La fe de Llull salva al Madrid
La reacci¨®n del base permite la victoria del equipo blanco sobre el Bar?a en la Euroliga
Sergio Llull sigue quemando etapas a una velocidad mete¨®rica. En un partido cr¨ªtico, cuando su equipo se encontraba a punto de entrar en coma profundo, se carg¨® a la espalda compa?eros e ilusiones y posibilit¨® una victoria impensable tal como hab¨ªan jugado unos y otros. Resulta complicado perder un partido jugando como lo hizo el Bar?a. Tanto como ganarlo jugando como lo hizo el Madrid.
El Bar?a cometi¨® el pecado de no plasmar en n¨²meros su indudable superioridad. en el juego.Siempre con el partido bien encarrilado, le falt¨® un poco de instinto asesino, lo que le hizo accesible cuando entr¨® en ignici¨®n Llull. Este chico est¨¢ llamado a hacer grandes cosas. Apoyado en un f¨ªsico soberbio, el menorqu¨ªn pisa muy fuerte. Todav¨ªa le falta un poco para poder hacer mover la maquinaria blanca con una mayor fluidez, pero su valent¨ªa y arrestos le entronca con la generaci¨®n base de nuestra actual selecci¨®n, a la que si sigue as¨ª, no tardar¨¢ en incorporarse.
Cuando peor estaban las cosas para el Madrid (62-72 a falta de siete minutos), Llull entendi¨® que aquello s¨®lo se salvaba a la heroica. Nada de libros, t¨¢cticas y dem¨¢s. Pasi¨®n, pura pasi¨®n. Clav¨® un triple de la esquina y se fue a defender moviendo las manos arriba y abajo y mirando al p¨²blico. Llegado al punto de definici¨®n, el partido era cosa de jugadores pero tambi¨¦n de p¨²blico.
A la llamada de Llull acudieron r¨¢pidamente Bullock y 15.000 jugadores m¨¢s. El pabell¨®n se volvi¨® loco y la fogosidad en la que entraron los jugadores blancos, unida a un nivel sonoro ensordecedor, consigui¨® derritir al Bar?a. Se asust¨®. O eso pareci¨®, pues ya no hubo forma de que volviesen a coger el hilo y confirm¨® que aun con una enorme mejora emocional con respecto a la oscuraetapa de Ivanovic, siguen siendo un conjunto demasiadomec¨¢nico y que se no se maneja muy bien cuando la pasi¨®n se desborda. Total, que jugando mejor, se vuelven a Barcelona con el zurr¨®n vac¨ªo.
El partido comenz¨® con las peores noticias para el que m¨¢s se jugaba. Esta ronda de grupos de cuatro equipos penaliza y deja casi sin margen a aquel que comenta el error de perder un partido en casa. Por lo tanto en esta primera jornada la mochila cargada la llevaban los blancos. No pareci¨® sentarles nada bien esta obligaci¨®n, pues su puesta en marcha result¨® err¨¢tica. Su primer ataque, visto lo que lleg¨® despu¨¦s, se torn¨® sintom¨¢tico. Por dos veces Ra¨²l L¨®pez, base madridista de inicio, termin¨® por comerse el bal¨®n y lanzar a la desesperada ante la imposibilidad de encontrar otra posici¨®n o compa?ero. m¨ªnimamente en ventaja.
No le fue mejor en el otro lado de la pista, que no tard¨® en mostrar otro de los agujeros por donde el Bar?a iba a hacer un estropicio. Los rebotes ofensivos, cuesti¨®n que no fue ¨²nicamente de sus p¨ªvots. Durante el primer tiempo, hasta siete jugadores azulgranas, altos y bajos, sacaron provecho de la falta de consistencia blanca para proteger los rechaces que provocaban una defensa que fue de menos a m¨¢s. El partido se puso de cara para el Bar?a (5-17, minuto 5) y aunque quince minutos m¨¢s tarde, cuando se retiraron al vestuario, hab¨ªa perdido parte del bot¨ªn (40-45), no as¨ª la ascendencia sobre su rival. Porque el Barcelona hab¨ªa sido muy superior, m¨¢s que esos cinco puntos que mostraba el marcador, por lo que el Madrid, aun perdiendo, se fue con buena cara a tomarse un respiro, sabedores que se hab¨ªan librado de una buena. Dominado en el rebote, con enormes problemas para librarse de la exigente defensa azulgrana y con Navarro teniendo mucho m¨¢s protagonismo que Bullock, s¨®lo en los momentos en los que el partido abandonaba la ortodoxia y se descontrolaba un poco, el Madrid pod¨ªa enjugar y equilibrar algo un partido en los que casi todas las cuestiones t¨¦cnicas y t¨¢cticas ca¨ªan del mismo lado blaugrana.
El tercer acto mantuvo las tendencias anteriores. Incluso algunos de los datos que aparecieron en los an¨¢lisis previos. El buen momento de V¨¢zquez, por ejemplo. F¨ªsica y t¨¦cnicamente, su reino no es de este continente, sino m¨¢s bien de la NBA. Sus problemas, lo que le ha evitado su viaje, tiene m¨¢s que ver con otras cuestiones, constancias, actitudes y dem¨¢s historias que se manejan desde la cabeza. Pero hace cosas estratosf¨¦ricas s¨®lo al alcance de muy pocos. De su mano el dominio del Bar?a continu¨® hasta que con el trabajo a punto de terminarlo, surgi¨® el hurac¨¢n provocado por un chico cuya fe logr¨® sacar del profundo agujero en donde estaba metido el Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.