El litoral que vive dos veranos
Tradicionalmente de espaldas al mar, esta ciudad costera con esp¨ªritu de pueblo se fija cada vez m¨¢s en la lonja y en el mercado Central de su casco antiguo, en las playas salvajes de la cercana sierra de Irta y en el parador, que se asoma hasta casi tocar las todav¨ªa templadas aguas del Mediterr¨¢neo
Desde la playa de Morrongo, que se extiende delante del parador de Benicarl¨® (Castell¨®n), se ve a los barcos pesqueros hacer su entrada en el puerto a las cuatro y media de la tarde. Llegan de forma escalonada, cada 10 minutos, a una velocidad m¨¢xima de tres nudos (atisbarlos supon¨ªa un entretenimiento para los ni?os de antes). Acarrean cajas de langostinos, sepias, doradas y lenguados, que pasan de las manos de los pescadores a las de los pescaderos en segundos, en una subasta digital. Separados por una cristalera se ubican los visitantes que quieran observar este intercambio regulado. El g¨¦nero, abrigado por hielo y con una etiqueta que indica d¨®nde se ha capturado, se reparte entre los puestos del mercado Central del casco hist¨®rico de Benicarl¨® y en restaurantes como el del parador, que lo sirve a la plancha (el langostino y la sepia) o al horno (la dorada), todo con el mar al fondo, en septiembre, cuando comienza el segundo verano en este litoral familiar.
Dentro del parador
Todo transcurre ahora con el mar en mente en este municipio de 28.681 habitantes, que antes de la eclosi¨®n del turismo le volv¨ªa la cara al Mediterr¨¢neo: estaba m¨¢s pendiente de la huerta, de la alcachofa con denominaci¨®n de origen y del tomate rosa del Maestrat. Y claro que Benicarl¨® recib¨ªa visitantes antes de que la costa del Azahar fuera un lugar de veraneo, pero de otra manera. El parador abri¨® como albergue de carretera en 1934, un alojamiento de ocho habitaciones a mitad de camino entre Barcelona y Valencia, un lugar en el que dorm¨ªan los primeros turistas que se desplazaban en coche, como tambi¨¦n suced¨ªa en Manzanares (Ciudad Real). La gran ampliaci¨®n del parador de Benicarl¨®, cuenta ?lvaro Ramos, su director, fue en los setenta, cuando se convirti¨® en el hotel de playa que es hoy, con palmeras y piscina. Los clientes, un 83% nacionales, ¡°vienen a relajarse y descansar¡±, resume este gestor gallego. ¡°El buen tiempo dura hasta noviembre¡±, a?ade. La zona cuenta con dos veranos, el que todo el mundo conoce (julio y agosto), y el que algunos prefieren (septiembre y octubre).
Los turistas son los menos
Solo hay cuatro hoteles en Benicarl¨®, que sigue labrando la tierra. Esta ciudad con esp¨ªritu de pueblo puede parecer un destino cl¨¢sico de vacaciones si uno se da un ba?o en la muy familiar playa de Morrongo, pero a poco que camine hacia el interior, hacia el casco antiguo, se da cuenta de que no tiene nada que ver con la vecina Pe?¨ªscola, ubicada a 10 minutos en coche o a 25 en bici y que cuenta con 10.000 plazas hoteleras. Benicarl¨® es muy diferente y eso que casi est¨¢n unidos. Puede que no deslumbre de primeras, como dice el coordinador de su oficina de turismo, Ciro For¨¦s, pero el que visita la ciudad, vuelve. ¡°Como cuando comes un arroz que, si te sabe muy fuerte la primera cucharada, luego te deja de gustar¡±, explica ayudado de una analog¨ªa gastron¨®mica. Tiene tanto peso este ingrediente en la zona ¨Cy no por su proximidad a Valencia, sino a los arrozales del delta del Ebro, en Tarragona¨C que el parador cuenta con un segundo restaurante llamado La Arrocer¨ªa, que sirve paellas y arroces ¨Cy tomate del Maestrat de entrante¨C al aire libre y frente al mar.
Actividades para todos en un entorno natural
Visitas culturales, turismo sostenible, dinamizaci¨®n de la zona¡
C¨®mo sacarle el m¨¢ximo partido a la zona en la que se ubica el parador de Benicarl¨®
A 100 metros del parador se encuentra el puerto y la lonja, donde el armador Manolo Peris acaba de descargar el g¨¦nero. Tras levantarse la veda que impide pescar en julio y agosto, la decena de barcos que quedan en Benicarl¨® (lleg¨® a haber 40) han vuelto a faenar. ¡°Cuando baja la temperatura del agua, se pesca m¨¢s¡±, explica Peris mientras estira los artes con los que ha capturado jureles y besugos. Comienza a enfriarse el mar en septiembre, pero el ba?o sigue siendo muy placentero en el litoral castellonense: 25,2 grados se registran de media en este mes. En Ribadeo, en Galicia, por comparar extremos, es de 18,2 grados, seg¨²n la web especializada Sea Temperature.
