El Atl¨¦tico gana pero aburre
Pablo Ib¨¢?ez, de cabeza, y Fernando Torres marcan los goles rojiblancos
El Atl¨¦tico, pese a un f¨²tbol como desmotivado, con problemas serios en una creaci¨®n constructiva que ilusione un poco a su hinchada, sac¨® los puntos frente a un Numancia incapaz arriba.
Pablo, en una acci¨®n en la que Salva hizo falta a un central que el ¨¢rbitro no sancion¨®, encarril¨® en la segunda mitad el partido, sellado por Torres, que ya suma seis goles en la Liga aunque su posici¨®n en el remate fue protestada como fuera de juego. Pese a que su balompi¨¦ es tan aburrido como el de Manzano la temporada pasada, los n¨²meros cantan y el Atl¨¦tico se sit¨²a en la zona alta de la tabla, a tres puntos de su eterno enemigo, el Real Madrid. Est¨¢ claro que el buen f¨²tbol ha hecho las maletas y ha abandonado la capital. El Numancia, tras una nueva derrota, queda como colista firme de la categor¨ªa.
Sopor en la primera parte
Poco, muy poco, mostr¨® el Atl¨¦tico en la primera parte. Es tal el estado de encefalograma plano del juego rojiblanco que volvi¨® a aburrir a su sufrida parroquia, que se gana los altares domingo a domingo. Frente a un d¨¦bil Numancia, que sali¨® a aguantar, a esperar, con tres centrales (en su papel, vamos), el Atl¨¦tico fue incapaz de pasar por encima. Tuvo la pelota, la movi¨® con lentitud (a a?os luz de la velocidad de circulaci¨®n del Bar?a, por ejemplo) y s¨®lo encontr¨® alg¨²n resquicio para colgar balones al ¨¢rea. Y ah¨ª no estuvieron finos Paunovic ni Torres en las mejores opciones ante la meta de Juanma, el ex atl¨¦tico.
S¨®lo un posible penalti por empuj¨®n de Graff a Ibagaza le pudo dar al Atl¨¦tico ventaja. Pero ni el ¨¢rbitro acompa?a a un equipo espeso y que, sobre todo, juega a aburrir. La bronca final s¨®lo la apag¨® la megafon¨ªa con el himno del otrora glorioso club madrile?o.
Ib¨¢?ez y Torres marcan
En la segunda parte, el Atl¨¦tico tuvo instinto depredador en el ¨¢rea. Pablo Ib¨¢?ez, de cabeza, abri¨® la lata. Y se acab¨® el Numancia. Aunque lo intentaron los sorianos, con el control del bal¨®n, qued¨® claro que el equipo no estaba para asustar gran cosa a Leo Franco. El Atl¨¦tico se aprovech¨® de ello para vivir mejor y sentenciar con Torres.
El Ni?o, junto a Perea y Pablo, conforma el tr¨ªo m¨¢gico de un Atl¨¦tico que depende en exceso de ellos. Sin Ibagaza, que se march¨® pronto lesionado (entr¨® Salva), los rojiblancos se mantuvieron igual de chatos, aunque al menos vieron puerta. Y siempre a pase de Antonio L¨®pez, al que el colegiado neg¨® su tarde de gloria al expusarle rigurosamente por una entrada por detr¨¢s.
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