El Bar?a tira de rutina
Larsson y Eto'o dan la victoria a los azulgrana ante una Real Sociedad que se tropez¨® con V¨ªctor Vald¨¦s
La rutina y la calidad no tienen por qu¨¦ ser enemigas. Ayer, el Bar?a tir¨® de ambas cosas y se llev¨® el partido de Anoeta de una manera m¨¢s f¨¢cil de la prevista, aunque con algunas consecuencias negativas: las lesiones de M¨¢rquez y Edmilson. La rutina le vali¨® para llevarse el partido a su terreno; la calidad, para hacer dos goles, aunque entre ambas cosas tambi¨¦n medi¨® el infortunio realista —no menos de cinco ocasiones claras— y el acierto de V¨ªctor Vald¨¦s. Todo jug¨® a favor del Bar?a, que supo manejar el bal¨®n y el reloj con menos lustre del que sol¨ªa, pero con id¨¦ntica ciencia.
Ser¨¢ el cansancio, la responsabilidad o un puntito de temor, pero el Bar?a ha perdido kilos y alegr¨ªa, asumiendo una tendencia a la rutina que le aleja del equipo impresionante de los ¨²ltimos meses. No es que se haya vuelto taca?o porque, con el grupo de futbolistas que alinea, eso resulta casi imposible, pero probablemente se ha vuelto precavido.
La Real, con paciencia y el punto de picante que le ponen dos futbolistas como Nihat y Mark Gonz¨¢lez, le hizo tres ocasiones, como quien lava, a base de pisar el acelerador. Dos las resolvi¨® Valdes, redimiendo su mala noche de Pamplona, y la otra la devolvi¨® el poste en una fant¨¢stica jugada del extremo chileno. Y todo eso ocurri¨® sin que la Real jugara a nada especial y se limitara a escarbar entre las l¨ªneas del Bar?a, tan rotas en las contras que m¨¢s que espacios hab¨ªa desiertos.
Todo hab¨ªa ocurrido, en la primera mitad, despu¨¦s de que Larsson, en el l¨ªmite del reglamento sobre el fuera de juego, rematara un centro de Ronaldinho. Fue la ¨²nica acci¨®n del delantero sueco y la ¨²nica vez que el brasile?o rompi¨® a sudar, ninguneado en la banda izquierda por un equipo empe?ado en vivir del rondo en la defensa y con la ¨²nica salida de Oleguer por la derecha, generalmente a ninguna parte.
No conviene en partidos como ¨¦stos tirar de estad¨ªsticas porque falsean la verdad: el Bar?a tuvo el bal¨®n un porcentaje abusivo, pero su defensa, en su campo, mayoritariamente, para acabar resolviendo con un zapatazo al fin del mundo. La Real lo tuvo poquito, demasiado poco, pero encontr¨® tres ocasiones en 45 minutos, en cuanto pis¨® el pedal del acelerador.
Rijkaard tuvo que corregir sobre la marcha. Primero, por la lesi¨®n de M¨¢rquez, que oblig¨® a retrasar a Edmilson y dar entrada a Iniesta. M¨¢s decisiva fue la determinaci¨®n de intercambiar las posiciones de Eto'o y Ronaldinho porque el brasile?o empez¨® a jugar al f¨²tbol, aunque fuera con cuentagotas, y cesaron los ca?onazos desde la defensa.
Lo malo para la Real fue que la rutina del Bar?a, sus interminables rondos y controles del bal¨®n, le fueron dejando sin ideas: por un lado, no sab¨ªa si salir a buscar al Bar?a o seguir esper¨¢ndole hasta que se rompiera. Y en tanto resolv¨ªa la inc¨®gnita se le fue la primera mitad en un clima de adormecimiento colectivo.
Tan dormido estaba el partido que Van Bommel, con su poderosa zancada, se plant¨® por sorpresa dos veces ante Alberto y la segunda acab¨® en el gol de Eto'o. El Bar?a ha perdido brillo, pero no capacidad de percusi¨®n: poquitas llegadas, pero m¨¢xima efectividad. Y, entonces s¨ª, cambi¨® el partido. La Real decidi¨® apostar por s¨ª misma, por el coraje y la verticalidad, amparada en la presencia de Xabi Prieto, un extremo cl¨¢sico, y la habitual movilidad de Nihat, pero, a cambio, el Bar?a ten¨ªa el espacio necesario para construir el f¨²tbol de contragolpe, el tiral¨ªneas que acostumbra.
Probablemente mucho tuvo que ver en ello la presencia de Van Bommel, el futbolista que el Bar?a necesitaba para compensar sus l¨ªneas, para darles profundidad sin perder seguridad. El holand¨¦s no es un futbolista que encandile, pero, sin merma de calidad, su trabajo resulta impagable. Sobre todo, si a su lado se encuentra un Deco desconocido, t¨¦cnicamente muy bajo y bastante desanimado todo el partido. Deco, en una mala tarde, fren¨® muchos de los contragolpes posibles de su equipo y propici¨® muchos otros de la Real, que segu¨ªa tropezando con Victor Vald¨¦s o con el juez auxiliar, que marc¨® al mil¨ªmetro los fueras de juego desesperando tanto al grader¨ªo como a los futbolistas.
Fue una reacci¨®n tard¨ªa la de la Real, que vivi¨® asustada y adormecida durante la mitad del partido y, cuando se busc¨® a s¨ª misma, el Bar?a, apelando exclusivamente a la calidad individual, ya le hab¨ªa sentenciado en el marcador.
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