Nadal despeja las dudas

Rafael Nadal se atavi¨® de n¨²mero uno, una condici¨®n que no le corresponde hasta el pr¨®ximo lunes, para arrollar al australiano Lleyton Hewitt (6-1 y 6-2) y dar un paso m¨¢s hacia la gloria ol¨ªmpica en Pek¨ªn 2008. Lejos de prolongar las dudas que despert¨® en su puesta en escena frente al italiano Potito Starace, que incluso le arrebat¨® un set, la raqueta balear tir¨® de autoridad para saldar cuentas con el tenista australiano, otrora referencia del circuito y ahora empe?ado en enderezar su rumbo. El del espa?ol sigue firme, con el ruso Igor Andreev, su pr¨®ximo rival.

Nunca Nadal hab¨ªa ganado a Hewitt en pista dura. Incluso el espa?ol sal¨ªa malparado de las cuentas del cara a cara. Tres triunfos de siete. Pero la raqueta de Adelaida dista mucho del tenista solvente que puso en cuesti¨®n entonces las habilidades del espa?ol en superficies r¨¢pidas. Menos que ver, a¨²n, con el joven que deslumbr¨® al circuito y conquist¨® el Abierto de Estados Unidos y el torneo de Wimbledon. El que lleg¨® a la cima en noviembre del 2001, con apenas veinte a?os. Siete despu¨¦s parece fuera de ¨¦poca. Lastrado por las dolencias f¨ªsicas apenas se mueve por las alturas del circuito. Y las aportaciones a su historial llegan con cuentagotas. La ¨²ltima, en Las Vegas, el pasado a?o. Desde el puesto 38 contempla la estela de Nadal como un reto. Con parte del reflejo que le ilumin¨® entonces. De la movilidad y la determinaci¨®n de anta?o apenas queda el talento. Si quiera el car¨¢cter. Aqu¨¦l que enrabiet¨® a m¨¢s de un adversario.

Ese entusiasmo asom¨® en el punto de partida del segundo set. Cuando se lanz¨® a tumba abierta despu¨¦s de ser sonrojado en el primero por un rival que ambiciona alargar su estancia en la gloria. Nadal se hab¨ªa embolsado seis juegos consecutivos en una demostraci¨®n de autoridad y de la solvencia que careci¨® en su estreno ol¨ªmpico, frente Potito Starace. El balear tir¨® de repertorio. Detr¨¢s de cada saque consistente ofreci¨® una respuesta tras otra a las intenciones de Hewitt, que tir¨® de todos los recursos a su alcance. A¨²n distantes de la forma adecuada. Subi¨® a la red sin decisi¨®n e intent¨® esconder su rev¨¦s. En unas ocasiones la derecha y otras el servicio le dieron aire al australiano. Pero sin continuidad. Nadal lo hizo f¨¢cil. La rotura que logr¨® al comienzo de la segunda manga anim¨® al oce¨¢nico. Fue una relajaci¨®n del espa?ol, dio la sensaci¨®n, que encauz¨® el partido otra vez en cuanto se puso a la altura del tono inicial que mostr¨®. Nadal creci¨® y Hewitt se desmoron¨®. Qued¨® a expensas de una salida digna de la pista mientras el balear contempl¨® a su rival de la pr¨®xima ocasi¨®n.

As¨ª te hemos contado el partido