El p¨¢nico destruye a la 'Juve'
El Arsenal, que pierde a Reyes para la ida de las semifinales, muy superior al conjunto de Capello
La Juve no dio ninguna pista que explique por qu¨¦ en Italia se la considera un equipazo. El equipo m¨¢s alto, m¨¢s fuerte y m¨¢s veterano de Europa fue un juguete del Arsenal. Los chicos de Wenger hicieron lo que quisieron de punta a punta de la eliminatoria. As¨ª, en Highbury como en Tur¨ªn, neutralizaron a sus rivales pas¨¢ndose la pelota unos a otros. El pase, ese viejo truco del f¨²tbol, convirti¨® al Juventus en un harapo incapaz de repetir la maniobra. Ante la contemplaci¨®n de aquel ejercicio ex¨®tico, sus futbolistas se entregaron at¨®nitos, o presa del p¨¢nico, sin atisbar otro remedio m¨¢s eficaz que atizar los tobillos con medias negras.
Algo pasa en el Calcio que s¨®lo queda en evidencia cuando los equipos italianos cambian de perspectiva. Algo pasa que hace que la gente asista cada vez menos a los estadios. De todos los campos hu¨¦rfanos de hinchas, el m¨¢s pat¨¦tico es Delle Alpi, el estadio de los Alpes, cuya masa de cemento y hierro fue testigo ayer de una noche penosa. El virtual campe¨®n de Italia fue incapaz de dominar al quinto clasificado de Inglaterra. Desesperadamente necesitada de meterse el partido en el bolsillo para remontar un 2-0, la Juve se destac¨® ni por juego ni por car¨¢cter.
El ramillete de jugadores del Juventus goza del mayor prestigio en Italia. Se les considera gente recia, veterana. "Concretos", que dir¨ªa Capello. Entre todos defienden principios mec¨¢nicos que garantizan la m¨¢xima eficacia haciendo el menor uso posible del bal¨®n. Sin embargo, ayer estas figuras se mostraron torpes y vacilantes. Tener que plantear el partido con un ataque posicional los oblig¨® a organizarse en torno al bal¨®n y a traicionar sus principios. No consiguieron superar la contradicci¨®n psicol¨®gica.
Cuando un equipo est¨¢ dise?ado para especular sin bal¨®n pueden ocurrirle estas cosas. El Arsenal no tiene este problema porque sus jugadores no conciben la renuncia a elaborar las jugadas sin entrar en contacto en masa con el bal¨®n. Por eso la ventaja en el marcador no alter¨® la t¨¢ctica de Wenger. El Arsenal busc¨® la porter¨ªa de Buffon desde el principio. Con pausa cuando hizo falta, con velocidad cuando lo exigieron las circunstancias, sin temor a tirar paredes continuamente, sin miedo a ensayar un amague, o dos, o tres, hasta encontrar al compa?ero mejor situado. En el Arsenal participaron todos. Todos sin complejos. Hasta Flamini se vio ufano. En la Juve ocurri¨® lo contrario. Mutu fue un espectador, Giannichedda una sombra, Chiellini un lateral en estado de p¨¢nico. P¨¢nico al bal¨®n.
Mientras los jugadores del Juventus se buscaban con miradas angustiosas, los del Arsenal tocaban sin dejarse intimidar. Perplejos, los locales se desahogaron jugando a pegar. Es lo que tiene el miedo: enciende a los esp¨ªritus belicosos, pero no garantiza el ¨¦xito. Ayer la victoria fue para los m¨¢s elegantes, los m¨¢s j¨®venes, los m¨¢s valientes.
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