Canobbio salva al Celta
El uruguayo rompe con su gol a la Real Sociedad en un encuentro sopor¨ªfero
La mala noticia es que Baiano ha perdido el gol; la buena, que Canobbio lo recupera poco a poco. Gracias al acierto del centrocampista uruguayo, el Celta puso fin a la racha de tres derrotas consecutivas sin marcar ning¨²n gol en otra tarde de f¨²tbol plomizo y gris.
Al inicio de la temporada, este tipo de partidos los mataba Baiano, que enchufaba todo lo que se le pon¨ªa por delante. Pero desde que sufri¨® su lesi¨®n, al delantero brasile?o le falta la chispa que le permit¨ªa adelantarse a los centrales. Renqueante, saca por la l¨ªnea de fondo lo que antes alojaba en la red, y el Celta lo paga, claro. Cuando le falta el f¨²tbol, lo que viene ocurriendo con cierta asiduidad, sufre horrores para imponerse a su rival, aunque ¨¦ste sea un equipo tan plano como la Real, Sociedad un espectro sin alma que pase¨® su decadencia por la pradera de Bala¨ªdos, que abandon¨® con un s¨®lo disparo a la porter¨ªa contraria.
S¨®lo han pasado tres a?os desde que la Real Sociedad perdi¨® una Liga en Vigo, pero parece que hubiera transcurrido un siglo. De aquel equipo al que ayer correte¨® por Vigo media un abismo. La ausencia de Nihat lo convierte definitivamente en un grupo mediocre, incapaz de aprovechar las lagunas de un Celta que se pas¨® media tarde fuera del partido. Torpe en la construcci¨®n, blando en el centro del campo e inexistente en el ataque, fue el rival perfecto para un Celta que se derrumba por momentos, quiz¨¢s influido por una sensaci¨®n de superioridad sobre el rival fronteriza con la pereza.
Puede que Canobbio no luzca como la temporada pasada, pero su simple presencia garantiza dos o tres asistencias, unas cuantas paredes y alg¨²n que otro gol. Intermitente como todo su equipo, el uruguayo encontr¨® a Baiano, que le devolvi¨® el bal¨®n en el balc¨®n del ¨¢rea. Recorte y gol con la diestra, la pierna mala, aunque no tanto como el amago de estirada de Riesgo, que no lleg¨® al bal¨®n.
Hab¨ªa perdonado Baiano y seguir¨ªa haci¨¦ndolo el resto del partido, de modo que la responsabilidad era para los centrocampistas.
El tanto, dos o tres asociaciones y los minutos finales, los de Gustavo L¨®pez fue todo lo que el Celta dio de s¨ª en un partido insoportable. Especial m¨¦rito tuvo la aportaci¨®n del argentino, cuya influencia sobre la grada crece al ritmo que se le niegan los minutos. Cuando ingres¨® en el campo, en Bala¨ªdos se jugaba algo muy distinto a un partido de f¨²tbol. El bal¨®n volaba alocadamente de bota en bota sin el menor atisbo de hilo conductor. Salio Gustavo, lo baj¨® al piso y de sus zurda sali¨® el habitual repertorio de quiebros y centros de alta precisi¨®n que le hace el preferido de los aficionados. Fue un peque?o agasajo final para quienes hab¨ªan padecido tanto aburrimiento.
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