Un gol marca de la casa
Xavi, a tres minutos para la conclusi¨®n del partido, da el triunfo a un Bar?a carente de pegada frente a un f¨¦rreo Osasuna que vendi¨® cara su piel
Hay equipos que s¨®lo saben jugar de una manera, para bien o para mal, incluso en las circunstancias m¨¢s adversas, siempre perseverantes en su f¨²tbol. Ninguno se parece al Barcelona. Justo cuando una cortina de agua barr¨ªa el estadio de punta a punta y el partido demandaba un ¨²ltimo gesto heroico; en el momento en que la hinchada apelaba a la bravura de un central; instantes despu¨¦s de que el entrenador hubiera retirado a uno de los mejores futbolistas del mundo como Messi con 0-0 y la noche invitaba a un acto de locura porque se escapaba la Liga, se impuso la lucidez. Xavi abri¨® para Giovani en la banda izquierda del ¨¢rea, el mexicano control¨® la pelota con sobrecogedora sangre fr¨ªa, le tir¨® un sombrero a Azpilicueta y retras¨® para la llegada de Iniesta. Remat¨® el volante, rebot¨® el cuero en la zaga y sali¨® libre para el delicado pie de Xavi, que ven¨ªa silencioso como un francotirador al terreno enemigo. Y Xavi engatill¨® a la red un disparo raso, seco, tan delicioso para el Bar?a como cruel para Osasuna. Los azulgrana s¨®lo saben marcar goles de una manera, imposible si se quiere, y, por tanto, ser¨¢ as¨ª o no ser¨¢ de ninguna manera. Los goles en el Camp Nou saben mejor en el minuto 88 que en el 1.
La jugada provoc¨® tal estruendo en la grada que hasta dej¨® de llover mientras los jugadores se revolcaban en el c¨®rner izquierdo del gol norte como si el gol valiera por una Copa de Europa cuando sirve para ponerse a seis puntos del Madrid en la Liga. El f¨²tbol tiene gui?os muy pasionales, dif¨ªciles de entender y explicar, los mismos que le dan encanto, misterio y grandeza. Igual el 1-0 no sirve nada m¨¢s que para ganar tiempo. Ocurre que ayer no se admit¨ªa la derrota despu¨¦s de que el Madrid cayera en Almer¨ªa. La rendici¨®n se castiga con lapidaci¨®n. Nadie hab¨ªa previsto un partido tan tenso, de ah¨ª la alegr¨ªa de la afici¨®n por renovar la fe en el Barcelona.
De salida, el Barcelona afront¨® el encuentro de forma muy despreocupada, sin tensi¨®n defensiva, enfocado a la porter¨ªa de Ricardo, convencidos los delanteros que Osasuna ceder¨ªa en cuanto tomara un gol, como acredita su condici¨®n de visitante inofensivo. Aflojados los azulgrana, al plantel navarro apenas le llev¨® un minuto alcanzar el ¨¢rea de Vald¨¦s y cont¨® tres oportunidades en un cuarto de hora, tantas como el Bar?a, que atacaba con Messi de ariete y Bojan como extremo derecho, un mal negocio para demandar goles. Flojeaban los laterales y volantes barcelonistas y Osasuna atrapaba la l¨ªnea de fondo con una cierta regularidad, de manera que el partido qued¨® muy abierto y resultaba especialmente entretenido. ?nicamente el agua que se levantaba a cada jugada interrump¨ªa el ir y venir de los contendientes.
El encuentro se fue apagando con el tiempo para mosqueo de la hinchada, que no estaba para bromas. Rijkaard movi¨® pieza y mand¨® a Bojan al punto de penalti mientras Messi se arrancaba desde la derecha, como est¨¢ mandado, ni que sea por costumbre, y el Bar?a se gan¨® suficientes ocasiones para marcar un gol. No hab¨ªa manera porque le faltaba pausa y pulso para certificar su jerarqu¨ªa futbol¨ªstica, expresada especialmente en la velocidad y frescura de su juego. Extra?a el equipo a Eto'o y los contrarios bien que lo saben, as¨ª que Osasuna recul¨® muy pronto, al cuarto de hora, y se parapet¨® en Ricardo para jugar a la contra.
Impacientes e imprecisos, los azulgrana se cegaron con el tiempo y perdieron el sitio ante un rival cada vez m¨¢s a gusto. Muy organizado, Osasuna mantuvo la concentraci¨®n y aument¨® la agresividad mientras se encog¨ªa la figura de Messi y la ansiedad pod¨ªa con Deco. Rijkaard busc¨® remedio en Giovani cuando la grada coreaba a Ronaldinho. Las circunstancias, ciertamente, jugaban cada vez m¨¢s a favor de Ronnie, al que el partido le reservaba un papel decisivo.
La entrada en escena del brasile?o cobr¨® todav¨ªa mayor protagonismo porque sustituy¨® a Messi, un cambio que de alguna manera expres¨® que el encuentro no s¨®lo sobrepasaba a los jugadores, sino tambi¨¦n a Rijkaard. Los azulgrana ni siquiera consegu¨ªan situaciones de superioridad num¨¦rica en ataque para forzar ocasiones, para generar el error de Osasuna, para resolver en un rechace o un rebote si no pod¨ªa ser en un remate. Nadie tomaba el ¨¢rea, no se buscaban faltas, ni siquiera se colgaban pelotas a la olla, y el tiempo se consum¨ªa mientras arreciaba la lluvia. El desespero era estremecedor ante el fiasco que se avecinaba, y los jugadores insist¨ªan en tocar, en buscar el desmarque, en abrir a la banda. Una y otra vez para mayor desenga?o del socio. Y as¨ª hasta que apareci¨® Giovani y gener¨® un gol que vale por todos los que hubieran podido marcar antes Messi, Ronaldinho, Bojan o Henry. As¨ª es el Bar?a.
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