representada en la vegetaci¨®n que en el ambiente.
Los caballos son muy buenos y tranquilos, est¨¢n muy centrados psicol¨®gicamente porque viven en manada, al aire libre, no tienen vicios de cuadra ¨Cno acumulan un exceso de energ¨ªa¨C, explica Mart¨ªnez. Est¨¢n habituados a reaccionar bien si se cruzan con un tractor o un coche. En el inicio de la actividad se los va a buscar al campo y se los cepilla, el visitante ve que estos animales sociales no le van a hacer da?o; se entabla una relaci¨®n. ¡°Los caballos van a intentar probar a la gente porque quieren ser dominantes¡±, afirma Mart¨ªnez, tambi¨¦n lugare?o. Y esa es la gracia, no se trata de darle al acelerador y luego poner la pata de cabra.
Lara, Jorge e Iria te recomiendan
A 15 minutos en coche del parador se encuentra el faro de Touri?¨¢n, la punta m¨¢s occidental de la Europa continental por donde se pone el sol. Se puede llegar andando, por la ruta de los faros, pero se requieren entre dos o tres horas y estar habituado a caminar.
Lara Sambad
Recepcionista 2 a?os en Paradores
El r¨ªo Jallas forma la cascada del ?zaro cuando desemboca en el mar. Se encuentra al pie del monte Pindo (627 metros), al que se puede subir para disfrutar de una vista impresionante de la pen¨ªnsula de Fisterra y las islas Lobeiras.
Jorge Catal¨¢n
Gobernante 28 a?os en Paradores
Me gusta ir a ver el atardecer a la playa de Mar de Fora, que est¨¢ a media hora en coche. Vas bordeando la costa y bajas a la arena. Se puede ir en cualquier ¨¦poca del a?o. La ¨²ltima vez que estuve hab¨ªa gente pescando en la orilla.
Iria Balseiro
Recepcionista 3 a?os en Paradores
Enfrente de Leis, al otro lado de la r¨ªa Camari?as, en la playa de Ari?o, espera la mariscadora Jacqueline Lista. Se trata de un oficio, el de desenterrar almejas y berberechos, muy regulado para evitar las capturas furtivas y porque no se puede esquilmar la r¨ªa. Es una recolecci¨®n rotatoria, como si se tratara de un campo, hay que dejar en barbecho algunas zonas para que se reproduzcan los moluscos. ¡°Sembrar, trabajar y vigilar¡±, enumera Lista. Se requiere intuici¨®n y destreza con el rastrillo, un juego de aventuras pero muy f¨ªsico, expuesto al tiempo y cubierta de agua hasta el pecho. ¡°Cuanto antes haya capturado mi cupo del d¨ªa, antes estoy tomando un caf¨¦ calentito con mis compa?eras¡±, afirma. Son todas mujeres. Los hombres eran y son los que salen a faenar.
Amarrados est¨¢n los barcos en el puerto de Laxe y a resguardo los trabajadores de la lonja en la que se subastan las capturas de los pesqueros que salieron a faenar a las 2 o 3 de la ma?ana, cuando se cambia la hora porque menos cosas suceden. Cuesta mucho que el pez se convierta en pescado. ¡°Brilla que es una pasada. Esto es pesca artesanal. El a?o pasado se facturaron 2,1 millones de euros, mucho para Laxe, un pueblo de 2.300 habitantes¡±, se jacta Antonio Devesa, el secretario de la cofrad¨ªa y gu¨ªa en la visita. El lonjero fija de viva voz ¨Caqu¨ª no hay pantallas¨C un precio a cada lote o pieza y va bajando: ¡°?12!... 11,90. 11,80. 11.70¡¡± hasta que alguien grita ¡°?M¨ªo!¡±, y se le deja un tiempo para examinarlo y decidir si se lo lleva. ?ngeles Palla, que viste un forro polar, la prenda m¨¢s habitual junto con el gorro de lana, es una de las compradoras. Se lleva abadejos, merluzas, pargos¡, que luego vende a pescader¨ªas de Santiago de Compostela y de otras localidades. Explora con sus manos grandes y rojas.
¡ªToca, toca. No le tengas miedo al pescado. ?Ves qu¨¦ terso est¨¢? Eso es que no se ha enganchado en la red, que no se ha da?ado. Es buena se?al, va a aguantar m¨¢s. Y f¨ªjate en el ojo, t¨®calo tambi¨¦n, no puede estar saltar¨ªn. No basta con solo mirar las agallas al pescado.