El Atl¨¦tico le echa una mano al Madrid
El equipo blanco consigue sobrevivir sin apenas f¨²tbol ante un rival que regres¨® a su perfil m¨¢s plano
Un mal derby concedi¨® una buena victoria al Madrid, cuya mejor virtud fue aprovechar sus ocasiones. Tuvo menos que el Atl¨¦tico, pero gan¨® un partido crucial en el inestable clima que afecta al club. Venci¨® con el poco convincente f¨²tbol de los equipos lastimados, con guerras abiertas en los despachos y en el vestuario, con un entrenador m¨¢s atento al politiqueo que a erigirse en el l¨ªder de la plantilla. Pero gan¨®. Se lo permiti¨® el Atl¨¦tico, que regres¨® al perfil plano que le ha caracterizado durante casi toda la temporada. Sus laterales entregaron la victoria al Madrid. Sus centrocampistas no tuvieron ideas. Y Torres fracas¨® de nuevo.
Por encima de cualquier otra cosa, destac¨® la inconsistencia de los dos equipos, empe?ados en complicarse el partido. Les abrum¨® cualquier situaci¨®n ventajosa, lo que explica mejor los defectos del Madrid y del Atl¨¦tico que sus cualidades. No se sintieron preparados para aprovechar las evidentes ventajas que cada equipo encontr¨® durante el encuentro, que result¨® m¨¢s entretenido que bueno. Fue entretenido porque el descontrol permiti¨® bastantes remates, algunas ocasiones y un juego racheado. Pero ninguno pas¨® el control de calidad. Algunos jugadores se elevaron sobre la mediocridad general, especialmente Guti, y todos se entregaron sin reservas en la batalla. Lo que falt¨® fue criterio, poder¨ªo y sensaci¨®n de control.
El Madrid apareci¨® sin la mayor¨ªa de los brasile?os, detalle que tiene una lectura pol¨ªtica. L¨®pez Caro equilibr¨® la cuota nacional con el ingreso de Salgado y Helguera. El hombre hizo toda clase de piruetas para agradar a todo el mundo. Aline¨® a varios de la vieja guardia, entreg¨® la cabeza de Ronaldo a la hinchada y no aline¨® entre los titulares a Ra¨²l. Todo un compendio de equilibrios que dif¨ªcilmente se sostendr¨¢ durante toda la temporada. El Madrid gan¨®, tuvo abnegaci¨®n en el esfuerzo y alegr¨® a los aficionados. Sin embargo, el equipo manifest¨® unas carencias que dif¨ªcilmente desaprovechar¨¢n sus rivales. Los rivales competentes, se entiende. El Atl¨¦tico no lo fue. Le pesaron las ausencias de Ibagaza y Maxi, sufri¨® las miserias de Velasco y Antonio L¨®pez en los laterales, acus¨® la clamorosa ausencia de Fernando Torres. Ven¨ªa precedido de una buena fama en los ¨²ltimos partidos, pero no la justific¨® casi nunca.
Se impuso el Madrid porque aprovech¨® mejor sus ocasiones. La primera fue gol. Antes de que los hinchas del Atl¨¦tico aparecieran en el palomar, Zidane entreg¨® el bal¨®n a Roberto Carlos, que irrumpi¨® como un ob¨²s por la banda izquierda, totalmente descubierta. El brasile?o record¨® sus tiempos gloriosos y super¨® al aterrorizado Velasco, un peso mosca durante todo el encuentro. Roberto Carlos no s¨®lo destroz¨® a la defensa del Atl¨¦tico en la jugada, sino que la cerr¨® con un centro sensacional, rematado con mucha sutileza por Cassano. Un golazo del Madrid. Un desastre defensivo del Atl¨¦tico. No es novedad.
El gol retrat¨® el paisaje del primer tiempo. Lejos de sentirse c¨®modo con la ventaja, el Madrid evidenci¨® su poca confianza en el juego. Se repleg¨®, permiti¨® la crecida del Atl¨¦tico y lo pag¨® en el gol del empate: una apoteosis de errores defensivos. Helguera se equivoc¨® en el despeje de cabeza, Beckham se resbal¨® y Michel Salgado se durmi¨® en el primer palo. El caso es que remat¨® Luccin y Kezman desvi¨® con el tac¨®n. El t¨ªpico gol del oportunista. Como jugador es muy poca cosa. Tuvo el segundo gol en un mano a mano con Casillas, pero hab¨ªa que pensar. Demasiado para Kezman. Remat¨® alto y sin estilo. Tampoco le ayud¨® Fernando Torres, in¨¦dito de nuevo frente al Madrid. Su caso es m¨¢s que preocupante. Se le espera y casi nunca llega.
El Madrid funcion¨® mejor en la adversidad. S¨®lo Guti result¨® influyente en la elaboraci¨®n del juego. Le ayud¨® Roberto Carlos en alguna internada y Cassano con la picard¨ªa que le caracteriza. En Guti, el Madrid encontr¨® el pasador que el Atl¨¦tico no tuvo en ning¨²n momento. Guti comenz¨® la imprevista jugada del segundo gol. Helguera, nervioso durante todo el partido, cometi¨® un nuevo error que oblig¨® a Guti a maniobrar peligrosamente en el ¨¢rea. Sali¨® del laberinto con un pase magn¨ªfico a Zidane, que mont¨® con rapidez el contragolpe. Beckham apareci¨® por la derecha, super¨® el desesperado tackle de Luccin y envi¨® el bal¨®n al primer palo. Llegaron Cassano y y Baptista. Marc¨® Baptista.
El encuentro se fue al garete desde el gol. De repente se observ¨® la mediocridad general. El Atl¨¦tico pod¨ªa transportar la pelota, pero no pasarla. Alg¨²n apunte de Galletti y poco m¨¢s. A su alrededor, nada. Al fiasco de Petrov se agreg¨® la decepcionante actuaci¨®n de Torres. Sin jugadores de clase, sin Ibagaza ni Maxi, sin pasadores, sin la contribuci¨®n de su estrella, el Atl¨¦tico se limit¨® a jugar con entusiasmo. Ideas no tuvo. Desaprovech¨® una ocasi¨®n clamorosa para superar al Real Madrid, que hizo de la resistencia su mejor cualidad. Resistencia sin demasiado orden. Por bueno que fue el resultado, el Madrid no invit¨® al optimismo. Jug¨® mal, acab¨® encerrado y s¨®lo sobrevivi¨® por la mediocridad de su rival. No es lo habitual en el f¨²tbol.
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