1,2 kil¨®metros en l¨ªnea recta separan el puerto del Museo de la Ciudad de Benicarl¨® (Mucbe), en el casco hist¨®rico. De camino a este antiguo convento de franciscanos (siglo XVI) que acoge los restos arqueol¨®gicos del poblado ibero Puig de la Nau, For¨¦s recuerda la industria conservera que le dio el nombre a la playa del Morrongo, por el pimiento morr¨®n, y la f¨¢brica textil de la que se mantiene intacta una chimenea de ladrillo protegida, como las que abundan en las industriales Terrassa y Sabadell, en Barcelona.
No hay sem¨¢foros en Benicarl¨®. La gente se para con el coche, baja la compra y el de detr¨¢s no pita, as¨ª describe la vida en este pueblo grande For¨¦s, que anima a entrar al mercado Central a comprar galera, marisco poco preciado, barato, antes desechado, pero que gusta mucho en la zona; o a llevarse fruta y hortalizas de huertas locales, algunas piezas se?aladas en la verduler¨ªa con la etiqueta ¡°de producci¨®n propia¡±. Tambi¨¦n invita For¨¦s, a su paso por la helader¨ªa Costa Dorada, a tomar una horchata elaborada en una de las dos f¨¢bricas existentes en Benicarl¨®. El parador, siempre conectado con la regi¨®n en la que se ubica, ofrece en el desayuno la bebida de chufa con fartons, ese bollo alargado y esponjoso que algunos valencianos generosos llevan al trabajo cuando cumplen a?os.
Idoia, Ra¨²l y Mireia recomiendan
Me gusta llevar a mis amigos al embalse de Ulldecona, en La Pobla de Benifass¨¤. Puedes ba?arte o montar en kayak, hacer rutas de senderismo (la m¨¢s famosa es la de Faig Pare y es f¨¢cil) o montar en bicicleta BTT si tienes experiencia.
Idoia Querol
Ayudante de Recepci¨®n 1 a?o en Paradores
Pasado Morella, un pueblo de monta?a que cuenta con un castillo, se encuentra el santuario de la Virgen de la Balma, en la margen izquierda del r¨ªo Bergantes. Se trata de una ermita excavada en la roca. Hay un restaurante abierto todo el a?o en el entorno.
Ra¨²l Mu?oz
Oficial de Mantenimiento 9 a?os en Paradores
La alcachofa de Benicarl¨®, que tiene denominaci¨®n de origen, la ponemos en platos salados y dulces. Su temporada es en invierno, pero cuando hace calor se puede probar en el parador en el arroz con gamba roja y alcachofa o el cremoso de alcachofa, un postre vegetal.
Mireia Vieco
Cocinera 25 a?os en Paradores
En bici hasta Pen¨ªscola
El parador cuenta con una decena de bicicletas de paseo que los clientes pueden alquilar para moverse por la zona. Una excursi¨®n muy com¨²n, cuenta Ramos, el director, es acercarse a Pe?¨ªscola a visitar el castillo o la sierra de Irta, un parque natural que abarca 12 kil¨®metros de litoral, que ha permitido que en la muy construida costa levantina exista una quincena de playas v¨ªrgenes con su nombre propio. Tambi¨¦n hay se?alizados ocho itinerarios interpretativos a pie y tres en bici, que permiten conocer la torre Badum, las dunas del Pebret o la ermita de Santa Ll¨²cia i Sant Benet.
Jes¨²s Figuerola es el responsable de la brigada municipal de obras y servicios del Ayuntamiento de Pe?¨ªscola. Conoce la sierra de Irta y la forma de desenvolverse en ella, basado en las ense?anzas de la vida de pueblo. Se?ala un cuc¨®, un almacenamiento natural de lluvias protegido por una peque?a construcci¨®n para que el sol no acelere la formaci¨®n de algas en el agua estancada. ¡°Si hay renacuajos, el agua est¨¢ buena. Tal vez ahora no se beba de esos sitios, pero antes serv¨ªa para refrescarte o para que bebieran los animales¡±, cuenta. Los padres mostraban a los ni?os c¨®mo interpretar el entorno. Si hab¨ªa llovido hac¨ªa poco, el agua de los cuc¨®s era potable. Tambi¨¦n les ense?aban a coger los palmitos, una planta ahora protegida, porque el coraz¨®n almacena agua y sirve para hidratarse. Informaci¨®n que no est¨¢ en las gu¨ªas.
Figuerola insiste en cargar con agua en la caminata: ¡°Tres litros por persona¡±, asegura este servidor p¨²blico, que hace una parada para entrar a saludar a Enrique y Mar¨ªa Teresa, un matrimonio mayor que vive dentro del parque natural en una construcci¨®n antigua, de las pocas que existen en la sierra. Ofrecen agua fr¨ªa de una nevera que se alimenta con una bombona de butano. ?l, 82 a?os, habla de la costa que tienen enfrente y recuerda ese d¨ªa que sac¨® 30 doradas all¨ª mismo. Ya no se puede pescar. En esa playa, la del Russo, una de las m¨¢s populares porque es de arena, la gente se ba?a, toma el sol y ve alg¨²n barco pasar.