Imparable Atl¨¦tico
El equipo rojiblanco ampl¨ªa su racha a seis victorias seguidas y golea a un M¨¢laga horroroso
El Atl¨¦tico gan¨® por sexta vez consecutiva. Y marc¨® cinco goles. Algo que sucede, m¨¢s o menos, con la misma frecuencia con la que se hace visible el cometa Halley desde el planeta tierra. La ¨²ltima vez que el club madrile?o encaden¨® una racha semejante fue en 1992. Luis Aragon¨¦s, entrenador entonces, ya ten¨ªa canas, pero manten¨ªa la frente casi cubierta de pelo. El siguiente encuentro, el pr¨®ximo s¨¢bado, ser¨¢ en el estadio Santiago Bernab¨¦u, contra el Madrid. Hasta ah¨ª, la c¨¢bala. Las cifras.
El partido se explica, en parte, recitando la alineaci¨®n del M¨¢laga. Desde el portero, el casi debutante Goitia, hasta el punta, Salva. La defensa del conjunto malague?o, que es el ¨²ltimo clasificado de Primera, es un desastre. Ayer, por lo menos, fue un desastre. Litos y Alexis se esconden pegados a su portero. Ribeiro tuvo fallos lastimosos, incluidos varios despejes fallidos. Gerardo saludaba con la gorra de plato en la mano cada aparici¨®n de Petrov. Y todo as¨ª, palmo por palmo del campo. Duda, la estrella, no toc¨® la pelota. Estaba escondido en una te¨®rica e imposible posici¨®n de mediapunta. Su equipo no pasaba del centro del campo. De ese modo, cualquier dibujo que incluyese la zona del terreno de juego que defend¨ªa el Atl¨¦tico se convert¨ªa en virtual. Nada se le ocurr¨ªa al equipo malague?o. Ni siquiera lanzar la pelota fuerte y lejos de su porter¨ªa. Aunque fuese sin apuntar. Ni eso.
El equipo rojiblanco presion¨® fuerte y muy arriba, m¨¢s all¨¢ del semic¨ªrculo que divide el campo en dos. Gabi y Luccin recuperaban la pelota sin que al M¨¢laga le diese tiempo a dar m¨¢s de dos pases seguidos. Despu¨¦s mov¨ªan el bal¨®n hacia las bandas, donde Maxi y Petrov intercambiaban continuamente sus posiciones, o hacia la gelatinosa defensa central malaguista, en la que esperaban incrustados Fernando Torres y Kezman.
Torres, durante la primera vuelta del campeonato, sali¨® del estadio del M¨¢laga protegi¨¦ndose la cabeza. Los jugadores del equipo andaluz le esperaban en el t¨²nel de vestuarios para darle capones. No les hab¨ªa gustado c¨®mo hab¨ªa celebrado un gol, sacando la lengua. Torres, seg¨²n cuentan sus ¨ªntimos, es bastante memorioso para los agravios. El joven delantero rojiblanco marc¨® dos goles. Pudo marcar m¨¢s. Tuvo una gran oportunidad poco antes de abandonar el c¨¦sped en el minuto 80 y recibir el respeto y la ovaci¨®n de un p¨²blico puesto en pie.
No fue el primer ni el ¨²nico titular que abandon¨® el campo antes de tiempo como medida de precauci¨®n. Antes, Luccin, con una amarilla y Petrov, a una amonestaci¨®n de ser suspendido, hab¨ªan tomado el camino del vestuario. El choque estaba m¨¢s que cerrado y el Madrid es el siguiente en la lista de compromisos.
Uno de los chicos que salieron a sustituir a los que Murcia quer¨ªa reservar para el Bernab¨¦u fue Valera. No hab¨ªa hecho grandes cosas Valera hasta la fecha. Lateral largo, de zancada descontrolada y poca contundencia defensiva, ayer result¨® ser un brillante goleador. Marc¨® un gol desde casi 20 metros, tras un eslalon desde la banda al medio, de un magn¨ªfico zapatazo. El otro tanto no tuvo nada que ver, fue el que cerr¨® el partido y de cabeza.
El grupo que ha armado Pepe Murcia presenta, al menos, dos novedades con respecto al que acab¨® languideciendo con Carlos Bianchi. Por un lado, es mucho m¨¢s agresivo. Cuesti¨®n de actitud. Se toma las cosas en serio. Sin bromas. Ya es uno de esos equipos de centrocampistas guerrilleros con cinta en la cabeza y ganas de saltar al abordaje en cada jugada. Por otra parte, es r¨¢pido y no le da verg¨¹enza, incluso contra un grupo tan d¨¦bil como el M¨¢laga, no acumular minutos y minutos de posesi¨®n. No necesita la pelota. Ni la quiere especialmente. Cuando le toca tenerla la mueve deprisa, buscando un pase al hueco. Si no hay hueco, el centro se pierde y vuelta a empezar: a recuperar deprisa y otro intento de jugada definitiva. Ayer, el traductor sobre el c¨¦sped de esa teor¨ªa fue Gabi. Ibagaza no estaba.
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