Cicinho y Zidane protagonizan la fiesta
El Madrid golea con buen juego a un Espanyol que no le opuso ni resistencia ni orgullo
El Madrid super¨® al Espanyol con la elegancia, suavidad y eficacia de un Rolls. Le ayud¨® un rival que desconoce el principio b¨¢sico del f¨²tbol: un partido lo disputan dos equipos. El Espanyol se borr¨®. Ni opuso resistencia ni tuvo el menor orgullo. No ten¨ªa registrado el duelo en su calendario. El Madrid, s¨ª. Jug¨® con comodidad y clase. Bien casi siempre. Se acerc¨® a la excelencia en varios momentos, casi todos resueltos admirablemente por Guti, Zidane y Ronaldo. Pero el encuentro confirm¨® el emergente papel de Cicinho, que recuerda a Roberto Carlos por su trascendencia en el ataque. Cicinho perfor¨® el flanco izquierdo del Espanyol con los recursos de un gran futbolista. La gente asisti¨® feliz a la exhibici¨®n de un jugador que se ha convertido en un grave problema para cualquier equipo. Cicinho llega desde lejos, es dif¨ªcil de detectar y acaba las jugadas con una claridad impropia de un lateral. Si Roberto Carlos se impon¨ªa por potencia, Cicinho domina con la naturalidad de su juego. Puro f¨²tbol.
REAL MADRID 4- ESPANYOL 0
Real Madrid: Casillas; Cicinho, Mej¨ªa, Woodgate, Roberto Carlos; Gravesen (Pablo Garc¨ªa, m. 46); Beckham (Baptista, m. 80), Zidane, Guti (Cassano, m. 64), Robinho; y Ronaldo.
Espanyol: Iraizoz; Armando S¨¢, Jarque, Mois¨¦s, David Garc¨ªa; Zabaleta (Luis Garc¨ªa, m. 64), Ito, Costa, Corominas (Pandiani, m. 80); De la Pe?a (Domi, m. 55); y Tamudo.
Goles: 0-1. M. 14. Beckham centra desde la derecha y Guti, llegando de atr¨¢s, marca. 0-2. M. 42. Zidane, tras un pase de Roberto Carlos. 0-3. M.45. Cicinho centra al segundo palo y Ronaldo marca de cabeza. 0-4. M. 50. Pase de Cicinho y zurdazo de Zidane.
?rbitro: Mejuto Gonz¨¢lez. Amonest¨® a Gravesen, Armando S¨¢ e Ito.
Unos 75.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Los dos ¨²ltimos encuentros del Madrid hab¨ªan levantado algunas sospechas sobre su progresi¨®n. Sufri¨® frente al C¨¢diz y pen¨® ante el Celta. Le ayudaron los resultados, pero decreci¨® el juego. No hubo dudas esta vez. Hizo bien los deberes. Casillas fue un espectador, cosa infrecuente en un portero siempre obligado a alg¨²n milagro. La defensa funcion¨® con una l¨ªnea novedosa y joven: Cicinho, Woodgate y Mej¨ªa. Est¨¢n ah¨ª para quedarse. Del resto se ocuparon los de siempre. Beckham record¨® que es interior derecho. Cualquier otro puesto le complica. El Madrid ha perdido casi tres a?os en admitir la realidad. Ha perdido la oportunidad de sacar lo mejor de un jugador con un extraordinario pie derecho. Beckham, con toda su importancia comercial, ha sido v¨ªctima del politiqueo en un equipo que ha acomodado mal a algunas estrellas. Figo hizo valer sus galones para instalarse en la banda derecha y nadie le retir¨®. Zidane tampoco encontr¨® su lugar natural, pero su indiscutible categor¨ªa le permiti¨® salvar obst¨¢culos imposibles para otros. Su recuperaci¨®n ha coincidido con la rebaja de obligaciones. Ahora juega m¨¢s cerca del ¨¢rea, su recorrido es menos largo y fatigoso y se multiplica su capacidad para conectar con todos. Y para llegar a posiciones de remate. Sus estad¨ªsticas rematadoras han mejorado espectacularmente por frecuencia y acierto. L¨®pez Caro ha tocado la tecla correcta.
Si todos juegan en su sitio, incluido Guti, el Madrid tiene futbolistas estupendos. Con Cicinho, a?ade la profundidad que le faltaba por la banda derecha. Si todos se encuentran en la misma onda, ofrece posibilidades que no se sospechaban en los dos ¨²ltimos a?os. Es cierto que se benefici¨® de la colaboraci¨®n del Espanyol, un fracaso en todas las l¨ªneas. Concedi¨® numerosas oportunidades, casi todas producto de su blanda resistencia, y nunca se decidi¨® a jugar. De la Pe?a pas¨® inadvertido, con gestos censurables. Se quej¨® de su sustituci¨®n, pero no dijo nada de su infame partido. Su regresi¨®n es evidente. Su puesto en la selecci¨®n es dudoso. Dif¨ªcilmente se le puede elegir frente al actual Guti, autor del primer gol. Excelente. Guti acomod¨® su cuerpo y su tobillo para desviar el centro de Beckham. Zidane hizo lo mismo en el segundo, esta vez tras un pase de Roberto Carlos. A Zidane le luce todo cuando se siente feliz. Hasta ahora ha sido un jugador deprimido, sin alegr¨ªa, como si estuviera estragado de f¨²tbol. En las ¨²ltimas semanas ha reaparecido el futbolista esplendoroso que encuentra todo tipo de soluciones a cualquier problema t¨¦cnico.
Las insistentes carreras de Cicinho terminaron por derribar cualquier amago de resistencia del Espanyol. No son triviales. Terminan siempre con un buen centro, un tiro venenoso o una pared dif¨ªcil de desarmar. En ¨¦l arrancaron las jugadas de los dos ¨²ltimos goles, celebradas con entusiasmo por la hinchada y por Ronaldo y Zidane. Ronaldo regres¨® tras un largo periodo de ausencia. Han sido casi cuatro meses de problemas musculares. Sin parecer a¨²n el devastador delantero que es, Ronaldo es una amenaza real y psicol¨®gica. Antes de empezar a participar de lleno, remat¨® en tres ocasiones ante la mirada estupefacta de los centrales. Los defensas le temen. Apareci¨® para lo que le define, el gol, en el inteligente cabezazo que coron¨® el sensacional centro de Cicinho. Fue el tercer gol. El partido estaba m¨¢s que acabado.
Todo lo que sigui¨® fue un monologo del Madrid con la complicidad del Espanyol. Manej¨® el segundo tiempo sin dificultades, aunque baj¨® el pist¨®n. No necesitaba m¨¢s alardes ni ning¨²n asomo agresivo. De eso se hab¨ªa ocupado Gravesen, con las neuronas revueltas. En el m¨¢s amable de los partidos mereci¨® la expulsi¨®n por su terquedad en convertir cualquier acci¨®n en una refriega. Fue sustituido tras el descanso y el encuentro volvi¨® al sereno desarrollo anterior, s¨®lo alterado por el estr¨¦pito del cuarto gol. Lo marc¨® Zidane con un buen zurdazo. Lo inici¨® Cicinho. La jugada fue oportuna: reuni¨® a los grandes protagonistas de la noche.
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