Rebelde en jaque perpetuo
Hasta su edad al morir, 64 a?os, uno por cada casilla del tablero, est¨¢ ligada al ajedrez. Y la ciudad en la que Bobby Fischer muri¨® anoche por una enfermedad renal, Reikiavik (Islandia), es la misma en la que destruy¨® la hegemon¨ªa sovi¨¦tica al destronar a Bor¨ªs Spasski en 1972, en plena guerra fr¨ªa entre EEUU y la URSS; la misma que le lanz¨® a la idolatr¨ªa de millones de aficionados, y que le convirti¨® en el ajedrecista m¨¢s carism¨¢tico de todos los tiempos.
Fischer fue un rebelde con may¨²sculas, hasta el punto de que era asilado pol¨ªtico en Islandia por una orden de busca y captura de la Casa Blanca tras violar el embargo contra Yugoslavia al disputar all¨ª la revancha contra Spasski en 1992. El 1 de septiembre de ese a?o, en su primera rueda de prensa tras 20 a?os de reclusi¨®n, con periodistas hasta debajo de las mesas porque no cab¨ªan en otro sitio, con corresponsales de guerra que hab¨ªan dejado de cubrir la de la vecina Bosnia para ilustrar el retorno de Fischer en Sveti Stefan (Montenegro), el ni?o terrible del ajedrez escupi¨® ante las c¨¢maras sobre un documento del Gobierno de EEUU que le conminaba a no jugar con Spasski en Yugoslavia, con una bolsa de cinco millones de d¨®lares. Pero quien le persuadi¨® para disputar ese duelo no fue el dinero, sino una h¨²ngara de 19 a?os, Zita Rajcsanyi, de la que Fischer estuvo enamorado durante un par de a?os.
Esa misma cantidad es la que le ofreci¨® el dictador filipino Ferdinand Marcos por defender su t¨ªtulo en 1975 contra la emergente estrella sovi¨¦tica Anatoli K¨¢rpov. Pero, en su rebeld¨ªa extrema y su fidelidad a principios inamovibles, Fischer exigi¨® que la Federaci¨®n Internacional de Ajedrez (FIDE) aceptase sus condiciones ?propuso que se jugase al mejor de diez victorias, sin l¨ªmite de partidas, los empates no contaban-, que hac¨ªan impredecible la duraci¨®n del Mundial. La FIDE se neg¨®, Fischer renunci¨® a convertirse en millonario y desapareci¨® de la vida p¨²blica durante veinte a?os.
Ciertamente, la coherencia de Fischer con sus ideas fue m¨¢xima. En 1965, logr¨® que Fidel Castro se comprometiera en p¨²blico a no utilizar pol¨ªticamente su participaci¨®n en el torneo de La Habana a trav¨¦s del teletipo, ya que la Casa Blanca le imped¨ªa viajar a Cuba. Y en 1972, cuando Fischer estim¨® que la bolsa inicial de su duelo por el t¨ªtulo contra Spasski en Reikiavik era "una miseria", ocurrieron dos cosas extraordinarias: primero tuvo que intervenir nada menos que Henry Kissinger, Secretario de Estado, para rogarle que jugase; pero lo esencial fue que el mecenas brit¨¢nico Jim Slater agrand¨® la bolsa en 125.000 d¨®lares.
Sin embargo, esa coherencia tambi¨¦n escondi¨® un miedo patol¨®gico a perder, a ser destronado por K¨¢rpov, con quien negoci¨® en secreto en 1976, en C¨®rdoba y Madrid. Cuando ambos estaban de acuerdo en disputar un duelo, Fischer exigi¨® que se llamase "Campeonato del Mundo Profesional", a sabiendas de que el Kremlin jam¨¢s lo aceptar¨ªa, y se rompi¨® el di¨¢logo.
Fischer era un rebelde en jaque perpetuo, perseguido realmente por la Casa Blanca, pero tambi¨¦n por muchos m¨¢s en su paranoia, que le llev¨® a desarrollar una doble o triple personalidad, antit¨¦tica e insoportable para quienes le conocimos en la intimidad, y quiz¨¢ tambi¨¦n para ¨¦l mismo. Dotado de un cociente intelectual superior al de Einstein, era maravilloso verle analizar una partida de ajedrez, entra?able cuando narraba con emoci¨®n infantil su viaje para visitar los dragones de la isla de Komodo (Indonesia) y muy interesante escuchar sus opiniones sobre pol¨ªtica internacional, a pesar de su anticomunismo visceral. Pero tambi¨¦n era espantoso ser testigo de su racismo contra los jud¨ªos, a pesar de que su madre era jud¨ªa, alimentado por las amistades filonazis que hizo en Alemania durante sus veinte a?os de misterio.
Muy probablemente, la parte m¨¢s oscura de la personalidad de Fischer tiene mucho que ver con su poco recomendable infancia. Su madre, Regina, pol¨ªglota, hiperactiva, paranoica y sospechosa de espiar para la URSS -seg¨²n los archivos del FBI- se hab¨ªa separado del biof¨ªsico alem¨¢n Gerhardt Fischer, luchador en el bando republicano de la Guerra Civil espa?ola. Mucho m¨¢s tarde se supo que el verdadero padre de Bobby fue el cient¨ªfico h¨²ngaro Paul Nemenyi, tambi¨¦n jud¨ªo, y tambi¨¦n sospechoso de espiar para la URSS. Nadie impidi¨® que Fischer abandonase la escuela en su adolescencia y centrase su vida exclusivamente en el ajedrez, lo que impidi¨® que adquiriese una cultura general hasta que ya fue adulto y probablemente favoreci¨® su desequilibrio mental.
El lado negro de Fischer s¨®lo tiene una utilidad p¨®stuma: es un argumento para convencer a los j¨®venes talentos del ajedrez de que no abandonen su formaci¨®n paralela como seres humanos. Pero el lado bueno del jugador m¨¢s carism¨¢tico en m¨¢s de quince siglos de historia del deporte mental incluye un legado tan magn¨ªfico como inmortal: sus mejores partidas, que producen en el aficionado una sensaci¨®n similar a la de la Novena de Beethoven en un mel¨®mano. Esas obras de arte no morir¨¢n nunca.
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