¡°Vamos a mandarte en una bolsa de pl¨¢stico a tu pa¨ªs¡±
Un futbolista del Rosario Central de Catalu?a reconstruye la brutal agresi¨®n que sufri¨® su equipo
Una voz temblorosa, entrecortada, producto del miedo, contesta al otro lado del hilo telef¨®nico. ¡°?Qui¨¦n? ?Qui¨¦n es usted? ?Qu¨¦ quiere?¡±. Comprobada la identidad del interlocutor, la persona accede a continuar la conversaci¨®n, que fluye entre una atm¨®sfera de desconfianza y cierto des¨¢nimo. Habla uno de los integrantes del Rosario Central de Catalu?a, no sin antes asegurase de que no se revelar¨¢ su identidad. El pasado fin de semana, su equipo sufri¨® un feroz ataque por parte de los miembros de otro conjunto de la Tercera Territorial catalana, el Bada Bing. Desde entonces, Sa¨²l (nombre ficticio) afronta el d¨ªa a d¨ªa inmerso en la intranquilidad y refugiado en un modesto piso de la periferia de Barcelona. ¡°Todav¨ªa estamos muy asustados, nadie quiere hablar¡±, explica Ernesto Sukerman, presidente del club rosarino, formado por futbolistas argentinos, uruguayos, marroqu¨ªes, bolivianos, ecuatorianos, paraguayos y catalanes.
"Algunos estamos vivos porque la patada se desvi¨® uno o dos cent¨ªmetros", relata Sa¨²l
Los agresores son j¨®venes, procedentes de los arrabales de Barcelona y extremadamente violentos
"Algunos nos insultaban en catal¨¢n y otros en castellano, haciendo alusiones a Franco"
Hace ya unos a?os, Sa¨²l emprendi¨® rumbo a Barcelona "porque la considero una ciudad maravillosa" y deseaba labrarse un futuro lejos de Buenos Aires. Comenz¨® sus estudios en la universidad, combinados con algunos trabajos suplementarios "para salir adelante" y como todo buen feligr¨¦s argentino, en su maleta incorpor¨® un par de botas de f¨²tbol. El s¨¢bado por la tarde, Sa¨²l prepar¨® el bolso de deporte y se reuni¨® con el resto de sus compa?eros de equipo en el Campo Municipal Menorca. All¨ª le esperaba una encerrona. Una trampa. El episodio m¨¢s amargo de su vida. "Nosotros fuimos a jugar al f¨²tbol, los otros, no". Todav¨ªa le cuesta recordar lo sucedido. Entre escalofr¨ªos, relata que "pese a las amenazas y los golpes nos mantuvimos al margen e intentamos jugar. Sin embargo, cuando uno de mis compa?eros decidi¨® abandonar el campo, cuatro personas se abalanzaron sobre ¨¦l y se ensa?aron. Ah¨ª comenz¨® todo".
Los jugadores del Bada Bing (curiosamente, el mismo nombre del bar en el que el mafioso televisivo Tony Soprano reun¨ªa a su banda) cuentan con un importante historial de incidentes violentos. Sobre algunos de ellos pesaban sanciones de varios encuentros por su conducta agresiva y se sospecha que tres a?os atr¨¢s, en 2006, formaban parte del Lope de Vega, equipo que fue expulsado de la competici¨®n. "Sab¨ªamos que ten¨ªan un componente racista, por eso solicitamos la presencia del observador y la protecci¨®n policial. Pero algo fall¨®". En efecto, se produjo un error al teclear una direcci¨®n de correo electr¨®nico. El consejero de Interior del Gobierno catal¨¢n, Joan Saura, confirm¨® ayer que los Mossos d'Esquadra no acudieron al partido porque no recibieron el aviso "correctamente". La Comisi¨®n Antiviolencia de la Federaci¨®n Catalana se equivoc¨®, y en vez de mandar la petici¨®n a una direcci¨®n de correo que acaba en gencat.cat lo envi¨® a gentcat.cat.
"Algunos estamos vivos por cent¨ªmetros, porque apuntaron mal y la patada se desvi¨® uno o dos cent¨ªmetros a la izquierda o a la derecha", cuenta Sa¨²l, al que todav¨ªa le duele el cuerpo por los pu?etazos y las patadas que recibi¨®. "Temimos por nuestra vida. Incluso, intentaron agredir a un anciano de 70 a?os que acude a vernos todos los partidos". Armados con palos, bates de b¨¦isbol y barras de aluminio que portaban en los maleteros de sus coches, los miembros del Bada Bing y algunos de los aficionados presentes en las gradas acorralaron a los de Rosario y dieron rienda suelta a su ira. "?Sudaca de mierda, te vamos a cortar el cuello y vamos a mandarte en una bolsa de pl¨¢stico a tu pa¨ªs!", profiri¨® uno de ellos, que al igual que el resto de los agresores, vest¨ªa la camiseta del Bar?a sin el escudo del club. "No somos ingenuos, fue un ataque racista, deplorable y premeditado. No es normal que alguien vaya a jugar al f¨²tbol con palos, a no ser que trabajen en la construcci¨®n", ironiza Sa¨²l.
J¨®venes, racistas y extremadamente violentos
Tras los incidentes, una patrulla de la Guardia Urbana hizo acto de presencia en el campo, pero no se produjo ninguna detenci¨®n. Lo componentes del Bada Bing se marcharon con impunidad, algunos trofeos de guerra y los nudillos de sus manos enrojecidos. Seis de ellos pertenecen a los Boixos Nois, que, no obstante, han negado cualquier implicaci¨®n. "Tengo entendido que no se trata de una acci¨®n orquestada por este grupo. Seguro que a muchos de ellos no les est¨¢ haciendo ninguna gracia este tema", afirma Sukerman. Los agresores son chicos j¨®venes, de entre dieciocho y veinticinco a?os de edad y procedentes de los barrios bajos de Barcelona. Camuflados en este colectivo, siguen la estela de los Casuals, la facci¨®n m¨¢s dura del grupo. Robos de coches, tr¨¢fico de drogas y algunos meses en prisi¨®n figuran en el expediente de la nueva hornada, compuesta por individuos extremadamente peligrosos.
"No se trata de un grupo homog¨¦neo. Algunos nos insultaban en catal¨¢n y otros lo hac¨ªan en castellano, pero lo m¨¢s sorprendente de todo es que algunos hac¨ªan comentarios sobre Franco", narra Sa¨²l, que tambi¨¦n recuerda que uno de ellos, el portero, "no particip¨® en la paliza e intercedi¨® en la agresi¨®n, por lo que fue insultado y amenazado". El joven no duda en cargar con dureza contra la Federaci¨®n Catalana de F¨²tbol. "No les creo. Hab¨ªa un equipo racista jugando impunemente el campeonato y no hicieron nada para impedirlo". Pese a que ya han pasado cuatro d¨ªas desde los hechos, Sa¨²l todav¨ªa es presa del miedo y reconoce que "en algunos momentos nos hemos sentido solos, poco respaldados". Ahora, espera con optimismo el fallo del Comit¨¦ de Competici¨®n, que estudia expulsar al Bada Bing e inhabilitar a sus jugadores. "Si no los echan, no seguir¨¦ jugando por una cuesti¨®n meramente ¨¦tica. Hay que poner un l¨ªmite".
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